Libros accesibles

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Los retos de la industria para que las personas con discapacidad visual accedan a los libros, detalla el presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana

 

POR HUGO SETZER
Es probable que lo primero que haya pensado al leer el encabezado de este artículo haya sido en libros “económicos”. Pero no me refiero al precio de los libros, sino que puedan tener acceso a ellos las personas con discapacidad visual o con otras dificultades para acceder al texto impreso.
El concepto de accesibilidad está plasmado en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, aprobada por la Asamblea General de la ONU el 13 de diciembre de 2006 por iniciativa del jurista, político y activista mexicano, Gilberto Rincón Gallardo.

 

Dice en su primer artículo: “El propósito de la presente convención es promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de los derechos humanos y libertades fundamentales por las personas con discapacidad, y promover el respeto de su dignidad inherente”.

 

Unos años después, el 27 de junio de 2013, se daría otro hito en el camino para mejorar las condiciones de accesibilidad para las personas con discapacidad.

 

Durante una conferencia diplomática convocada por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), en la ciudad marroquí de Marrakech, se aprobó el Tratado de Marrakech, que establece un conjunto de limitaciones y excepciones a las leyes del derecho de autor, en beneficio de las personas con discapacidad visual.

 

El presidente de la Unión Internacional de Editores (UIE), YS Chi, dijo durante su intervención en la conferencia que “cada uno de los libros que publicamos debería ser accesible para todos.” Su declaración fue una sorpresa para los asistentes, pero Chi ya había anticipado este posicionamiento en su informe anual de 2012: “Quiero enfatizar que nuestra industria está comprometida a encontrar soluciones para hacer las publicaciones accesibles para todos los lectores. Pensamos que el acceso igualitario podrá ser alcanzado sólo si los formatos accesibles se convierten en la norma, en lugar de una excepción”.

 

Aunque el Tratado de Marrakech establece el marco normativo en la forma de una excepción al Derecho de Autor, para lograr el sueño de Chi se requería algo más. Por ello se estableció poco tiempo después el Consorcio de Libros Accesibles (ABC), una iniciativa público-privada, encabezada por la OMPI (https://www.accessiblebooksconsortium.org/es/web/abc/portal/index), cuyo objetivo es de incrementar en todo el mundo el número de libros en formatos accesibles.

 

Participan en el consorcio ABC organizaciones que representan a las personas con dificultades para acceder al texto impreso, como la Unión Mundial de Ciegos (WBU); bibliotecas para ciegos; organismos de normalización y organizaciones que representan a autores (IAF), editoriales (UIE) y organismos de gestión colectiva (IFRRO). Actualmente tengo el privilegio de ser vicepresidente del consejo asesor del consorcio ABC.

 

Los principales formatos accesibles para personas con discapacidad visual son la impresión en Braille y el libro electrónico accesible. Aunque sigue siendo un formato muy importante, la desventaja del Braille es que es costoso.

 

Por otro lado, la tecnología nos ayuda también en este sentido. Existen varios programas de computadora que ayudan a las personas ciegas a “leer en voz alta” el contenido de un archivo electrónico.

 

Eso quiere decir que, en principio, cualquier libro electrónico podría ser usado por personas con discapacidad visual. Pero se requiere ir más allá. Para que un libro electrónico sea 100% accesible, es necesario incorporar ciertos elementos que lo hacen, además, un mejor libro electrónico.

 

Una de las características es la descripción de imágenes. Todas las ilustraciones, fotos, cuadros, diagramas y demás elementos visuales en un libro, han de ser descritos para que una persona invidente los comprenda. Por otro lado, se requiere hacer el libro “navegable”. Se deben introducir una serie de etiquetas que faciliten el llegar a la sección del libro que uno busca. De lo contrario, las personas con discapacidad visual tendrían que recorrer el libro entero en busca de la información que necesitan.

 

De acuerdo con cifras del Censo 2020, la primera discapacidad en México es la visual, que afecta a casi 4 millones de personas. Cierre los ojos por un momento. Ahora imagine que así es su vida. ¿Nos podemos poner en su lugar?

 

Me parece que nos ha faltado un cierto grado de empatía con las personas con discapacidad visual. Con frecuencia pensamos que su discapacidad los limita para participar de manera productiva de la sociedad. Nada más lejos de la realidad. Las personas con discapacidad no necesitan nuestra conmiseración. Lo que requieren es igualdad de oportunidades y acceso a la información, como cualquier persona con el uso del sentido de la vista. Es un tema de inclusión, de no discriminación y de justicia social.

 

Sumémonos al proyecto de accesibilidad. La industria editorial está haciendo lo que le corresponde para publicar cada vez más títulos en formatos accesibles. Con la colaboración de Ana María Bermúdez Salomón y con información del libro The Fifth Quarter Century. The International Publishers Association 1996-2021, publicado en formato electrónico por Conecta, disponible en las principales plataformas de libros electrónicos.

 

 

 

FOTO: Edición de libros en braille, editado por el Comite Internacional pro Ciegos. /Archivo EL UNIVERSAL

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