Marcuse y Adorno: arte contemporáneo epistolar
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El debate sobre el papel de los intelectuales en movimientos de izquierda entre Herbert Marcuse y Theodor Adorno, representantes de la Escuela de Frankfurt, es el tema de la exposición de Camel Collective en el MUAC
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POR AARÓN BARRERA
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La distancia entre Pontresina y Zermatt es la misma que la de Zermatt a Pontresina es el título de la exposición que hasta el 23 de julio se presenta en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC). Se trata de una propuesta audiovisual y escultórica, autoría de Camel Collective –conformado por la mexicana Carla Herrera-Prats y el estadounidense Anthony Graves– inspirada en la relación epistolar que sostuvieron los filósofos alemanes Herbert Marcuse y Theodor Adorno, representantes de la llamada Escuela de Frankfurt y exponentes de la teoría crítica del siglo XX. Ésta reflexionaba sobre el papel del intelectual en las protestas de los años sesenta, en Estados Unidos y Alemania, así como sobre la potencia de los movimientos estudiantiles frente a un régimen totalitario.
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El proyecto tiene como pieza principal un video en el que dos histriones invidentes leen un guion en braille basado en las cartas de los escritores, presentado a manera de diálogo. Se proyecta al mismo tiempo un par de secuencias en la que los actores realizan caminatas por lugares que pueden resultar familiares para el espectador: mientras son narradas las misivas de Adorno puede verse una caminata en el basurero del Bordo de Xochiaca, dado su pesimismo respecto al movimiento estudiantil; un recorrido entre comercios y calles del centro de la Ciudad de México acompaña la lectura de las cartas que escribió Marcuse.
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“Los paisajes son una respuesta para involucrar al espectador con México y su entorno cotidiano. La construcción de la puesta en escena busca crear una entrada distinta a las cartas y generar una forma de extrañamiento. Todo el tiempo se pensó en generar una experiencia estética y aunque la pieza puede ser demandante, se trata de seducir al visitante para que participe en la discusión”, explica Alejandra Labastida, curadora de la muestra.
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Desde su formación en 2005, Camel Collective se ha caracterizado por investigaciones que combinan soportes como el performance, el video, la fotografía o la escultura con el uso de pedagogías críticas. Esta propuesta trabaja con la teoría como materia prima e indaga en las posibilidades del video. El proceso implicó una deconstrucción inmersiva del sonido: además de que la pieza es proyectada en un formato a dos pantallas, su audio fue editado en seis canales para que cada capa de sonido pueda apreciarse de forma fragmentada en varias bocinas y así apreciar el trabajo de edición sonora, el cual fue realizado por artistas de gaviras (que deben su nombre a Gonzalo Gavira, sonidista mexicano que formó parte del equipo ganador del Óscar por Mejor Sonido con la película El exorcista), quienes generan efectos de sonido con objetos cotidianos. Mientras los actores leen las cartas al micrófono, a un par de metros los artistas de gaviras trabajan con bolsas de plástico, placas de concreto, rejillas metálicas, mochilas, zapatos viejos y otras herramientas para dotar de vida acústica al video. El proceso también es proyectado en las pantallas.
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Herrera-Prats y Graves explican que con La distancia entre Pontresina y Zermatt es la misma que la de Zermatt a Pontresina intentaron acercarse a Marcuse y Adorno de una forma más humana.
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“Su discusión es un placer. Tienen una forma muy convincente de argumentar porque, aunque vienen de una misma corriente teórica, no piensan igual por la diferencia de sus intereses. Estar frente a sus diálogos es como presenciar una partida de ajedrez, una contienda muy inteligente y elegante”, señala Herrera-Prats.
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En sus cartas –las cuales no habían sido traducidas al español– Marcuse y Adorno charlaban sobre su familia, sus inquietudes personales y su estado de salud. La intensidad teórica de sus disertaciones requería, a juicio de los propios filósofos– de un encuentro cara a cara que jamás ocurrió. La discusión, sin embargo, sigue vigente.
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“Desde que iniciamos el colectivo en 2005 han pasado muchas cosas en el mundo, pero ahora es necesario que cambiemos de nuevo como sociedad. Los hechos se están confundiendo en Estados Unidos y pareciera que la verdad ya no importa; son estos momentos en los que el artista tiene que buscar estrategias para reconstruir y evidenciar la realidad”, considera el artista estadounidense Anthony Graves.
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Fundado en 1923 dentro de la Universidad de Frankfurt del Meno, el Instituto de Investigaciones Sociales de Frankfurt fue un medio académico para el quehacer marxista. Durante su primera década se dedicó a una constante labor práctica militante combinada con el análisis teórico.
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El movimiento superó los límites del instituto y se convirtió, hasta 1933 con el ascenso del nazismo, en una corriente de pensamiento donde convergieron teóricos que buscaban reinventar la teoría para el nuevo presente. En 1955 el Instituto volvió a localizarse en Alemania y Adorno, quien se había exiliado en Estados Unidos, volvió al instituto como una figura trascendental para el movimiento. Esta sería la etapa más fecunda de su trabajo con obras como Dialéctica negativa (1966) y Teoría estética (1970, póstumo).
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Adorno estuvo en desacuerdo con las prácticas de los movimientos estudiantiles, en especial después del mayo francés del 68, ya que consideraba que se inclinaban más a un “fascismo de izquierda” carente de argumentación crítica. El conflicto llegó al punto que sus clases eran boicoteadas por estudiantes e inclusive intervino la policía para disolver las protestas en las aulas.
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Marcuse, en cambio, fue, a partir de su incorporación a la Universidad de California, una figura popular entre la juventud estadounidense. En textos suyos como Un ensayo sobre la liberación (1973) se mostró a favor de las luchas de izquierda. En el contexto de las protestas contra Vietnam, sus aportaciones fueron retomadas incluso por otros movimientos de avanzada como el feminista y el movimiento a favor de los derechos de los homosexuales.
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En este contexto comenzó el 14 de febrero de 1969 la relación epistolar entre ambos pensadores: Marcuse trabajando con relativa cercanía a la izquierda militante en Estados Unidos, y Adorno en conflicto con los movimientos juveniles desde su cátedra en Frankfurt.
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Los integrantes de Camel Collective esperan que su obra sirva para reflexionar sobre la relación entre práctica y teoría ante posibles escenarios totalitarios presentes.
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FOTO: Esta exposición de Camel Collective, integrado por Carla Herrera-Prats y Anthony Graves, se exhibirá en el MUAC hasta el 23 de julio./Carlos Mejía/EL UNIVERSAL
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