La razón no valía: sobre la censura al arte en Cuba

Oct 23 • destacamos, principales, Reflexiones • 3572 Views • No hay comentarios en La razón no valía: sobre la censura al arte en Cuba

 

La censura al arte que se vive en Cuba ha provocado la formación del 27N y el Movimiento San Isidro, integrados por creadores de arte, intelectuales y periodistas que son la disidencia política del Partido Comunista y que exige el respeto a la libertad de expresión

 

POR SOLVEIG FONT

“No es tiempo de nostalgias, la historia se está escribiendo a cada instante.
La democracia en Cuba es una realidad tangible, y así debemos sentirla y en ello enfocarnos”.

Camila Lobón

 

Reminiscencias

 

Aún hay quienes piensan que las críticas a la institución cultural cubana nacieron ayer, que la lucha contra la censura, por la libertad de expresión, por la libertad de disenso y por el derecho a tener derechos, comenzaron con esta nueva campaña de #No14BienaldeLaHabana iniciada en septiembre de 2021, pero no, la denuncia sobre la cada vez más violenta censura se remonta a unos años atrás.

 

No me ha sido difícil seguir de cerca el funcionamiento de la institución artística en Cuba, pues trabajé en el sector del arte y la cultura por 23 años. Primero dentro de la Unión de Escritores y Artistas Cubanos (UNEAC) y luego como curadora independiente, aun sabiendo que esta labor no se reconoce legalmente ni nos dejan acceder a los derechos mínimos como trabajador independiente. Cuando renuncié en el año 2012 a mi trabajo en la UNEAC, ya estaba al tanto de la crisis en su credibilidad. Era conocido y discutido en los pasillos y en voz baja cuán vetusta y politizadas eran las instituciones culturales. Los artistas no tenían interés verdadero en ser parte de ellas. El mundo del arte evolucionaba hacia nuevos espacios, hacia nuevas formas de hacer arte y de representar la creación y, los organismos que aglutinaban a artistas, yacían estancados en propósitos inamovibles desde su fundación. A pesar de ir en contra de sus objetivos y estatutos, los centros de arte que forman parte de la política cultural cubana, no representan a los artistas ni a sus intereses. En cambio, sí reproducen el espejismo de un gobierno que va perdiendo terreno y se aferra a viejas políticas y estrategias basadas en discursos que responden a otro contexto y a una política cultural que se aleja de la realidad actual.

 

Esta política provocó, con el tiempo, un divorcio irremediable entre las instituciones arte y los artistas. Las nuevas generaciones sienten una aversión a ese “deber ser” de la institución. Los artistas que se portan bien, usan la institución para su beneficio y la institución usa (propaganda política) a esos artistas a su vez. La toxicidad de esa relación continuó en crescendo en la medida en que los artistas comenzaron a viajar y a ser más independientes y a necesitar menos a las instituciones.

 

Obra de Camila Lobón

Como curadora independiente, en noviembre de 2014 inauguro Avecez art space, un espacio de arte independiente creado en el seno de mi hogar y donde promuevo artistas jóvenes locales y foráneos que utilizan herramientas conceptuales como medio de expresión. Luego de siete años con el proyecto, he realizado, junto a otros curadores, veintidós exposiciones personales y colectivas, talleres, conferencias y presentaciones de carpeta. El alcance de la curaduría de algunas de estas exposiciones ha traspasado los límites geográficos, y han logrado exhibirse en galerías y centros culturales de Canadá, Estados Unidos, España y Austria. En este mismo período de tiempo aparecen otros espacios alternativos de arte privado, comercial y no comercial sin la aprobación gubernamental, con conceptos que enriquecen, refrescan y diversifican el panorama cultural. A pesar del aparente ambiente de libertad creativa y de exhibición en aquellos años, la censura y el enrarecido panorama de ilegalidad, no contribuía a la libertad plena de los creadores.

 

Este proceso de nacimiento de nuevas galerías privadas ya había sucedido en los años 90. Ante la inoperante, enmohecida y politizada acción de las instituciones culturales, los artistas y marchantes del arte buscan espacios alternativos para sus proyectos. Los nuevos y viejos centros independientes ofrecen la oportunidad de mostrar un arte que, al no poder exhibir en las galerías estatales, se muestran en espacios más íntimos con el público. La oportunidad de exhibir sin tener que relacionarse con directores de galerías quienes cada vez eran más cuadros del Partido Comunista y menos conocedores de arte, fue inminente. Los intereses de los artistas cambiaron, cambió el contexto y el juego.

 

Otros hechos reforzaron este sentir de desgaste y de disfuncionalidad de las instituciones y sus dirigentes: son robadas de sus almacenes y sacadas del país 71 obras de arte de la Colección del Museo Nacional de Bellas Artes. A raíz de este hecho es destituido el Ministro de Cultura Rafael Bernal Alemany, provocando una situación nacional e internacional compleja que empeora aún más por la inminencia de la XII Bienal de la Habana del 2015. Contra todo pronóstico, el nuevo Ministro de Cultura Julián González Toledo, es destituido debido a un escándalo de corrupción y desfalcos financieros que involucraron al viceministro Julio Ballester y a varios altos funcionarios del Ministerio de Cultura.
Al mismo tiempo a nivel de gobierno y su política exterior, ya había indicios de un cambio en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Cuba afirmó estar “dispuesta a discutir todos los temas” con la llegada del presidente Barak Obama a Cuba el 20 de marzo de 2016.

 

Obra de Tania bruguera

 

Entre el 2016 y 2018 comienzan a mover diferentes cuadros del Partido Comunista de Cuba con alguna o ninguna experiencia dentro del campo de la cultura y las artes. Ser un dirigente confiable y comprometido es el requisito esencial para colocar directivos al frente de estas instituciones o centros de arte. Así llega Jorge Fernández a la dirección del Museo de Bellas artes, Norma Rodríguez Derivet a la Presidencia del Consejo Nacional de Artes Plásticas y más tarde, Jorge Alfonso, como director ejecutivo de la XIII Bienal de la Habana que se realiza en el 2019, después de que se cancelara en el 2017, por las afectaciones económicas provocadas por el huracán Irma a su paso por el oriente cubano.

 

El 19 de abril de 2018 es nombrado Miguel Diaz-Canel, presidente del Consejo de Estado. Un mes antes se anuncia la #00Bienal de la Habana, creada por Luis Manuel Otero y producida por Yanelys Núñez, Katerine Bisquet, José Ernesto Alonso, Iris Ruíz, Yuri Obregón y Amaury Pacheco. Sobre esta Bienal Anamely Ramos González expresó: “su objetivo era expandir el alcance del gesto artístico, sostener y dar vida a esa porción de arte que quedaba fuera de los circuitos oficiales y convencionales. Porque el arte desborda cualquier institución”.
La publicidad, el apoyo internacional, la ayuda de un grupo grande de artistas nacionales y la visibilidad mediática que alcanzó la #00 Bienal no era esperada por la institución cultural cubana que subestimó desde un inicio esta convocatoria. Demostró que es posible hacer un evento con pocos recursos, con calidad y sin la ayuda ni la anuencia del Estado ni del Ministerio de Cultura. Solo ante la inminencia de que “la alternativa” era un hecho, la UNEAC hizo una declaración donde rechazó esta iniciativa y acusó a los organizadores de cínicos y de organizarlas con fondos contrarrevolucionarios con el objetivo de descaracterizar el sistema institucional. Después de esta experiencia había que volver a tomar el control de la situación y es que el nuevo presidente del país Miguel Diaz-Canel firma el Decreto 349 en abril de 2018 y nombra a Alpidio Alonso Grau como nuevo Ministro de Cultura, nombrado en la IX Legislatura de la Asamblea el 21 de julio de 2018.

 

Ahí viene el Lobo

 

El decreto 349 plantea, a grandes rasgos, que todas las personas con actividades artísticas, incluidos los colectivos artísticos, quienes se dedican a la música y los intérpretes, tienen prohibido desarrollar tales actividades en espacios públicos o privados sin la aprobación previa del Ministerio de Cultura. Las personas o empresas que contraten a artistas sin la autorización pertinente pueden ser sancionadas, y quienes presten servicios artísticos sin aprobación previa corren el riesgo de que les confisquen sus materiales o les impongan cuantiosas multas. Con la nueva legislación, las autoridades tienen también el poder de suspender de inmediato una actuación y proponer la cancelación de la autorización concedida para realizar la actividad artística. Se prohíben, asimismo, los materiales audiovisuales que contengan entre otras cosas: “uso de los símbolos patrios que contravengan la legislación vigente”, “lenguaje sexista, vulgar y obsceno”. Además, tipifica como contravención la conducta que “comercialice libros con contenidos lesivos a los valores éticos y culturales”.

 

La falta de precisión en la redacción del decreto hace que se preste a ser aplicado de manera arbitraria para reprimir aún más las voces críticas y disidentes a un gobierno que lleva decenios sometiendo a hostigamiento y detención arbitraria a los artistas. Tal aplicación contravendría no sólo el derecho a la libertad de expresión de quienes desarrollan actividades artísticas en Cuba, sino también el derecho de toda persona a buscar y recibir información e ideas de toda índole.

 

El derecho y las normas internacionales de derechos humanos disponen que toda restricción del derecho a la libertad de expresión, incluso cuando se ejerce por medio del arte, debe estar prevista en la ley y formulada con precisión suficiente para evitar interpretaciones o aplicaciones excesivamente amplias o arbitrarias y de manera que sea accesible al público y que especifique claramente qué conducta está o no prohibida.

 

La puesta en vigor y firma de este Decreto provocó una oleada de protestas de artistas, intelectuales y creadores de todo el mundo y de todas las ramas del arte. Se inició una campaña mediática con el hashtag #sin349 que provocó que el Viceministro de Cultura mintiera sobre su connotación y alcance. El 27 de septiembre de 2018 un grupo de artistas, curadores y creadores se presentaron en la sede del Consejo Nacional de Artes Plásticas para reunirse con su presidenta y otros directivos y se leyó la carta firmada por 30 artistas, dirigida al Ministro de Cultura que concluía: “Los firmantes demandamos un debate público con la comunidad artística e intelectual cubana de la cual formamos parte, y expresamos nuestra decisión de rechazar este decreto. Teniendo en cuenta la urgencia del asunto (el decreto entraría en vigor en diciembre) solicitamos el debate público (proponemos que sea en un espacio institucional) y exigimos una respuesta acerca de esto en un plazo de un mes”.

 

El gobierno y el Ministerio de Cultura nunca ofrecieron una respuesta. Aunque afirman que no ha entrado en vigor el decreto 349, la realidad es que no han ofrecido más detalles sobre su entrada en marcha o derogación o realización de normas complementarias. Sin embargo, el Ministro de Cultura Alpidio Alonso y sus funcionarios, después de esta reunión, citaron a otros artistas para explicarles que este decreto no era con ellos y muchos se conformaron con esa respuesta discriminatoria. Esa es la forma habitual de trabajar, intentado dividir y crear rencillas entre los artistas en vez de buscar el entendimiento y el diálogo.

 

Obra de Camila Lobón

 

Esta estrategia de aislamiento y división también fue aprovechada por las instituciones culturales para desconocer el trabajo del Movimiento San Isidro, liderado por el artivista Luis Manuel Otero. El proyecto cultural y comunitario del MSI contribuyó, desde su formación, a visibilizar la diferencia, la discriminación, el no derecho y lo proyectaba desde el trabajo con la comunidad de San Isidro, un barrio marginal de la Habana vieja. Los integrantes del MSI eran parte de esa misma comunidad olvidada por el gobierno. Uno de sus miembros, Denis Solís, es encarcelado y sometido a juicio sumario y condenado a 8 meses de cárcel. La injusticia y falta de derecho evidenciada con este proceso –uno de miles- terminó en una huelga de 13 personas durante 10 días. Los huelguistas sólo pedían la revisión del caso de Denis Solís. Esta petición nunca fue aceptada ni valorada. La institución cultural nunca emitió un criterio pese a la reclamación de los intelectuales dentro y fuera de Cuba. El 26 de noviembre la Seguridad del Estado cubano sacan a los huelguistas con violencia y se los llevan en contra de su voluntad. Este hecho sin precedentes fue acompañado de un apagón de internet nacional. El objetivo era evitar que se tuviesen detalles de lo que allí sucedió. Cuba no durmió.

 

Un día después ocurre lo siguiente: “El 27 de noviembre de 2020 más de 300 artistas, intelectuales y ciudadanos cubanos acudimos al Ministerio de Cultura, en su condición de garante y mediador, para exigir el cumplimiento de nuestras libertades y derechos ciudadanos. El detonante fue la violencia policial ejercida el día anterior contra el Movimiento San Isidro, y también el aumento de la censura y represión contra artistas, intelectuales y activistas, que nos ha sacudido y obligado a pronunciarnos…”. (Declaración del 27N).

 

Desde ese momento nos convertimos en una fuerza ciudadana con principios, objetivos y demandas que se materializan en el Manifiesto de 27N y con acciones donde exigimos ejercer nuestro derecho ciudadano. Durante los siguientes meses hemos sufrido el ataque constante del gobierno, de todas las instituciones culturales, de los medios de difusión y de la seguridad del estado. El Gobierno se concentró en fomentar, en sus campañas de difamación y desacreditación, el odio, los prejuicios, la ilegalidad, el no derecho y el miedo.

 

Sin embargo, el 11 de julio un pueblo se cansó y reclamó su derecho a la libertad. Miles de personas salieron a las calles de Cuba para proclamar “Patria y Vida”. Aquellos minutos y horas en libertad de expresión, tuvieron un alto costo para todos. Una gran mayoría está en la cárcel… otros, estamos bajo acusaciones ilegales y arbitrarias.

 

El arte se ha convertido en un instrumento de lucha.

 

No hemos podido exponer o crear ningún proyecto en mucho tiempo, y no creemos que podamos tener oportunidad en un futuro inmediato en Cuba, pero nunca hemos estado más orgullosos… el arte ha sido una vanguardia ciudadana que ha impulsado la lucha por una Cuba que está tratando de entenderse a sí misma.

 

FOTO: El sueño de la revolución produce moscas, obra de la artista y activista Camila Lobón./Crédito: Cortesía Solveig Font

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