Más allá de la representación corporal en el arte

Oct 28 • destacamos, Miradas, Visiones • 1840 Views • No hay comentarios en Más allá de la representación corporal en el arte

 

Sin pudor ni falso exhibicionismo, el artista británico Lucian Freud se centró en el cuerpo humano: su obra desafía las nociones convencionales de la belleza

 

POR ANITZEL DÍAZ
Una mañana de 1994 Sue Tilley se levantó temprano y se fue a trabajar en una dependencia de gobierno. Esa misma noche llegó a una típica casa de ladrillos inglesa, tocó a la puerta y cuando le abrieron, entró en una estancia, se quitó la ropa y se recostó en el piso. Ese día comenzó a posar para Lucian Freud. Ella tenía 30 años y pesaba 127 kilos.

 

Fueron cuatro cuadros los que surgieron de la colaboración; Benefits Supervisor Sleeping (Supervisora de Beneficios Durmiendo), el más famoso; fue vendido en una subasta en 2008 por una cifra récord en ese momento para una obra de arte creada por un artista vivo. Quizá, el título del cuadro nos lleve a pensar que Sue era una burócrata que un día decidió desnudarse para posar frente a un pintor, después de todo la descripción del trabajo habla de supervisar un equipo de analistas de beneficios que investigan, analizan, evalúan, diseñan y administran planes. Nada más alejado de la realidad. En los años 80, Tilley conocida como Big Sue, era un rostro conocido en los clubs nocturnos de Londres, incluso trabajó en Taboo, de Leigh Bowery, quien había posado para Freud y le presentó al artista. Su desparpajo al posar conquistó al pintor logrando una intimidad compartida que se refleja en cada curva y línea trazada en el lienzo. La obra es un testimonio de dos individuos singulares que compartieron un momento creativo único. Juntos lograron crear una imagen esencial, contundente.

 

La pintura es un retrato brutalmente honesto; real. Ella está recostada en un sofá, relajada. Visualmente es atractivo y retador. En su exceso, es un desafío a la normalización de la anatomía mediática. Lucian Freud traduce su personaje a carne, músculo, pliegues; sin pudor ni falso exhibicionismo deja al descubierto la vulnerabilidad de la figura humana. Captura no sólo la apariencia física de Tilley, sino también su esencia como individuo. La franqueza se agradece. El temperamento del artista se siente en el trazo, en el impasto; sobra materia, ahorra color.

 

Hoy Sue es maestra, artista, escritora y modelo, tiene un jardín de rosas y una casa a la orilla del mar. Ha salido en videos musicales, ha tenido varias exposiciones individuales, Fendi utilizó sus dibujos para sus productos, la biografía que escribió sobre Leigh Bowery, diseñador y artista, será una película. Durante la pandemia comenzó a dar clases de pintura en Facebook. Es sobreviviente del cáncer de mama. Durante una entrevista contó: “Sabes cómo se llama el hospital donde me curaron? La conquista. ¿No es un nombre encantador? Mi cuerpo que es tan famoso. Ahora está mutilado. Debería haber preservado mi pecho para dárselo a Damien Hirst”.

 

Con su presencia corpulenta y autenticidad innegable, desafió las nociones tradicionales de belleza al convertirse en el sujeto de la obra maestra de Freud. Personificando la idea de que el arte es un reflejo de la vida misma: compleja, diversa, auténtica. Su papel como musa trasciende la mera representación pictórica, desafía las nociones convencionales de belleza y destaca la importancia de la individualidad en el mundo del arte.

 

La figura humana ha sido un tema recurrente en la historia del arte. Desde los ideales renacentistas de belleza hasta las exploraciones de la vanguardia en el siglo XX, donde impera, en el cuerpo de las mujeres retratadas, el contexto de la moda impuesta. Así, la mujer “rubenesca” era blanca, con un ligero sobrepeso. Las mujeres de Renoir y Fragonard comparten la misma picardía y de alguna manera la misma estética.

 

La temática de Lucian Freud, pintor contemporáneo británico de origen alemán, fue el cuerpo humano. Sus modelos favoritos fueron las personas que le eran cercanas: amigos, familia, pintores, amantes, niños. “Pinto personas no por cómo son, ni a pesar de cómo son, sino por cómo están”, explicó. Su estilo se caracteriza por el uso de pinceladas audaces y una atención meticulosa a la anatomía y los detalles de la piel. Sus desnudos son sinceros, francos, cargados de una humanidad que desconcierta. Freud buscaba la verdad y no la belleza, pues en la verdad está la belleza.

 

 

 

FOTO:  Lucian Freud pintó en 1995 a Sue Tilley, una mujer británica de 127 kilogramos. La pintura se llama Supervisora de beneficios durmiendo. Crédito: EFE

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