Jamás a las cenizas

May 16 • destacamos, principales, Reflexiones • 3039 Views • No hay comentarios en Jamás a las cenizas

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En la poesía de Minerva Margarita Villarreal (1957-2019) es recurrente el tema del erotismo como una criatura humana, tan indómita y al mismo tiempo vulnerable

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POR CLAUDIA BERRUETO
La poesía de Minerva Margarita Villarreal es una declaración en llamas, el centro iluminado del laberinto, la certeza de perderse y en ese perderse hallar, con nuestros recobrados gestos originales, el camino de regreso entre un vibrante aliento bíblico y un desbordado latido erótico. Un canto que llueve hasta horadar la piedra. Poesía que son cicatrices soñando con ser heridas de nuevo, el resquemor de la memoria, el tomar todas las edades y ninguna; son las maneras en que el amor y su altura, al igual que su devastación, se manifiestan al habitar esta voz, porque son ellos la brújula en el paisaje discursivo de la obra de Minerva.

 

Con espíritu de jaculatoria, oración breve y fervorosa que brilla sobre la página y fuera de ella, latiendo en el mundo, abarcando horizontes sonoros por completo, sus versos nos colocan ante la persecución y ante la inmovilidad. Esta vastedad no es sólo dada con la imagen sino con la revelación que logra su nítido lenguaje al explorar el restallido de la pasión, la devoción herida que habla con voz grave y el amor que se despeña hacia el cielo persiguiendo nuestra rendición en su vuelo incorpóreo y pertinaz.

 

El amor en esta poesía es declarado más allá de su propia condición, es decir, alcanza el rapto total que implica el ser devastado por sus designios para sentir en él al magnífico animal que no nos abandona, a la bestia que nos ha consumido, o bien, a la indescifrable criatura que hemos perdido una y otra vez.

 

Dentro rompe la creciente
y salgo de las sombras que se alojaron en mí
y me invadieron de tiniebla
Mi animal huye por la montaña
Hacia allá salgo todos los días
empapada de oscuridad
Y de regreso
ya que la luz declina
la nube divide y corta en dos al sol
Dos soles bañan lo perdido
Allá quedaron mis pies buscándolo
mis ojos
mi perdido animal
Desnuda nací y desnuda me iré
pero nada serás
sin estos versos
convertidos en pájaros
convertidos en círculos
en pasos
que mis años alargan
hasta el solar
donde nos desposaron

 

 

El amor habla a través de los escollos de su travesía, así la cualidad de quien ama durante el abatimiento es la de la piedra que se abandona al agua; un canal abierto que recibe y descarga al mundo de manera contundente.

 

La piedra
bajo la lluvia
bajo la lluvia
la piedra
que ve a Dios

 

 

“Nadie canta con tanta pureza como los que están en el más profundo infierno: su canto es lo que creemos el canto de los ángeles”, apunta Kafka. Vestigios que son tomados como regalos bajo el destello de quien resiste una transición del cuerpo; la voz siendo el agua que desciende y espera, la piedra convertida en templo y en derrumbe. Vulnerable pero invencible, esta voz poética describe la violencia del despertar y la incertidumbre de descubrir a Dios como lluvia complaciente o como lanza. Esta voz lleva en su sangre la herida abierta del cielo, y en su música el latido que es conciencia pura. Amor y abatimiento conviven y resisten; en medio del derrumbe hay comunión, durante la caída el mundo se expande, en el vórtice el amor encalla.

 

Altas paredes de metal
ventanas abiertas al abismo
Aún estos cielos que se desmoronan
me acercan a ti

 

 

Jorge Cuesta dice: “Escribir poesía, no buena ni mala, sino la que en verdad es, demanda desprenderse de toda realidad, de todo afecto, de toda seguridad; es preciso confiarse a la aventura imprevisible de la inteligencia; es preciso no temer los abismos que a cada paso se abren, los peligros que cada contacto significa, las muertes, porque cada instante se cambia para nacer y perecer otra vez”.

 

La poesía de Minerva Margarita pertenece al ciclo encendido por el agua que al agua vuelve. Jamás a las cenizas.

 

FOTO: Margarita Minerva Villarreal recibió el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2016./ Salvador Castañeda

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