La lucha por los derechos chicanos

Sep 18 • destacamos, principales, Reflexiones • 2308 Views • No hay comentarios en La lucha por los derechos chicanos

 

La huelga de recolectores de uva encabezada por el sindicato estalló el 8 de septiembre de 1965 en California. Aquel primer gran movimiento sindical encabezado por Dolores Huerta y César Chávez, tuvo una repercusión estatal, nacional e internacional. Era el comienzo de la búsqueda de derechos para una población, la de los mexico-americanos, que se había enfrentado, durante casi un siglo, a condiciones injustas de vida  a la discriminación en múltiples sentidos   

 

POR ENRIQUETA CABRERA
La década de 1960 fue la más turbulenta y dramática para los mexicanos en Estados Unidos. El pueblo chicano se movilizaba en busca de cambios sociales profundos en medio de una situación en que la adversidad tenía muchos rostros. Dolores Huerta y César Chávez habían trabajado desde 1955 a favor de los mexicanos que enfrentaban, generación tras generación, durante más de 100 años, pobreza, falta de oportunidades, racismo, inseguridad laboral, problemas de vivienda, segregación, duras condiciones trabajo, ausencia de derechos civiles y problemas de salud. Los afroamericanos, encabezados por Martin Luther King, también luchaban con un movimiento pacífico contra el racismo, la discriminación y por los derechos civiles.

 

La huelga de recolectores de uva encabezada por el sindicato UFW (United Farm Workers/ Sindicato de Trabajadores Agrícolas) estalló el 8 de septiembre de 1965 en Delano, California, precisamente durante la recolección de uva. Aquel primer gran movimiento sindical encabezado por Dolores Huerta y César Chávez, tuvo una repercusión estatal, nacional e internacional.
El investigador de temas mexico-americanos David Maciel recuerda que el movimiento chicano también conocido como La Causa o la Reconquista y desarrolló una movilización pacífica, intensa y rápida. Su origen está vinculado a las primeras acciones de la UFW, con la que colaboraban desde 1955, primero en apoyo de trabajadores agrícolas que tenían que soportar jornadas de sol a sol y con múltiples carencias. Poco a poco este movimiento fue adquiriendo una proyección nacional, pues se extendió desde Los Ángeles hasta Chicago y de Brownsville, Texas, hasta Seattle, Washington.

 

La huelga del UFW en Delano, California y su marcha en 1966 hacia Sacramento –sede de los poderes de California–, encabezada por César Chávez y Dolores Huerta se fortaleció a niveles nunca antes vistos y el intenso activismo del movimiento chicano en los siguientes años corrió en paralelo con el movimiento por los derechos civiles encabezado por Martin Luther King. La dupla Chávez-Huerta, con pocos recursos y gran optimismo creó también la NFWA (National Farm Workers Association o Asociación Nacional de Trabajadores Agrícolas), la primera de este tipo en Estados Unidos.

 

El movimiento encabezado por Huerta y Chávez recibió la solidaridad de individuos y grupos más allá de la comunidad chicana y obtuvieron el reconocimiento más allá de las fronteras de Estados Unidos, como sucedió en México, América Latina y Europa. En 1966 el senador Robert Kennedy, miembro del Comité de Asuntos Laborales del Senado, viajó a Delano, para realizar una audiencia sobre las condiciones y derechos de dichos trabajadores, un hecho que tuvo un importante impacto. Robert Kennedy había dado y continuó apoyo de los sindicalistas chicanos, quienes se condujeron el modelo de la no violencia en todas sus acciones de protesta, siguiendo los pasos de Mahatma Gandhi y Martin Luther King.

 

Este movimiento sindical de los chicanos tenía fuertes motivos para su existencia. En aquellos años, la mayoría de esta población pertenecía a la clase trabajadora y sólo el 6% tenía empleos de carácter profesional. Además, la tercera parte de las familias vivía en pobreza, con serios problemas de vivienda y salud. Lo niños y jóvenes chicanos sólo tenían acceso a una educación segregada y de poca calidad y sólo el 25% de los jóvenes había concluido la secundaria. Era un círculo vicioso de pobreza que se repetía generación tras generación desde 1848. Si nos ubicamos en 1960, habían transcurrido 112 años desde el fin de aquella guerra.

 

Finalmente, las crecientes presiones sobre los empresarios agrícolas, principalmente la amenaza de un boicot nacional e internacional, los orillaron a abrirse a la negociación que dio como resultado la firma de contratos con prestaciones que por muchas décadas fueron inalcanzables: recesos en el horario laboral, agua potable limpia, acceso a baños, protección contra el uso de plaguicidas (DDT), seguro médico, sistema de pensiones, instrumentos de trabajo adecuados. Incluso se agregaron cláusulas contra la discriminación racial y el hostigamiento sexual.
Décadas después de estos logros, ambos dirigentes de este movimiento fueron reconocidos por los gobiernos de México y Estados Unidos. Chávez, quien hába fallecido en 1993, recibió seis años después –en manos de su esposa– la máxima condecoración que otorga el gobierno mexicano: el Águila Azteca. Dolores tiene ahora 91 años y se mantiene activa. Entre otros muchos galardones recibidos, destaca el Eleanor Roosevelt Human Rights Award que ella recibió, entre muchos otros.

 

David Maciel, quien ha dedicado su vida al estudio de esta comunidad, señala que “en las décadas de los 60 y los 70 tuvo un gran impacto y una gran fuerza la lucha mujeres”, un fenómeno que le hace recordar un cartel con el rostro de una mujer chicana que decía con grandes letras “Chicana Power”.

 

Luis Valdez y el teatro campesino

 

En tiempos de la efervescencia de la lucha campesina, Luis Valdésera un joven estudiante recién graduado de la San José State University. El interés de quien sería un importante cineasta, por las luchas de los trabajadores del campo venía de sus conversaciones con Chávez y Dolores Huerta. Su apoyo a este movimiento comenzó con el montaje obras teatrales en espacios callejeros, una iniciativa que llamó “Teatro Campesino”. Sus historias contaban lo que vivían y a lo que aspiraban los trabajadores. El trabajo de Valdez fue muy bien recibido y rápidamente se convirtió en un enorme éxito. Pronto sus obras pasaron de las calles a los escenarios, lo que atrajo y amplió el apoyo a la lucha campesina. Sus obras no sólo fueron representadas en ciudades de California y el resto de Estados Unidos, sino en Europa, hasta donde se escucharon las demandas de los trabajadores agrícolas.

 

Reies López Tijerina y la lucha por la tierra

 

En 1960, el líder chicano Reies López Tijerina se trasladó de Texas a Nuevo México. Sus lecturas de historia mexicana y chicana habían desarrollado su interés por el despojo de las tierras en el “México perdido”, un hecho que cambió el destino de no pocos mexicanos en Estados Unidos y que se convirtió en el tema de su vida: recuperar aquellas tierras.
Su capacidad de liderazgo era enorme. En 1963 fundó una organización llamada Alianza Federal de Mercedes Libres, que era heredera de los esfuerzos de varias generaciones por recuperar sus tierras en el norte de Nuevo México. En sus demandas incluyó la conservación del lenguaje y la cultura. López Tijerina estaba convencido de la justicia que había en su lucha. En 1964 la Alianza contaba con 6 mil miembros; veinte años más tarde ya eran 20 mil, no sólo de Nuevo México sino de otros estados. Se dice que por su carisma, Tijerina era capaz de reclutar miembros de su alianza desde las cocinas de las casas pobres hasta los grandes auditorios. Un aliancista dijo: aliancista: “Reies y la Alianza nos dieron nueva esperanza. Reavivaron el fuego de la resistencia que nunca había muerto”.

 

Reies primero intentó convencer a autoridades de Estados Unidos y México en el reclamo de las tierras. Exigió que se apegaran al Tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado por ambos países al finalizarla guerra en 1848 y que arrebató a México la mitad de su territorio. Le escribió primero el presidente Eisenhower y posteriormente al presidente John F. Kennedy. No tuvo respuesta. Para David Maciel, una década después “Reies contó con la solidaridad de funcionarios del gobierno del presidente Luis Echeverría, pero aquello no se pudo traducir en que las peticiones se presentaran al gobierno de Estados Unidos.”

 

Esto llevó a que López Tijerina radicalizara sus métodos: hubo intentos y toma de tierras confiscadas. Entonces las autoridades comenzaron a aplacar al activista de manera brutal: fue detenido. Sus acciones fueron condenadas como las de alguien que no pertenecía a la comunidad de Nuevo México. “Mi único crimen –decía, López Tijerina– es demandar la protección de nuestra propiedad, la cual ha sido confiscada ilegalmente por el gobierno federal de Estados Unidos.”

 

Reies fue detenido y encarcelado en la Prisión Federal de Nuevo México y posteriormente llevado a la de Springfield, Missouri, donde recibió un trato brutal: le diagnosticaron supuesta esquizofrenia, y muy posiblemente hubo tratamientos de shock mental. El hecho es que la tortura le provocó secuelas de las que nunca se recuperó. Dejo de ser el líder carismático, lúcido y convincente que fue en el pasado, se acabó su capacidad discursiva. Después de la cárcel y la tortura, Reies López Tijerina regresó a México y su familia fue terriblemente acosada. Nunca se recuperó. En 1978, por los lazos que construyó con México, el Fondo de Cultura Económica publicó su extensa autobiografía Mi lucha por la tierra.

 

Pero la lucha de Reies López Tijerina había dejado una huella imborrable en la comunidad chicana y su lucha fue secundada por otros líderes. De este modo, en la década de 1970 José Ángel Gutiérrez fundó en Texas el partido La Raza Unida. La primera meta de este partido fue lanzar candidatos en elecciones locales, específicamente para los puestos de concejales y miembros de juntas escolares en el sur de Texas, donde había una población numerosa de origen mexicano que tenía apenas una limitada participación política. “El posicionamiento de La Raza Unida representó una nueva fuerza política local en el mapa político de Estados Unidos.

 

Hay que reconocer que los triunfos de las organizaciones chicanas fueron mayores en las elecciones locales, mientras que en lo nacional su avance fue más lento. Gutiérrez gestionó un programa pionero llamado “Becas Aztlán”, que obtuvo el apoyo del presidente mexicano Luis Echeverría, lo que permitió a jóvenes chicanos estudiar en México diversas especialidades. En 1977 este partido lanzó 16 candidatos en elecciones locales, de las cuales ganó en 15. Luego de esta victoria electoral, las autoridades y organizaciones de la sociedad civil retomaron el tema de la usurpación de tierras y así se estableció un Consejo para las Concesiones de Tierra de Nuevo México.

 

Esto llevo a que las autoridades escolares reconocieran la precariedad de las condiciones educativas de los estudiantes chicanos desde la primaria hasta la universidad. Se buscó y se logró abrir espacios mayores, reformas educativas con enfoques nuevos para los alumnos y los profesores chicanos.

 

La Raza Unida se opuso a la guerra de Vietnam. Al igual que en anteriores conflictos bélicos de Estados Unidos, el reclutamiento y participación de las comunidades chicana y afroamericana fueron muy nutridos. Los soldados chicanos fueron designados para las tareas de combate más duras. Sus bajas constituyeron 19.4% del total, cuando la población de origen mexicano en Estados Unidos era del 6%. Porcentualmente, los chicanos tuvieron mas muertos en batallas que cualquier otro grupo étnico; más del doble que los blancos.

 

Logros de mujeres latinas

 

También es importante destacar los logros de mujeres latinas, en su mayoría de origen mexicano: entre 1997 y 2007 aumentó 14% su participación en la fuerza de trabajo. Son visibles en la academia, las humanidades, las artes y aún la ciencia. El número de mujeres latinas que obtuvieron puestos en los diferentes niveles de gobierno en Estados Unidos creció 105% entre 1996 y 2010. Respecto a puestos gerenciales en el sector privado, en 1980 las mujeres ocuparon 110 mil puestos gerenciales; en el año 2000 ya eran 300 mil, una tasa de crecimiento dos veces mayor que la de los hombres latinos. Las empresas de propiedad latina en Estados Unidos eran ya más de 470 mil y su número va en aumento. Son visibles en la política, las organizaciones cívicas, las humanidades, la academia, la literatura, el periodismo, el cine, la ciencia. El libro de David Maciel El México de afuera, historia del pueblo chicano aborda en cada capítulo temas relativos a la situación y avance de las mujeres.”

 

Para Maciel, es importante destacar “la convergencia que existe entre las principales organizaciones nacionales, estatales y locales chicanas/latinas en torno a temas de derechos civiles y políticos, inmigración, educación y salud pública entre otros, lo cual indudablemente contribuirá al fortalecimiento de sus acciones en favor de la Raza.”

 

La población chicano/latina sigue haciendo notables avances. “En el ámbito de la cultura y de la educación, obtiene extraordinarios reconocimientos. En todas las grandes universidades de Estados Unidos destaca el profesorado chicano. También es de resaltar que hoy en día existen cuando menos tres generaciones de artistas y escritores que incesantemente aportan nuevas obras y que han logrado diseminarlas exitosamente no sólo en este país y en América Latina, sino también en Europa y en Asia.” En Estados Unidos, el apoyo a los Dreamers es del 70%, la mayoría de ellos son mexicanos.

 

Fotografía: El senador Robert Kennedy con el activista César Chávez, hacia 1966/ Crédito: Jon Lewis. Tomada del libro El México de afuera. Historia del pueblo chicano.

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