La lectura profunda

Dic 17 • Lecturas, Miradas • 1387 Views • No hay comentarios en La lectura profunda

POR HUGO SETZER

 

¿De qué hablamos cuándo nos referimos a la lectura profunda y qué tanta diferencia hace con relación a la lectura superficial? ¿Hay alguna diferencia entre leer en papel o en soporte digital?
Maryanne Wolf estudió literatura, pero quedó tan fascinada por el potencial de la lectura, que hizo un doctorado en neurociencias en la universidad de Harvard, para entender mejor lo que ocurre en el cerebro cuando leemos.

Ella plasmó muchos de sus descubrimientos en un fantástico libro titulado Lector, vuelve a casa: Cómo afecta a nuestro cerebro la lectura en pantallas, editado por Deusto, un sello de Grupo Planeta.

Un primer descubrimiento es que, a diferencia de la capacidad para comunicarnos de manera verbal a través del lenguaje, el ser humano no está programado para leer. “La adquisición de la capacidad de lectura es uno de los más importantes logros epigenéticos del Homo Sapiens.”

La maravilla de la lectura profunda es que, gracias a la plasticidad del cerebro, permite que se desarrollen infinidad de nuevas conexiones sinápticas que enriquecen nuestro pensamiento.

Nos sigue diciendo Maryanne Wolf: “El largo proceso de desarrollo de aprender a leer de manera profunda cambió la estructura misma de las conexiones de ese circuito que conectaba el cerebro, lo que transformó la naturaleza del pensamiento humano.”

“Lo que leemos, cómo leemos y por qué leemos, cambia nuestra forma de pensar. En un lapso de sólo seis milenios, la lectura se convirtió en el catalizador transformador del desarrollo intelectual de los individuos y de las culturas alfabetizadas. La calidad de nuestro pensamiento es nuestro camino más conocido para desarrollar vías completamente nuevas en la evolución cerebral de nuestra especie.”

Por otro lado, los seres humanos hemos desarrollado desde hace miles de años un fenómeno conocido como hipervigilancia, que nos hace muy sensibles a los estímulos externos. Esta capacidad nos ha salvado en la antigüedad de muchos peligros y múltiples predadores, pero en la actualidad se ha convertido en un distractor.

En un mundo en el que nos vemos inundados de información y aun así quedamos sedientos de sabiduría, el estímulo incesante de datos provenientes de todos nuestros dispositivos electrónicos nos distrae y nos dificulta la concentración necesaria para la lectura profunda.

¿Y qué consecuencias ha tenido este alud de información y la irrupción de los dispositivos electrónicos de lectura? Estamos perdiendo la capacidad de lectura profunda, así como comprensión lectora. De acuerdo con la prueba PISA, el promedio de los países de la OCDE ha disminuido en comprensión lectora de 2000 a 2022, de 494 a 476 puntos, o sea un 3.6%.

En México la comprensión lectora disminuyó de 421 a 415 puntos, o un 1.4%. Pero hay que tomar en cuenta que en México estamos 12.8% por debajo del promedio de los países de la OCDE. Al final de la tabla.

Cabe preguntarnos qué estamos haciendo en México frente a este escenario. Al respecto nos dice Judith Kalman, investigadora del Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav, en su colaboración para la revista Nexos de septiembre de 2023, en referencia a los nuevos libros de texto de la SEP, que “no encuentro en las secuencias (o en los materiales para los profesores) una propuesta articulada para enseñar a leer.”

“En el caso de la lectura no se trata de una cuestión banal, porque, aunque suene trillado, se aprende a leer leyendo y esto supone que se tiene algo que leer.”

En ese sentido, la maestra Irma Villalpando, profesora de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, nos dice que en los nuevos libros de texto gratuito desaparecieron 42 lecturas de autores y autoras clásicas. ¿Cómo esperamos que aprendan a leer nuestros niños?

Y, como lo ha expuesto magistralmente Maryanne Wolf y lo saben todos los neurocientíficos, la lectura es mucho más que aprender una cierta destreza. La lectura profunda propicia infinidad de nuevas conexiones sinápticas y expande los horizontes de nuestro cerebro. Sin una buena educación lectora, que invite a nuestros niños y niñas a la lectura profunda, los estamos condenando a una vida sin poder desarrollar todo su potencial.

Siendo la lectura profunda un tema de tal relevancia, como se expuso anteriormente, llama la atención que no haya mayores esfuerzos por propiciarla. Actualmente tenemos un enorme rezago en cuanto a las calificaciones de PISA, en las diferentes áreas que mide, pero sobre todo en comprensión lectora.

La industria editorial tiene la capacidad de producir los materiales necesarios para mejorar los niveles de comprensión lectora. Tan solo es cuestión de que se nos permita participar.

Por cuestiones de espacio ya no pude abordar el tema de lectura en soportes digitales, pero lo analizaremos en una siguiente entrega.

Debido al periodo vacacional, en las siguientes semanas no aparecerá mi columna en este espacio que amablemente me brida Confabulario. ¡Deseo a quienes me hacen favor de leerme unas felices fiestas y les invito a que aprovechemos estos días de descanso para ejercitar la lectura profunda con un buen libro!

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