México y su grandeza insular

Mar 30 • Conexiones, destacamos, principales • 1458 Views • No hay comentarios en México y su grandeza insular

 

Las islas son un tesoro para la conservación de la biodiversidad y el desarrollo sustentable, pero el cambio climático y las especies invasoras amenazan su hábitat

 

POR FABIÁN DURÁN
El territorio mexicano se extiende más allá de sus costas y trasciende los límites impuestos por los mares que lo rodean. Con una extensión de aproximadamente 2 millones de kilómetros cuadrados, el país cuenta con 17 estados costeros que están rodeados de más de 4 mil 100 islas. Cada uno de estos estados cuenta con una franja denominada mar territorial que comprende una franja de 12 millas náuticas, aproximadamente 22 kilómetros. Las islas que se encuentran en los mares mexicanos amplían considerablemente estos territorios, sobre todo los insulares que se encuentran más alejados del continente. A esta área se le conoce como la Zona Económica Exclusiva (ZEE) y amplía nuestro territorio y soberanía 3 millones de kilómetros mar adentro.

 

Estas porciones de tierra representan sólo el 0.03% del territorio mexicano. A pesar de su pequeña extensión, estas áreas tienen un gran valor desde diferentes perspectivas, especialmente en términos de biodiversidad, lo que potencia los recursos pesqueros.

 

Su naturaleza es variada, ya que pueden ser cayos, islotes, atolones, bancos, archipiélagos, arrecifes o formaciones rocosas sin nombre. Según el Catálogo del Territorio Insular de 2015 del Inegi, estos territorios se dividen en seis regiones distintas: Pacífico norte y sur, Golfo de Tehuantepec, Golfo de California, Golfo de México y el Mar Caribe. No todas las islas están habitadas, sólo 131 cuentan con comunidades, dedicadas, principalmente, a la pesca y a los servicios turísticos.

 

Existen diversas clasificaciones de islas, que varían según su origen, su ubicación dentro o fuera del continente, entre otras. Sin embargo, para el doctor Alfonso Aguirre, quien ha dedicado más de 35 años al estudio de recursos naturales, conservación y desarrollo sustentable, especialmente en las costas, mares e islas del noroeste de México, los Territorios Insulares Mexicanos (TIMS) poseen características que los definen por su valor biológico.

 

Las distancias marinas actúan como barreras que pueden facilitar o limitar la comunicación entre las especies biológicas, lo que resulta en la presencia de especies únicas, como el lobo fino de Guadalupe (Arctocephalus townsendi), que es endémico de la Isla Guadalupe.

 

El aislamiento de estos territorios insulares ha propiciado que el valor de biodiversidad sea muy alto. “Hemos estimado que en una unidad de superficie hay 15 veces más especies que en el continente nacional, cada hectárea de isla en México vale 15 veces más que en el continente en términos de biodiversidad”, afirmó Alfonso Aguirre, fundador y exdirector del Grupo de Ecología y Conservación de Islas (GECI).

 

Según la Conabio (Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad), debido a su aislamiento geográfico y sus dinámicas evolutivas, las islas mexicanas son consideradas como uno de los lugares más ricos e importantes del mundo en cuanto a biodiversidad y en número de especies endémicas. En nuestras islas habitan aproximadamente 2 mil 066 especies terrestres y 2 mil 545 especies marinas, de las cuales 218 son endémicas.

 

Laboratorios naturales

 

Las islas son entornos donde los procesos evolutivos han creado un equilibrio ecológico único. En algunas islas donde el ser humano ha habitado, desempeña un papel fundamental tanto en la conservación de este equilibrio como en su impacto en el ambiente.

 

Para el doctor Alfonso Aguirre, “lo que tenemos en las islas es algo así como zoológicos y jardines botánicos, en un mismo espacio, construidos de manera espontánea, de forma orgánica y lo mismo ocurre bajo el agua, el medio se encuentra aislado por corredores marítimos y es fluido”. Este término de manera científica se denomina conectividad e implica un flujo de los procesos naturales que sustentan la vida, como la libertad de los seres vivos para moverse libremente y acceder a los recursos que necesitan para prosperar.

 

En México, las cooperativas pesqueras han habitado estos ricos ecosistemas durante más de 85 años. Aguirre afirma que “poco a poco se ha construido de manera social un paradigma de desarrollo sustentable en las islas de México”. Desde 1925, durante el gobierno de Calles, se creó una ley de pesca, la cual ha sido modificada a lo largo de la historia para ampliar sus alcances en cuanto a especies marinas y zonas costeras con presencia de cooperativas pesqueras. El objetivo de la ley, denominada “Especies reservadas a las cooperativas”, fue beneficiar a los pescadores agrupados en estos esquemas protegiendo a las especies marinas y otorgándoles exclusividad para aprovechar ciertas especies. Lázaro Cárdenas ratificó dicha ley en 1937, otorgándoles exclusividad para el aprovechamiento de camarón, ostión, almeja, totoaba, cabrilla, curvina y langosta.

 

Las islas no sólo representan laboratorios para la conservación de la biodiversidad, sino escenarios para verdaderos experimentos de desarrollo sustentable, donde las comunidades costeras han competido con grandes consorcios y planes en los que no están incluidas. Aguirre explica: “Al estar aisladas, se pueden probar esquemas de manejo alternativos en condiciones controladas”.

 

Otra ventaja que ofrecen los territorios insulares es la posibilidad de implementar el uso de energías alternativas. Como explica Aguirre Muñoz, “en estas áreas dispones de una variedad de recursos naturales como corrientes, viento, mareas y sol. Además, debido a los gradientes térmicos presentes, se pueden utilizar sifones con cambios de temperatura en el mar para obtener energía. Esto ofrece numerosas oportunidades para explorar y desarrollar soluciones en el campo de la energía alternativa en las islas, convirtiéndolas así en laboratorios no sólo de biodiversidad y manejo de recursos naturales, sino de energías renovables”.

 

Las amenazas a las islas

 

Aunque el mar y la distancia podrían parecer como una protección para las especies de plantas y animales que viven en ellas. La realidad es que las islas y sus vulnerables hábitats sufren de grandes amenazas. La más inminente es la elevación del nivel del mar ocasionado por el calentamiento de los océanos, que causa el derretimiento de los casquetes polares y pone en peligro a las islas bajas como los atolones, cayos y arrecifes.

 

Una de las mayores amenazas para la biodiversidad de las islas es la introducción de especies exóticas invasoras. La legislación mexicana define a la especie exótica invasora como aquella que no es nativa, que se encuentra fuera de su ámbito de distribución natural, que es capaz de sobrevivir, reproducirse y establecerse en hábitat y ecosistemas naturales y que amenazan la diversidad biológica nativa, la economía y la salud pública (DOF, 2010).

 

De acuerdo con la Conabio, existen especies exóticas en todos los ambientes naturales. Sin embargo, sólo aquellas que logran establecerse, dispersarse en nuevos sitios y causar impactos negativos en la biodiversidad, los ecosistemas, la economía, la salud y la sociedad son consideradas un problema y se les llama especies exóticas invasoras. Estas son responsables de ser la segunda causa de pérdida de biodiversidad en las islas a nivel mundial y la tercera en México.

 

Las especies que más han dañado los hábitats insulares son las ratas, gatos, perros, cabras, cerdos, conejos y ratones. Estos animales han colonizado los ecosistemas isleños debido a la actividad humana. En muchas ocasiones, estos indeseables habitantes fueron llevados a las islas accidentalmente por visitantes, mientras que en otras ocasiones fueron introducidos deliberadamente para alimentar a pobladores locales. “Sus impactos son variados y devastadores: desde la depredación y competencia por recursos hasta la destrucción y fragmentación de hábitats, así como daños físicos y químicos al suelo. Además, estas especies introducidas desencadenan efectos indirectos, como la propagación de semillas, enfermedades y parásitos, y la perturbación de las redes tróficas. Esta situación representa una seria amenaza para la salud y la economía de las comunidades locales”, informa la página oficial del GECI.

 

Otra de las amenazas que afectan a estos paraísos es el uso que le dan los seres humanos a las islas, “el turismo, el uso indiscriminado de los recursos, o establecer granjas acuícolas, incluso, con especies exóticas invasoras” afirma el doctor Federico Méndez Sánchez.

 

Para el doctor Alfonso Aguirre, este desarrollo turístico se mantenía dentro de límites moderados antes de la pandemia, “lo que nosotros veíamos como tres capas de conservación enlazados, que eran federal, estatal, y municipal, se quebró, algo pasó que están surgiendo torres a nivel del mar, torres de condominios, preventas, algunas de las torres ya acabadas… fue muy impactante ver eso; una isla que parecía que podía tener alternativas, en este caso con el turismo, pero limitado, se desbordó”. Este tipo de desarrollos impacta de manera inmediata los ambientes naturales de cualquier isla y conlleva un despojo a las comunidades autóctonas de pescadores que son desplazados a otras zonas.

 

Un enfoque especial para territorios únicos

 

Las amenazas a las islas son diversas y aunque en algunos casos poco se puede hacer para evitarlo desde la trinchera de la ciencia, las investigaciones de los especialistas en biodiversidad apuntan a dos problemas prioritarios: especies invasoras y calentamiento global. Para ambos problemas la solución es crear sistemas resilientes. “¿Cómo hacer que los ecosistemas sean resilientes? Pues robusteciéndolos y es lo que estamos haciendo con la reforestación de la Isla Guadalupe, con la eliminación de las especies invasoras y es una prioridad altísima, no sólo en términos de las islas sino para el patrimonio natural de México”, afirma el doctor Aguirre.

 

Las erradicaciones ocupan metodologías complejas ya que las especies exóticas invasoras son por lo general escurridizas y cada isla tiene un ambiente diferente. Los resultados después de eliminar estas especies son sorprendentes, pero requieren de mucha planeación e investigación previa.

 

Según la página oficial de GECI, “en los últimos 100 años se han extinguido 20 especies y subespecies de vertebrados endémicos de las islas mexicanas; todas, excepto tres, han sido a causa de mamíferos invasores. Con el fin de prevenir la extinción de más especies, se han erradicado 60 poblaciones de 11 mamíferos invasores de 39 islas mexicanas. Estas acciones de erradicación han protegido a 147 especies endémicas —34 reptiles, 21 aves y 69 plantas—, así como a 227 colonias de anidación de aves marinas”.

 

Las islas de México poseen ambientes extremadamente vulnerables, lo que destaca la importancia de escuchar las opiniones de los especialistas que trabajan en estos entornos. “En sociología o geografía ambiental se sostiene que la diferencia entre un espacio y un territorio radica en si tiene o no sentido. Un espacio existe sin una apropiación de significado, mientras que un territorio lo tiene. Esto nos lleva a la pregunta fundamental: ¿qué hacer con este territorio nacional?, ¿tenemos derecho a él?, ¿es parte de nuestra soberanía territorial? Mi respuesta es: debemos cuidarlo de manera especial. Es algo único y un privilegio enorme que tenemos los mexicanos con las islas del país, especialmente estos territorios remotos como Revillagigedo, Isla Guadalupe, las islas de Baja California, las del Caribe como Alacranes y Chinchorro. Debemos cuidarlas con esmero porque son patrimonio para las generaciones presentes y futuras. Es crucial proteger y preservar estos valiosos ecosistemas”, enfatiza Aguirre Muñoz.

 

 

 

FOTO: La Isla Socorro, llamada antes Santo Tomás, que forma parte del Archipiélago de Revillagigedo

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