Miroslav Slaboshpitsky y la conexión sordomuda

Oct 17 • Miradas, Pantallas • 3780 Views • No hay comentarios en Miroslav Slaboshpitsky y la conexión sordomuda

POR JORGE AYALA BLANCO

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En La tribu (Plemya, Ucrania-Holanda, 2014), feroz debut silencioso en cierto modo neosilente como autor total del cortometrajista ucraniano de 40 años Mirosh Slaboshpitsky (Incidente 06, Diagnóstico 09), con libreto y producción suyos, el inocente adolescente sordomudo Serguéi (Grigoriy Fesenko) arriba despistado por completo a una estación ucraniana de paso carretero adonde logra ingresar a un internado para jóvenes con discapacidades como la suya presuntamente destinado a su capacitación y reinserción social, pero, luego de cien relegaciones, tras ser obligado a ingerir sus alimentos deliberadamente escupidos al lado de un idiota en el comedor general, encerrado por mofa en una habitación de chavas agresivas que lo expulsan de inmediato, impedido de permanecer en ningún cuarto común a él asignado y, en un cascarón fabril para gozo colectivo, compelido a partirse la cara a puño limpio con un güerejo burlón, al que sin embargo logra vencer, bien pronto dándose cuenta de que allí se ha impuesto un dominio hostil ejercido, en connivencia con las autoridades del lugar, por los mayores y más despóticos, genuina turba de malandros a quienes debe servir como esclavo, congraciarse con ellos y ayudarlos en sus labores nocturnas de prostitución de las compañeras con los traileros que cruzan la región, aunque por mala suerte de su bullying servil acabará enamorándose perdidamente de la guapa rubia delgadísima Ana (Yana Novikava) que acepta cualquier degradación con tal de ser apoyada mediante billetes y trámite de visa en su proyecto de emigrar a Italia, designio que será torpe y peligrosamente interrumpido por el indeseable enamorado que se enfrentará ilusamente a toda la mafiosa tribu imperante de la conexión sordomuda con tal de retenerla, provocando tanto la eliminación mortal de ella como su propia rotura de cabeza en un lavabo, sin que nada pueda extinguir después sus deseos de venganza.

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La conexión sordomuda está interpretada por genuinos sordomudos vueltos excelentes actores no profesionales que hablan a señas imparables, o a enérgicos gestos y autoritarios ademanes rabiosos, sin traducción posible a ningún idioma, erigiéndose en impenetrables personajes-figura que sólo pueden tener un nombre diferenciador en los créditos finales, imponiéndole un inefable e inexpugnable toque de autenticidad al conjunto, carente además de música y sólo permitiendo incluir en su banda sonora pasajeras eclosiones de mínimos ruidos ambientales, en contraste con la violencia dominante, para constituir con todo ello una especie de magma impertinente y misterioso, cual avalancha lenta y detenida, cuya severa sucesión de planos secuencia fijos y frontales de larga duración estática ostenta una impasibilidad que va a imponerse a su vez con fiera fuerza antiglamourosa y dura del behaviourismo límite, al interior exteriorizado de esa buñueliana insolidaridad extrema entre discapacitados, esa cruel imposición del Silencio tan sostenida (dentro de la moda Moebius tan insólitamente lanzada por el coreano Kim Ki-duk 13), ese predominio de la Ley de la Selva o del Lobo y el Cordero (según el fundacional minimalista No reconciliados de Böll-Straub 65), más allá y más acá del catálogo-desfile de ojeteces.

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La conexión sordomuda tiene cual puntos cruciales algunos momentos de acción pura, casi de aventura sórdida y heroica a su manera, que apenas se adivina, sea la patiza-show de bienvenida por los montoneros jubilosos, o sea la cadena de alevosos despojos que culmina en vomitona omnisacrificial, trátese del peregrinar de las precoces propuestas casi inofensivas tocando las cabinas nevadas de los traileros para copular por incómoda entrega inmediata con dispuestísimas chavas allí mismo, o trátese del atractivo de las artesanías multicolores irrumpiendo gabinete por gabinete ferroviario bajo la forma de un vagonero rapiñador, o bien del amor loco manifestándose a contracorriente en el cochambroso abandono de una cópula iniciática o de un avanzado 69 entre cuerpos prodigiosamente desnudados en el tortuoso apremio de una sala de máquinas, o del doloroso aborto bárbaro practicado a la heroína con fierros y mecatito sostienepatas para batir sin anestesia en su propio terreno al neonaturalismo rumano de los inolvidables 4 meses, 3 semanas, 2 días (Mungiu 07), ahora en el tono ínfimo de una decadente versión eslava suprema.

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La conexión sordomuda se plantea, desde otra perspectiva, como la crónica malvada de un internado vuelto ámbito-digest, presidido por la violencia y la prostitución, en medio de un desierto de concreto del silencio, tanto como del ruido, con apenas algunos leves ruidos inquietantes, en donde reina la brutalidad sin la mediación del lenguaje hablado, para sordomudos desalmados, o sea entre criaturas carentes de articulación verbal, simbólicamente despojados de pensamiento complejo y desprovistos de esencia humana, sin alma ni culpa, puesto que todo se ha reducido a una teatralidad salvaje de impulsos elementales, básicos, cercenados de cualquier matiz, elaboración o complejidad en la comunicación.

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Y la conexión sordomuda hurga en la condición del recluido como alegoría microcósmica de otra corrompida reclusión mayor, a nivel existencial y patrio, devastada y malévolamente postsoviética, cual extrema densidad inorgánica de los cuerpos silenciados de antemano o digna metáfora de la indignidad nacional, reafirmando por medio de un turbio epílogo maquinal-asnal ¿pero también lúdico-trágico? su esencia última de ficción antithriller de ortodoxa serie negra y su cardiaca naturaleza de fábula con estilo biliar pero sin humor, esa justa conclusión-shocking en la que el otrora inocente héroe apabullado va aplastando por turno, a contundentes caídas de buró, a cada uno de sus antiguos amos dormidos, como un ángel exterminador sordomudo y sordamente justiciero cuya muda labor de peste blanca aún se escucha durante la oscuridad de los eternos créditos contundentes.

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*FOTO: La cinta del director ucraniano se exhibirá en la Cineteca Nacional hasta el 22 de octubre/Especial.

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