Chihuahua y OFUNAM, arrancan…
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El fin de semana pasado, dos orquestas retomaron actividades, aun con limitaciones pero en un ánimo que anuncia la vuelta de cierta normalidad de la vida cultural
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POR IVÁN MARTÍNEZ
De haber seguido la vida su curso normal, hoy estaría escribiéndole sobre los conciertos de la temporada anual de la Sinfónica de Minería. En los temas que pasan por esta página, habría dedicado este verano también a algún nuevo disco y a alguna función de la Ópera de Bellas Artes; le habría contado que fui al Cenart a ver una ópera para niños y habría incluido dos musicales que estaban programados para estrenarse este verano.
Me habría centrado, como siempre, en lo que pasa en la Ciudad de México; excepcionalmente, y así por lo que resta del año, habría acudido a alguna actividad musical de otros sitios, bien conocidos y ya visitados, regulares en la cartelera. Esta nueva, incierta y temporal modalidad virtual que estamos viviendo, sin embargo, me ha permitido, como a todos, explorar y descubrir lo que se hace en otras latitudes. Algo bueno tenía que salir.
Sabía, por ejemplo, que en Chihuahua existen varios grupos estables y que uno de ellos es la Orquesta Filarmónica del Estado (OFECH), pero nunca la había escuchado. Nunca estuve en Chihuahua y como sucede con la mayoría de los ensambles mayores “del interior”, han logrado tradición y tienen arraigo con sus públicos locales, pero pocas veces salen de sus ciudades. No cabe el reproche hoy, pero tiene que ver con nuestro centralismo y con el poco apoyo que tienen de sus autoridades para lograr ampliar sus perfiles fuera.
¿Cuántas giras hicieron antes a la Ciudad de México o a sus estados vecinos, las orquestas de Hermosillo, Zacatecas y Saltillo, incluso las de mayor trayectoria como las de Aguascalientes, Monterrey o Acapulco? Tampoco lo harán pronto, uno de los terribles frutos de esta pandemia será, por un tiempo, dar un paso atrás en el apartado de giras artísticas. En todo el mundo. Pero existe internet y la necesidad compartida de seguir, ellos tocando y nosotros escuchando.
El fin de semana pasado, dos orquestas mexicanas comenzaron lo que de alguna manera es el regreso a sus actividades. Con transmisiones “en vivo” y sin público. La OFECH lo hizo retomando lo que cada año es su temporada de verano, ahora matizada y acomodada a las obligaciones de necesidad sanitaria (por turnos y no la orquesta completa y con uso de mascarillas). Y la Filarmónica de la UNAM (OFUNAM), que estaría en periodo vacacional, con recitales de sus solistas, calentando motores para lo que será el otoño.
Lo registro así y me emociona porque ya no es el video eventual, como los que estuvieron saliendo, no es un guiño ocasional más –necesario y recibido con agradecimiento– de las instituciones artísticas para mantenerse vivas: se trata ya de las primeras temporadas “regulares” tras el encierro, con conciertos formales y completos; del primer paso firme de camino al futuro. Aunque sea por internet, ambas nos están dando certidumbre: ésta es la transición y no los semáforos multicolor.
El viernes 7, desde el Palacio de Gobierno del Estado, en vivo, la orquesta chihuahuense se dividió en tres ensambles, presentando a sus cuerdas en repertorio arreglado para cada sección: los violines tocaron piezas de Carl Bohm, Juan Crisóstomo Arriaga y Jeremy Cohen; las violas, de Tchaikovsky y Fauré; y los chelos, el Kol Nidrei de Bruch.
Más allá de la crítica: sí, hubo pasajes de pena, sobre todo en el ensamble de violas, con problemas muy evidentes de afinación, pero también otros muy bien procurados, como el ensamble de chelos en su sonoridad de conjunto, hay que recalcar la pertinencia. No se trata sólo de un gesto simpático que hay que aplaudir porque “qué bonito verlos tocar de nuevo”, sino de las necesidades que cubren, de lo que significa contar con una orquesta que siga tocando. Dándonos con esa pequeñita actividad, la única certidumbre que hay por ahora, frente a otros aspectos –sobre todo de salud y económicos, pero no únicamente–, que ninguna autoridad ha podido dar en este país.
Sí es un pequeño alivio después de todo, más en ciudades como Chihuahua, en las que “su orquesta” es parte de la vida comunitaria, alrededor de la que suceden cosas y fenómenos no sólo musicales.
A la OFECH se le seguirá escuchando los viernes de agosto, en vivo, a las 6 de la tarde (7 para el centro del país) por sus redes sociales, donde se puede regresar a este primer ejercicio. Conozcámosla. En los siguientes días, también se dará a conocer la programación virtual que está por comenzar en Aguascalientes. Ésta tendrá público reducido, quizá la primera mexicana en hacerlo, y comenzará con una estrella, Iván López Reynoso, quien aparecerá doblemente como director y contratenor.
Por su parte, el sábado 8 la OFUNAM inició su serie con uno de sus concertinos, Sebastian Kwapisz, quien ofreció desde su casa un programa muy diverso y balanceado de repertorio para violín solo: un movimiento de la Fantasía no. 1 de Telemann, dos Caprichos, el 7 y el 24, de Paganini, un Estudio de Wienawski y dos movimientos de la Segunda sonata de Ysaye. Hubiese preferido obras completas y, aunque no le pongo un pero a la demostración de solvencia técnica, un poquito más de pasión y arrebato, de emoción. Me sonó todo un tanto rutinario, sin ser necesariamente gris; tampoco es que Paganini e Ysaye requieran mucho más. Y disfruté especialmente el nivel de producción audiovisual (les deja la vara alta a los siguientes participantes).
En el mismo canal, los sábados de agosto se presentarán (y puede regresar a ellos en cualquier momento), el clarinetista Manuel Hernández (sábado 15), el violonchelista César Martínez-Bourguet (sábado 22) y los violinistas Carlos Arias y Juan Luis Sosa (sábado 29).
FOTO: El violinista Sebastian Kwapisz durante su recital para la OFUNAM. /Especial
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