‘La voix humaine’: ópera en el Foro Shakespeare
POR IVÁN MARTÍNEZ
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Desde hace dos domingos se presenta en el Foro Shakespeare la versión musical a ese tour de forcé escénico que es La voix humaine, el monólogo teatral de Jean Cocteau (1930): la ópera que Francis Poulenc escribió en 1958 tras su separación de Louis Gautier y que estrenara Denise Duval en París al año siguiente. Como se sabe, se trata de un monólogo en un acto de poco menos una hora en el que la actriz-cantante prácticamente no deja de recitar un drama amoroso codependiente que –como casi todo lo codependiente– termina mal.
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Esta puesta, llevada a escena por la compañía Escenia Ensamble, que dirige el regista Ragnar Conde, corre a cargo de la soprano Tere Jasso, acompañada al piano (es un decir, pues no se trata de un instrumento acústico el que han llevado al escenario principal del Foro Shakespeare) por Rogelio Bonilla. Cuenta con un diseño escénico de Alejandro Rocha, por la escenografía, y Gabriel Ancira, por el maquillaje y vestuario, mencionándolos a la par por la empatía creativa con que elaboraron juntos este proyecto: en blancos y negros al estilo de viejo cómic que no admite matiz en sus grises; incluso el rostro de la protagonista se presenta casi blanco.
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Ambas versiones, la teatral y la operística, han tenido en México recibimientos exitosos en diversas producciones. Es tema universal y su versión teatral puede ser muy rica en lecturas: a la que hace un año estuvo presentando la actriz Karina Gidi, dirigida por Antonio Castro, por ejemplo, se le agregó un toque de ironía, casi de farsa, que, según la crítica teatral, no opacó el sentimentalismo original de Cocteau ni rebajó los niveles del recorrido emocional que suele detonar en el público. Fue de morir por la ruptura a celebrar el amor en el momento en que éste acaba, dijo entonces la actriz.
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Pero con las versiones operísticas a veces es mejor no meterse. Y no hablo solo por los puristas del repertorio más tradicional. Sino por la música. Poulenc lo hizo bastante bien en su lectura al texto como para querer enderezarle la plana. Criticado por caminar sobre los extremos de la sátira o una profunda religiosidad, en La voix humaine se encuentra el lado más íntimo –y obscuro– del compositor; ya desde que elabora las primeras notas (sean del timbre del teléfono o del primer saludo de la protagonista) nos coloca en una atmósfera sombría que, aun en sus momentos de más claridad, no se separa del final que nos ha anunciado. Sus armonías son atmósfera y narrativa, indisolubles.
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No se trata, como público, de esperar el final y sorprendernos con una licencia escénica que nos cambie el destino (porque nos hemos librado de él en la construcción del montaje, como ha intentado explicar Conde), sino de quedarnos a escuchar a esta mujer desamparada de amor, sabiendo dónde terminará, para recorrer con ella el camino por el que llegará a ese final. De eso se trata La voix humaine, al menos la de Poulenc.
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Para explicarlo mejor: Conde ha tomado para su puesta dos licencias. La primera no tiene mayor importancia: ha trasladado la escena de la reclusión de un cuarto de hotel a un callejón que permite respirar. La segunda sí, porque ya no es necesario respirar más y porque es incoherente con la música: su personaje se salva de un instante a otro sin ninguna explicación o lógica. O al menos no resuelto visualmente del todo. Y tampoco habría necesidad de cambiar pronombres en el texto cantado para mostrar la posibilidad de otro final posible al de la muerte por amor. Ese mínimo detalle en los segundos finales tiene la capacidad de echar abajo todo el recorrido dramático.
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Recorrido que Tere Jasso hace bien. Hasta ese momento, gracias a la dirección de Conde, nos ha llevado sin reparo a lugares subterráneos que fuera del teatro sería mejor no explorar. Hay un detalle que puede mejorar y explotar a otros niveles la experiencia: en foros tan pequeños, mejor rebajar el nivel de maquillaje, pues Jasso tiene posibilidades expresivas que valen la pena explorar con detenimiento al natural.
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Musicalmente no hay nada que deber, pero se sienten dos flaquezas importantes: la falta de un acompañamiento acústico. Y más pesado todavía: la falta de un director musical. Conde y Jasso dominan la escena, pero nadie se atreve a firmar la dirección musical. Jasso y Bonilla son artistas inmaduros aún para autodirigirse una obra de este calado y eso se siente tanto en el estructura musical de la pieza como en la pesada exquisitez con que debe cantarse, en el género operístico, el estilo íntimo de un compositor básicamente de chanson française, como es Poulenc. No quiero pensar que esta falta de fortaleza fuese un propósito para apoyar el aligeramiento del texto.
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Es sabido que el recorrido de esta compañía para llegar al montaje de esta ópera, tanto en la operación como en su creación e interpretación, ha sido difícil. El resultado no ha llegado a un nivel óptimo de ejecución, pero se trata de una lectura válida que puede solidificarse con seriedad. Apretar un par de tuercas para que reviva incuestionable.
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*FOTO: La voix humaine, de Francis Poulenc a partir de la obra de Jean Cocteau, se presenta en el Foro Shakespeare (Zamora 7, colonia Condesa), domingos 20 y 27 de septiembre, a las 20:30 horas/Ragnar Conde.
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