Los crímenes de guerra
Un fragmento de Los juicios de Núremberg, publicado por Planeta Libros, donde Annette Wieviorka usa de base las actas del juicio y los testimonios de primera mano para narrar las minucias de este evento que reconfiguró el curso del derecho internacional
POR ANNETTE WIERVIORKA
Todos los acusados cometieron crímenes de guerra entre el 1.o de septiembre de 1939 y el 8 de mayo de 1945 en Alemania y en todos los países y territorios ocupados por las fuerzas armadas alemanas a partir del 1.o de septiembre de 1939, al igual que en Austria, Checoslovaquia, Italia y altamar, indica el acta de acusación. En realidad, no todos los acusados estaban inculpados de crímenes de guerra, sino solo 18 de ellos. Schacht, Von Papen, Von Schirach y Streicher escaparon a ese cargo.
La lista de crímenes enumerados por la acusación francesa para los territorios del Oeste y por la acusación soviética para los del Este era larga y variada. Abarcaba desde el saqueo y expolio económicos en los territorios ocupados hasta las deportaciones, pasando por la toma de rehenes, los fusilamientos y la destrucción de aldeas. En la lista había un capítulo aparte, el del martirio de varios millones de prisioneros de guerra soviéticos.
Todos esos crímenes de guerra estaban previstos y codificados en las diversas convenciones de Ginebra y de La Haya. Mas el tribunal había incluido un crimen inédito, que ninguna convención internacional había evocado jamás, el ≪juramento de lealtad y la germanización de los territorios ocupados≫.
Las acusaciones francesa y soviética estaban a cargo de los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad, dos cargos que durante el proceso se traslaparon, pues no estaban claramente delimitados, pero que aquí trataremos de forma separada en pos de la claridad. Sin duda, gran parte de lo que sacaron a la luz los procuradores franceses y los soviéticos era inédito, pero mucho también había sido expuesto ya por las acusaciones estadounidense y británica —en particular lo relativo a los campos de concentración—, por lo que a veces fue redundante.
El 17 de enero de 1946, casi dos meses después de la inauguración del juicio, la acusación francesa tomo la palabra, representada por François de Menthon. Los procuradores estadounidenses y británico hablaban en nombre de países arrastrados a una guerra cuyos efectos no habían sufrido en su propio suelo o los habian sufrido muy poco. François de Menthon hablaba en nombre de la ≪consciencia de los pueblos, ayer sometidos y torturados en su alma y en su carne≫. Invadida dos veces en treinta anos en ≪guerras desatadas por el imperialismo≫, Francia, señaló Menthon, soportó ≪casi sola, en mayo y junio de 1940, todo el peso de los armamentos acumulados durante años por la voluntad de agresión alemana. Sin embargo, el país nunca renunció al combate, añadió el procurador general francés al mencionar las acciones de Charles de Gaulle. ≪Francia, que fue sistemáticamente saqueada y arruinada; Francia, cuyos hijos fueron torturados y asesinados en las cárceles de la Gestapo o en sus campos de deportación; la Francia que sufrió el esfuerzo más horrible de desmoralización y de vuelta a la barbarie, ejecutado diabólicamente por la Alemania nazi; les pide, en nombre especialmente de los mártires heroicos de la Resistencia, que forman parte de los héroes más puros de nuestra epopeya nacional, que se haga justicia≫.
Después de Jackson, que había evocado las etapas de la conspiración, y de Hartley Shawcross, que había enumerado las violaciones de los tratados, Menthon se propuso demostrar que toda esa criminalidad organizada y masiva deriva de lo que me permitiré llamar un crimen contra el espíritu, es decir, de una doctrina que, negando todos los valores espirituales, racionales o morales sobre los cuales los pueblos desde hace milenios han intentado hacer progresar la condición humana, pretende devolver a la humanidad a la barbarie, ya no a la barbarie natural y espontánea de los pueblos primitivos, sino a una barbarie demoniaca por ser consciente de sí misma y por utilizar para sus fines todos los medios materiales puestos a disposición del hombre por la ciencia contemporánea.
Esa falta contra el espíritu es el pecado original del nacionalsocialismo, de la cual se derivan todos sus crímenes. ≪Esa doctrina monstruosa es la del racismo≫.
Para el nacionalsocialismo, señaló Menthon, el individuo no tenía valor en sí mismo. No tenía importancia más que como elemento de la raza. El procurador francés detectaba el origen de esa mística comunitaria y racial en la crisis espiritual y moral atravesada por Alemania en el siglo XIX, una crisis profunda debida a una industrialización rápida en un país que no había encontrado su equilibrio político ni su unidad cultural, a diferencia de otras naciones de Europa. Fue en ese terreno que se impuso un ≪darwinismo social vulgar≫. Desde entonces, los alemanes ≪ya no ven en los colectivos y las razas humanas más que núcleos cerrados sobre si mismos, en lucha perpetua los unos contra los otros≫.
Tras ese largo contexto, François de Menthon expuso a grandes rasgos lo que sus adjuntos detallarían después. Primero, el Servicio del Trabajo Obligatorio: ≪Con esa institución, Alemania se proponía aprovechar al máximo el potencial laboral de las poblaciones subyugadas, a fin de mantener su producción bélica al nivel necesario. Luego, no cabe duda de que esa institución estaba vinculada con el plan general de “exterminio por el trabajo” de las poblaciones vecinas que creía peligrosas o inferiores≫. Así, 715 000 franceses fueron ≪deportados≫ a Alemania para hacer trabajos forzados.
El saqueo económico y el dominio sobre la economía fueron lo que constituyo, para Francia y los demás países del Oeste de los cuales Menthon era portavoz, una ≪perdida sustanciosa≫ que tardaría en repararse.
También estaban los ≪crímenes contra las personas físicas≫, crímenes que ≪se relacionan con una política de terrorismo. Esta debe permitir la subyugación de los países ocupados en un gran despliegue de tropas y su sumisión a todo lo que se les exigirá. Muchos de esos crímenes se relacionan además con una política de exterminio≫. Hablaba de la ejecución de rehenes —las de Chateaubriant y del Mont Valerien—, la tortura y los asesinatos.
Pero ≪no cabe duda de que el crimen más tristemente memorable cometido por los alemanes en contra de la población de los países ocupados fue el de la deportación e internamiento en los campos de concentración de Alemania.
≫Esas deportaciones tenían un doble fin: asegurarse un trabajo suplementario en beneficio de la maquinaria bélica alemana, y eliminar de los países ocupados los elementos más opuestos al germanismo y exterminarlos de forma progresiva. También sirvieron para vaciar las prisiones sobrepobladas de patriotas y alejaros definitivamente.
≫Para el mundo civilizado, las deportaciones y los métodos empleados en los campos de concentración fueron una revelación impactante. No son más que una consecuencia natural de la doctrina nacionalsocialista según la cual el hombre no tiene ningún valor en sí mismo si no está al servicio de la raza alemana≫. Dio cifras: al menos 250 000 deportados desde Francia, de los cuales solo 35 000 volvieron a suelo francés. Hoy en día sabemos que esas cifras estaban sobreestimadas, ya que alrededor de 140 000 personas, entre ellas 75 000 judíos, fueron deportadas desde Francia y que, entre los 40 000 supervivientes, no quedaron más que unos 4 000 judíos.
Menthon pintó un lienzo de los sufrimientos de los deportados, mientras se disculpaba: Lamento seguir insistiendo luego de que el ministerio público estadounidense ha presentado tantos hechos ante su gran tribunal durante los últimos días, pero el representante de Francia, que tantos hijos perdió en los campos tras horribles sufrimientos, no podría dejar en silencio esa trágica ilustración de inhumanidad total. Esta habría sido inconcebible en el siglo XX si una doctrina de vuelta a la barbarie no se hubiera instalado en el centro de Europa≫.
A esos crímenes se añadían los cometidos contra los prisioneros de guerra y los resistentes y, al final, durante los últimos meses de la Ocupación, la acentuación de la política terrorista que multiplicó los crímenes contra la población civil, como los cometidos en las aldeas mártires de Maille, en l’Indre-et-Loire, y Oradour-sur-Glane.
≪La necesidad de justicia de los pueblos mártires quedara satisfecha y sus sufrimientos no habrán sido en vano para el progreso de la condición humana≫, concluyó François de Menthon.
En el banquillo de los acusados, señaló Gilbert, Frank recibió encantado el discurso de Menthon. Sería porque era sensible a su fuerte tono cristiano, el que había encontrado la fe en prisión? Eso sí que se acerca a la mentalidad europea≫, exclamo. !Sería un placer discutir con ese hombre! Pero usted sabe, es irónico: fue un francés, Gobineau, quien fue el promotor de la ideología racista.
El placer le fue negado. François de Menthon partió definitivamente de Nuremberg tras su exposición de una alta inspiración filosófica, y Edgar Faure se presentó en el estrado para anunciar a los primeros oradores, los señores Charles Gerthoffer y Henry Delpech, especialistas en saqueo económico. Los saqueos y expolios estaban prohibidos por la Convención de La Haya. La acusación francesa formulo una lista interminable y demostró el papel particular que tuvo Göring en ese saqueo.
≪El tribunal escucho con estoicismo sus informes infinitos mas acompañados de una documentación sin fallas: “Son de una paciencia…”, me dijo refiriéndose a los jueces el abogado Champetier de Ribes, quien asumió sus funciones durante la larga semana que tardaron en alzar el telón.
El 24 de enero de 1946 fue el turno de Charles Dubost. Aún nos falta exponerles las atrocidades de las que fueron víctimas los hombres, las mujeres y los niños de los países ocupados del Oeste.
Nos proponemos aquí aportar la prueba de que los acusados, como jefes de la Alemania hitleriana, practicaron sistemáticamente una política de exterminio cuya crueldad aumentó un día tras otro hasta la derrota alemana; que los acusados premeditaron esas atrocidades, las concibieron, las desearon y las formularon como parte de un sistema que les permitiría cumplir un designio político.
[…]. Los crímenes contra las personas y los bienes que han presentado hasta ahora mis colegas del ministerio público francés estaban estrechamente ligados a la guerra. Conservaban, pues, un carácter nítido de crímenes de guerra. Los que les voy a exponer los superan por su alcance y por su sentido. Entran en los planes de una política de dominación, de expansión, que se extiende más allá de la guerra misma. Cito entonces un discurso de Hitler pronunciado en Múnich, el 16 de mayo de 1927: “Alemania solo cuenta con una posibilidad para escapar a su cerco”, decía Hitler, “y es la destrucción del Estado que, por la naturaleza misma de las cosas, será siempre su enemigo mortal: es Francia. Cuando un pueblo ve que su existencia entera está amenazada por un enemigo, solo debe tener una meta, a saber: la aniquilación de ese enemigo”≫.
Dubost presentó entonces una multitud de testimonios recogidos en Francia por el Servicio de Crímenes de Guerra dependiente del Ministerio de Justicia. Sobre todo eran testimonios de ejecuciones de rehenes, de las cuales hubo 29 666 en Francia. Para la deportación, prefirió recurrir a testigos.
El primer testigo francés fue Maurice Lampe. Resistente arrestado en noviembre de 1941 e internado dos años en Francia, más tarde deportado a Mauthausen. Describió su viaje infernal en vagones para bestias, su llegada al campo el 25 de marzo de 1944 en un convoy de 1 200 franceses, el trabajo en la cantera y el calvario de los 186 peldaños que conducían a ella. El lunes 28 de enero apareció en el estrado Marie-Claude Vaillant-Couturier, presentada por Dubost. Su testimonio causó sensación. Era la primera mujer en aparecer en un proceso en el que solo figuraban hombres: ministerio público, jueces, acusados.
Fue una heroína incontestable de la Resistencia. Diputada comunista en la Constituyente, acababa de ser promovida a caballero de la Legión de Honor. Y también dio el primer testimonio sobre el campo de Auschwitz.
FOTO: Los Aliados tomaron la decisión de enjuiciar a los líderes nazis responsables del sufrimiento y la muerte masiva de millones de judíos. Crédito: USHMM
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