Marejada y otros poemas

Nov 8 • destacamos, Ficciones, principales • 3489 Views • No hay comentarios en Marejada y otros poemas

 

POR LEÓN PLASCENCIA ÑOL

 

Autor del libro de poesía Revólver rojo (2011)

 

Marejada

 

Mi mujer está dormida o intenta parecerlo.(1) Escribo este poema porque te quiero, le digo. Ayer, en la playa, mi mujer jugó con un cangrejo asustado o enfermo, no lo sé. Escribo desde el no. Hay olas estridentes, enormes monstruos, krakens furiosos. Antes de que llegaran hubo marejada, dice el celador. Escribo en silencio mientras pienso en una posible marejada. ¿De qué color es el horizonte? Ayer ella jugó con el cangrejo. Es una escena cómica: el cangrejo asustado, torpe, con sus tenazas lentas. Hay demasiadas posibilidades de encontrar una piedra porosa. Ella está dormida o intenta parecerlo. Hoy corrió desnuda por la playa solitaria. No tengo intención de ser gráfico: escribo este poema porque te quiero. Éste me recuerda a otro de Wang Wei, pero también una imagen. Las nubes de este cielo rojo, como la canción, son nubes solitarias. Pero hay más; iba a decir algo: tembló en la madrugada y soñé con un cielo de cormoranes, con la Estación Central de trenes en Kioto y una montaña nevada. Esto es nuevo. No hay escritura. Anoto con rapidez caligráfica: aquí la bóveda celeste es distinta.

 

Escribo porque ella duerme o finge dormir. Voy a hacer una ecuación demasiado peligrosa. Mi mujer está dormida o finge dormir, repito una frase que no tiene sentido. Mejor, repito una frase como mantra: escribo este poema porque te quiero, digo. Ya estás mucho mejor, me dice el médico (revienta la ola de seis metros con fuerza); cuando vuelvas no olvides traerme un bloqueador solar. La sola imagen de la derrota tiene una línea horizontal que no puedo con ella. 12:35 pm. Preparo un cebiche que probé en Chorrillos. En la madrugada tembló, aunque el velador dice que fue en realidad una ola enorme que cimbró todo. Escucho voces, escucho un murmullo: el mundo cabe en el poema y ella me abraza, me susurra que esto es la felicidad, dice. Aquí estuve antes. Un caballo es un naufragio. Me duele la piel y ella duerme o parece hacerlo. No se ha perdido nada. Casi matamos un jabalí. 2:00 am. La luz del auto blanco lo asustó. El valle de palmeras, la selva, un promontorio: así suenan las palabras. Escribo este poema porque te quiero, digo. Aquel pelícano se lanza presuroso en busca de un pez; el hombre tira la atarraya y regresa con cinco ocotlanes. El cielo tiene púrpuras, brotes blancos, ráfagas que hieren los ojos. A veces estoy ausente y mi voz viene de lejos, un mensaje de texto, murmullos. Tengo voces mudas, voces del mundo flotante. Ella abre sus piernas. No compramos víveres. Una parvada zurea cerca de la espuma. La playa ya no es la misma. Estuve antes.

 

Hay actos de amor que quedan inconclusos.

 

La Culebra

 

El mar violento naranjas visibles allá una mujer avanza es tarde llegaré despacio no quisiera decirlo la arena se dispersa recuerdo con precisión los pliegues de tu cuerpo la playa está solitaria (2) Miles Davis en mi cabeza una tonada conduje lenta y torpemente una motocicleta deberías mirar el cielo es hora de que los cangrejos salgan a comer nunca viste un cielo así naranjas azules amarillos rojos cardenales el cardumen parece una mancha de un cuadro del aduanero Rosseau las casas vacías la brisa del mar un túnel de niebla entre la espuma de las olas y la arena en medio estás tú los datos no son nuevos tienes un sombrero y tus pies se hunden en la arena allá una mancha una nube de mosquitos el lenguaje es una piedra en medio de la duna nunca te vi conduje una motocicleta torpemente naranjas visibles como un fondo una tonada en mi cabeza los pliegues de tu cuerpo la bolsa los mismos colores del cielo volveré atrás de la línea pero podría decirte algo más abrojos las palmeras no bastan un valle de platanares palmeras y el auto avanza entre las curvas a veces veo el mar un espejismo luego se pierde conduje bajo un cielo cárdeno no es el mundo una franja de nubes es luz.

 

Frente a un grabado de Katsushika Hokusai

(Tu definición mejor)

 

No iré a ningún lado hay rastros de espuma

una parvada de pelícanos uno se lanza

como dardo al fondo del mar en busca de comida

ah que tú escapes en el instante en el que ya

habías alcanzado tu definición mejor no

hay líneas formales trazos de Oriente nunca te amé

en Tokio la arena finísima se extiende una

oriental con rasgos de oriental un beso había

un grupo de japoneses frente al Rothko aquel perro

negro Trocadero una cama minúscula el asma

no iré a ningún lado no es una novela negra

una línea de coca para mi amigo tirado

en una cama blanca la caspa del diablo la voz

a ras de las olas los gritos las nubes como

fondo en la bahía no iré me dices basta

el salvavidas es un ancla no iré al fondo

de las cosas una muchedumbre casi desnuda

en mi playa cuánta algarabía aguasmalas

aguasmalas volveré entonces a caminar

por una calle tokiota adolescentes como

un río fragmentado frente a un cuadro de Rothko

alguien saca un cuchillo no es una novela negra

dispara dices no callo el sol es un reflejo

de estupor aquel perro negro persigue a un

grupo de pelícanos no iré camino por mi playa

ya no está aquí el caimán una boca estupor sí

demasiado ruido volveré por ti me perdí

en el metro Tokio es un reflejo un espejismo

está bien dices me pica la arena recuerdas

mi cuadro favorito es humo se está haciendo

humo hace frío es tarde podrías volver al túnel

dos peñas en mi playa la arena finísima

se extiende hace frío no entiendo voy a otro sitio

alguien juega en la playa volverás a Tokio nunca

te gustó la película de Kitano recuerdas

a la japonesa de piernas largas del Palais

Royal no vuelvo mi playa está destruida una grieta

hay muchedumbre estruendosa algo sucede con la visión

de fondo no es un relato policíaco es

la voz asmática de Lezama su girasol

callando una habitación Trocadero una cama

minúscula el asma el asma mi playa no volveré

Tokio es una postal la voz silente no hubo silencio

respiro con dificultad no iré a Tokio como

el mulo en el abismo la muchedumbre reflejos

de reflejos dijo aquella voz casi invisible

mientras el barco se aleja en el horizonte

La Habana diré algo más unas mulatas frente

al Rothko quisiera hablar con dios dice la mujer

de la hamaca lentamente balanceándose

aquí no hay nadie sólo una muchedumbre un perro

blanco que persigue una pelota volveré dices

quiero beber algo una línea de coca para

mi amigo tirado en una cama blanca la caspa

del diablo la voz asmática de Lezama ah que

tú escapes en el instante en el que ya habías

alcanzado tu definición mejor los pelícanos

aguasmalas aguasmalas no iré a Montego amé

los escaparates tokiotas una lenta procesión

la muchedumbre se sepulta ya no es mi playa

ni Tokio la película de Kitano tiene una

voz Lezama una forma esplendente iguanas deformes

agua casi pura escucho voces demasiadas

voces en la que fue mi playa ya no

hay nada la voz de Lezama ah que tú escapes

en el instante en el que ya habías alcanzado

tu definición mejor me voy.

 

Mujer mirando un álbum de Utamaro

(Utamakura, circa 1788)

 

No es lo que existe una sola idea este viento que entra de la calle de ambos lados

 

la nube me recuerda tal vez una postal de Bilbao o Madrás iba a decirlo Ella —vestido

 

ligero— mira las imágenes se mete la luz distinta por la ventana que da al norte mi rostro

 

en claroscuro no Caravaggio una luz difusa es el instinto para sobreponerse hay

 

demasiados perros en el edificio y Ella roza sus dedos imperceptiblemente el cuerpo

 

japonés desnudo las telas floridas el kimono los biombos una luz la flor de cerezo

 

es una flor delicada abre las piernas muestra sus muslos la brisa es nueva yo soy nuevo

 

como una grulla perdida en los arrozales me gusta Utamaro y tu olor hay arquitecturas

 

del lugar vine porque me dijeron que aquí las piernas abiertas de Ella es mundo tengo

 

miedo de mí dice después el silencio pero me gusta mirar la avenida desde este cuarto

 

piso aquí te espero ehon kiku no tsuyu leo despacio rocío en el crisantemo como si

 

todo estuviera dicho el cantinero murió de un ataque al corazón ya no volví más

 

a escuchar a Billie Holiday me largo hoy fue casi mi amigo me dio un disco

 

lo tengo guardado quise devolvérselo no me gustaba escuchar esa otra música

 

Ella es fiebre me gusta le diré monte nevado lengua muda no tengo hijos Ella

 

roza sus dedos imperceptiblemente el cuerpo japonés desnudo mi caligrafía es

 

un remedo antes de que viniera Ella la avenida se cubrió de blanco granizos

 

millones de granizos y una estela blanca pensé en otro país no hay premura no tengas

 

miedo le digo me abraza “el mundo es un texto de variadas significaciones y se pasa

 

de una a otra mediante un trabajo un trabajo en el que el cuerpo siempre participa

 

como cuando aprendemos el alfabeto de una lengua extranjera” dice Simone no

 

existe un lugar tan claro Ella desnuda lo recuerdo bien espero que dejen de ladrar

 

los perros ayer vi al vecino mordió los pezones de su amiga fue rápido un relámpago

 

son demasiados los ruidos del amor Utamaro dice su rostro tiene la dulzura

 

de una kisaeng voy a construir un jardín con los restos algo se escondió en su interior

 

algo distinto algo imposible lo encontré dice Ella la flor de cerezo yo estuve enfermo

 

hay caballos y paisaje mi katana es una grulla yo soy una grulla y Ella es mi extranjera

 

el viento ondea las cortinas nada tiene forma sólo la mirada de Ella mientras entro

 

despacio es un tabachín lo que me recuerda Utamaro en su regazo Ella lanzó

 

un pedazo de carne come despacio no me gusta la cebolla pero puedes agregarle

 

mostaza el paisaje es como el vuelo de la grulla mi memoria sabe el tren iba veloz

 

y pasaban en silencio los arrozales me temo que Ella no sabe lo que es un ticús pero

 

aprieta mi cintura con sus manos entro despacio algo se perdió pero estoy aquí.

 


 

1. Despertarte a mitad de la noche / y ver en el otro lado de la cama / a tu mujer llorando / es una experiencia importante. / Quiere decir, entre otras cosas, / que mientras paseabas por los cuartos iluminados de tu cerebro / algo se estaba gestando cerca de ti. (F C)

 

2. “…si ves al Buda, mátalo. La niebla persiste. Nada me ha dejado en los últimos días y sin embargo lo extraño todo / la melancolía es una navaja que se afeita a sí misma: no lo entiendo.” (M M)

 

* Fotografía: La gran ola de Kanagawa, grabado de Hokusai / ESPECIAL

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