Néstor Perlongher: poeta, activista y chamán

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A tres décadas de su fallecimiento, el sello argentino Blatt & Ríos lanza Un barroco de trinchera. Cartas (1977-1986), obra que reúne las misivas a su amigo, el escritor Osvaldo Baigorria

 

POR DANIEL GIGENA
LA NACIÓN/GDA

A 30 años de la muerte de Néstor Perlongher (1949-1992), en São Paulo, a los 42 años, los “jadeos de jade” de su voz neobarroca siguen pujando. Poeta, anarquista, militante pionero en el Frente de Liberación Homosexual (FLH) y creador de grupos radicalizados (en 1973, apareció fotografiado como tal en la revista Así), sociólogo egresado de la Universidad de Buenos Aires, asistente social en barrios populares, “emigrado sexual” a Brasil durante la dictadura militar, autor de textos políticos y crónicas (reunidos en Prosas plebeyas) y de poemarios clave en la segunda mitad del siglo pasado (Austria-Hungría, Alambres, Parque Lezama), etnógrafo de la prostitución masculina y el sida, integrante del culto al Santo Daime, fue también un corresponsal incansable. Para la ocasión, el sello argentino Blatt & Ríos acaba de lanzar Un barroco de trinchera. Cartas (1977-1986), que reúne las misivas a su amigo, el escritor Osvaldo Baigorria.

 

 

“A Perlongher lo recuerdo por su valentía como el primer intelectual argentino que a principios de los años 70 declaraba en público su condición de militante homosexual, presentándose como miembro del FLH —dice Baigorria al diario La Nación de Argentina—. En tiempos en que los edictos policiales castigaban con penas de cárcel la ‘exhibición pública con ropas indecorosas’ y la ‘incitación al acto carnal’, Néstor era ese estudiante de sociología de pantalones ajustados y zapatos con plataforma que encarnaba con su palabra, su cuerpo y su andar desafiante un reclamo de visibilidad. Era la visibilidad de un deseo que no aspiraba a ser reducido a un territorio de tolerancia donde pudiera vivirse una homosexualidad retirada del campo social sino un punto de partida para todos los devenires y líneas de fuga que pudieran cruzar las fronteras de la identidad y hacer estallar la normalidad patriarcal”.

 

Algunas cartas de Un barroco de trinchera fueron escritas desde la Argentina y otras desde Brasil. “País que en esos años era definitivamente más abierto a las disidencias sexo-genéricas —apunta Baigorria—. En esta edición actualizada se podrán leer 16 cartas más de las que fueron publicadas en la primera edición de editorial Mansalva, cartas que rescaté de la cabaña canadiense en donde recibía su correspondencia y que por diversos motivos habían quedado olvidadas en una vieja valija de cuero. En ellas se podrán leer las aventuras, desventuras y peripecias de Perlongher para deambular por las calles, por la academia y por el activismo micropolítico en Buenos Aires y en São Paulo, relatadas con esa inteligencia y ese humor que barroquiza, carnavaliza y parodia el realismo social y político del imaginario de la época”.

 

En una carta de noviembre de 1983, se lee: “Viajo a la Argentina en diciembre para ver el nacimiento de la Venus democrática y festejar el triunfo de la derecha (que las lamentables condiciones de nuestro terruño nos hacen consentir llamar de liberal) sobre el fascismo metalúrgico”. En otra, de junio de 1984: “Baires: Alfonsín sigue la represión contra los gays y otros divergentes, declara el ministro Tróccoli (de Interior) a El Porteño que ha de mantenerse el escarnio”.

 

Para Baigorria, “todos los textos y proyectos de Perlongher desestabilizaban tanto a los géneros literarios canónicos como a las orientaciones sexuales establecidas”. Cabe recordar que el cuento “Evita vive (en cada hotel organizado)”, publicado en la revista El Porteño en 1989, desató la ira de ediles justicialistas y radicales por su audaz recreación de la líder peronista. “En su monumental poema barroco-beat ‘Cadáveres’, creo que hay un reconocimiento de su figura mítica como fundacional para todas las generaciones de poetas y artistas que desde los años 80 defendieron la libertad y la diversidad”, sostiene.

 

Con el paso de los años y las luchas, Perlongher fue uno de los primeros en renegar de la “cárcel” de la identidad gay que, según él, encerraba el deseo en un gueto. Enfermo de sida, se volcó luego al culto del Santo Daime y a un “devenir brujo”. ¿Fue un místico el poeta nacido en Avellaneda en la Navidad de 1949?

 

“En los últimos años de su vida, cuando experimentó con la ayahuasca suministrada por el Santo Daime, derivó hacia ese misticismo centralmente corporal, en un contexto ritual, chamánico, donde el cuerpo abandona el yo personal, y en éxtasis se abre a la comunidad de seres humanos y no humanos —responde Baigorria—. Viajó a la selva amazónica para un contacto directo con esa comunidad religiosa a vivenciar cómo era esa relación entre lo humano y lo vegetal. Puede verse un misticismo tal vez más clásico en sus últimos años, con el VIH colonizando todo su cuerpo, cuando escribe ‘Alabanza y exaltación del Padre Mario’ y ‘Canción de la muerte en bicicleta’. Pero ese devenir brujo proviene de aquella experiencia con alucinógenos, que él también llamaba ‘enteógenos’, y que es algo previo a su diagnóstico de sida. Es cierto que hay en los poemas de su última etapa una búsqueda de luz o ‘energía azul libidinal reichiana’, como él escribe”.

 

“En la figura de Perlongher se combinan, casi como en ninguna otra, las facetas del poeta y del militante —dice el poeta, investigador y docente Enzo Cárcano—. Si bien esta última dimensión parece más evidente en su obra ensayística, es posible también pensar la poesía perlongheriana a la luz de su incursión inicial en una izquierda miope, que calificaba la homosexualidad como un vicio burgués, y del posterior liderazgo que ejerció en el FLH. De hecho, la lírica de Perlongher destaca como un punto de inflexión en un panorama de la poesía homoerótica argentina”.

 

Cárcano y Jorge Luis Peralta publicaron este año La lira marica. Una antología de poesía homoerótica argentina (Saraza), que incluye composiciones que van desde principios del siglo XX hasta la actualidad. “Con Perlongher, la sexualidad se politiza: hay lugar para la sátira política en clave sexual (Austria-Hungría), pero, además y al mismo tiempo, para el goce anal, para la voz de las locas, para la admiración del chongo —agrega Cárcano—. El deseo velado que se cifraba en clave o apenas se murmuraba en los discursos poéticos previos, en Perlongher es un decir descarado, sin miramientos, en el que el semen y el barro se mezclan en un registro nuevo, distinto, irreverente, que enloquece el lenguaje con enrevesadas volutas y se atreve a denunciar los cadáveres, en Alambres, que por doquier dejó la dictadura. Perlongher, militante y poeta, cimentó senderos que todavía hoy son transitados y aprovechados por muchos que quizá ignoran la potencia de esos gestos estéticos y políticos”.

 

Con autores de su generación como Víctor Redondo, Arturo Carrera y Tamara Kamenszain, estableció una red afectiva y poética. “Me gustó mucho Austria-Hungría, por su gran capacidad asociativa y su atmósfera —dice el escritor Jorge Aulicino—. Creo que en la medida en que se autodefinió como neobarroso perdió profundidad, sugerencia, incluso esa vaga decadencia encantadora de Austria-Hungría. Su poema más popular [‘Cadáveres’] es obvio y fácil. Como alguna vez señaló Santiago Perednik, se basa en el mismo mecanismo del célebre poema ‘Libertad’, de Paul Eluard. Es claro que lamentablemente los poemas más populares suelen ser los más fáciles y adocenados. Como dijo Baigorria, terminó siendo un ‘barroco de trinchera’, y esto, si me disculpan, no funciona. Fue un gran poeta que se detuvo. Vi que Austria-Hungría, la edición original que hizo Fogwill, se vende a 165 mil pesos (512 dólares). Lo vale”. Néstor Perlongher también vive en cada “biblioteca organizada”.

 

Un poema de Perlongher

 

“Devenir Marta”

 

A lacios oropeles enyedrada

la toga que flaneando las ligas, las ampula

para que flote en el deambuleo la ceniza, impregnando

de lanas la atmósfera cerrada y fría del boudoir.

 

 

A través de los años, esa lívida

mujereidad enroscándose, bizca,

en laberintos de maquillaje, el velador de los aduares

incendiaba al volcarse la arena, vacilar

 

 

en un trazo que sutil cubriese

las hendiduras del revoque

y, más abajo, ligas, lilas, revuelo

de la mampostería por la presión ceñida y fina que al ajustar

 

 

los valles microscópicos del tul

sofocase las riendas del calambre, irguiendo

levemente el pezcuello que tornando

mujer se echa al diván

De Hule (1989)

 

FOTO: El 26 de noviembre de 1992, Néstor Perlongher falleció de una septicemia generalizada producida por el SIDA que padecía desde hacía algunos años/ Fundación Malba

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