Marzo para siempre
POR LUIS VICENTE DE AGUINAGA
a Teresa, veinticinco años después
El mundo era otro mundo.
Se hablaba de países, de palabras, de himnos
que ya no quieren decir nada.
Incluso los mendigos y los bancos,
que siempre son iguales,
eran otros.
Otro era el mundo
y, por lo visto, no era para siempre.
Nos preocupaba la cursilería.
Nos preocupaba decir más
o menos de lo necesario.
Las canciones nos daban la palabra
y en algunas,
aunque nadie pudiera explicar cómo,
marzo era marzo para siempre.
Yo te miré de cerca,
tú me viste mirarte
y era normal que preguntáramos:
¿qué tal si marzo fuera para siempre?
Que todo se perdiera
qué importaba:
la vida o el amor o Amado Nervo.
La canción importaba
contigo viéndome de cerca,
yo viéndote mirarme
y marzo siendo marzo para siempre.