Rusalka y Nadine Sierra: banquete operístico

May 5 • destacamos, Miradas, Música, principales • 4772 Views • No hay comentarios en Rusalka y Nadine Sierra: banquete operístico

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La carrera por el mejor concierto vocal del 2018 inició hace unos días con la presentación de la soprano Nadine Sierra al lado de la Orquesta Sinfónica de Minería, con un repertorio que abarcó desde Giacomo Puccini, Gaetano Donizetti y un rico repertorio de Mozart

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POR IVÁN MARTÍNEZ

Tras casi seis meses de asueto escénico, estrenando dirección artística y administrativa y sólo después de una ejecución olvidable del Réquiem de Verdi el mes pasado, la Ópera de Bellas Artes comenzó su año en el Teatro del Palacio de Bellas Artes con la revisión de la producción diseñada en 2011 por Enrique Singer para Rusalka, de Antonin Dvórak, en una temporada que estrenó el pasado jueves 26 de abril y que podrá verse todavía este domingo 6.

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Los resultados y el recibimiento general han sido exitosos, como lo fue en el estreno original que significó el debut operístico de Singer, aplaudido director teatral que actualmente se encuentra al frente de la Compañía Nacional de Teatro.

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Con todo y las modificaciones al enfoque dramático que hizo para algunos personajes cuando llevó la producción al Teatro Colón de Buenos Aires, su eficacia en este montaje permanece intacta gracias a su interés por mantener la literalidad de la historia –es decir, respetando el libreto a diferencia de algunos colegas suyos que sólo encuentran su originalidad en el error de enmendar dramaturgias– y por saber enfocarse en la propia sensibilidad musical de la partitura, que es donde se encuentran los valores que debieran guiar siempre una puesta en escena de este género.

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No es que haya sido una puesta de rutina, poco original o tradicionalista. Es, de hecho, muy original y moderna, y le ayudan en su tarea la escenografía de belleza fotográfica (aunque esa belleza no sea bien asimilada desde cualquier butaca) de Jorge Ballina, enmarcada por la siempre artística iluminación de Víctor Zapatero. Pero no es perfecta, dos detalles menores debieron preverse desde la puesta original de 2011: la manufactura de la luna rompe la estética preciosa del resto y sabiendo que habría problemas de movimiento para los cantantes, con las plataformas que simulan las aguas en que se desarrolla la escena como los sigue habiendo, debió ensayarse mejor el trazo escénico en ellas; no es cosa menor y podían preverse, ensayarse y evitarse también los errores mecánicos de ambos elementos.

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Si lo que se ve está al nivel de lo mejor que se ha visto en Bellas Artes, lo que se oye se acerca también mucho a sus más altos estándares. O casi. Si bien la Orquesta del Teatro se encuentra en su mejor momento, y su titular Srba Dinic llevó la función con gran efectividad tanto en la labor concertadora de voces protagonistas y las fuerzas de los ensambles del Teatro, como en la mera ejecución orquestal, se escucharon un par de pasajes en los cornos que pueden ser mejorables no sólo en afinación, sino en colores, que en general me parecieron áridos. Y no sólo eso, me pareció que no había mucha unidad de estos en pasajes donde una misma línea es compartida por dos instrumentos.

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Es verdad que la partitura de Dvórak es famosa y aplaudida por la riqueza y la conjunción de sus elementos folklóricos, pero me hubiera gustado más escuchar una lectura menos folklorista; más que por intenciones rítmicas o de fraseo, precisamente por el color cuando se trata de envolver las líneas vocales.

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Como Rusalka, la argentina Daniela Tabernig ha estado inmejorable, y aunque igualmente hubiera preferido sus colores menos ásperos y optaría por el enfoque actoral menos “adolescente” del pasado, los encontré coherentes y alineados en un mismo concepto. Evidente éste y no exagerado vocalmente o sobreactuado, naturales sus intenciones, que no necesitaría la explicación a la que, de todos modos, se ha referido el mismo Singer acerca de su revisión.

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Magnífico y potente el bajo Kristin Sigmundsson como Vodnik, del resto se recibió lo esperado, sin encontrar fallas salvo en la disparidad de la Princesa Extranjera, a cargo de Celia Gómez, en una puesta enteramente redonda y positiva donde todos los elementos estuvieron en el mismo estándar, ésta es confusa en su concepto visual y actoral y está poco pulida en el desempeño vocal.

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El banquete operístico con que apenas vamos iniciando el año se coronó el miércoles 2 de mayo con el debut en México de la soprano Nadine Sierra, en una gala en la Sala Nezahualcóyotl acompañada por la Orquesta Sinfónica de Minería con la batuta de su titular, Carlos Miguel Prieto. No peco de elogioso si digo desde ahora que el público se ha deleitado con el mejor concierto vocal del 2018.

El director Carlos Miguel Prieto y la soprano Nadine Sierra con la Orquesta Sinfónica de Minería. / Juan Carlos Reyes / EL UNIVERSAL

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Sierra ofreció un banquete variado tanto de estilos musicales como de su paleta de recursos expresivos, de la gracia de la Julieta de Gounod, a la coquetería de la Musetta de Puccini, al virtuosismo escénico y sonoro de incisos donizettianos, y –en lo que más la había disfrutado en grabaciones– su refinado y muy particular gusto para atender el repertorio mozartiano. Cada inciso fue rico en carácter, su musicalidad seductora y sus fraseos muy sensibles en la amplitud y el control de su fiato.

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La orquesta de Minería ha estado gentil y elegante, destacadamente espléndido en la alineación de esta noche el cuarteto de primeras maderas: la flautista Maria Vakorina, quien se lució en la cadencia del aria “Il dolce suono” de la Lucia de Donizetti, el oboísta Joseph Shalita, el clarinetista Manuel Hernández, quien cantó bellamente su solo en la obertura a La forza del destino de Verdi, y el fagotista David Ball. Prieto por su parte ha corrido con mucha suerte: no precisamente ducho ni experimentado en el arte de seguir cantantes, corrió el programa con eficacia –y alegría exaltada evidente por sus resultados- a pesar de sus varios tropiezos y la adrenalina de una práctica que no es la suya.

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FOTO: La soprano Nadine Sierra estuvo acompañada por la Orquesta Sinfónica de Minería. / Juan Carlos Reyes / EL UNIVERSAL

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