No, no nos moverán. La plaza tomada de Carmen Berenguer

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Una de las voces más representativas de la poesía chilena ha sido publicada en México por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Carmen Berenguer. Plaza tomada. Poesía (1983-2020) es una antología que acerca a la obra de esta poeta, cuya propuesta es definida como narrativa, versicular, aforística y visual desde una visión feminista y marginal. Reproducimos un fragmento del prólogo y una selección de poemas

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POR CLAUDIA POSADAS

Conciencia vigilante
La obra de la poeta, ensayista y artista visual chilena Carmen Berenguer (Santiago de Chile,1946), Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2008, representa un testimonio social, de género y urbano encauzado a una crítica desinstaladora de los sistemas globales que marginan y oprimen a los diversos grupos humanos. El suyo es un planteamiento antipatriarcal y anticolonizante encaminado a darle la vuelta de tuerca al logocentrismo dominante y que, además, da espacio a las voces de las minorías por lo que, como ha dicho Pedro Lemebel, “es una propuesta de género, estructural y política”.

 

Asimismo, su búsqueda estética es consustancial a esta visión.

 

 

Nos situamos frente a una conciencia altamente comprometida que se ha mantenido vigilante de su historia y su realidad, aspecto que ha delineado una de las obras más significativas y vitales de Latinoamérica.

 

Existe un consenso crítico en torno a la obra de Berenguer que ha privilegiado diversos tópicos de su trabajo, de los que destaca el aspecto del lenguaje y su ascendencia neobarroca; la multiplicidad discursiva y el desplazamiento de significados, con el fin de eludir la censura en tiempos de dictadura; el uso de recursos visuales; el dar voz a las minorías urbanas y marginales; el feminismo, y el cuerpo como espacio de cosificación y violencia. También, hay un acuerdo antológico reflejado en Obra poética (Cuarto Propio, Santiago, 2018), que reúne su poesía completa desde su primer libro, Bobby Sands desfallece en el muro (1983), hasta su título de 2016, Mi Lai, y las selecciones Una lengua en trance: Carmen Berenguer y Reynaldo Jiménez, poetas que nos interpelan (Cuarto Propio, Santiago, 2019), Lásbica (Fundación Pablo Neruda, Santiago, 2018), Venid a verme ahora, poemas escogidos (Mago Editores, Santiago, 2012), y Chiiit, son las ventajas de la escritura (LOM, Santiago, 2009).

 

Sin embargo, para mostrar una perspectiva amplia, pero a la vez crítica y esencial de esta obra a un lector mexicano que no ha accedido a su totalidad en tanto que no existía una compilación de este trabajo ni accesible ni mucho menos editada en nuestro país, había que establecer un criterio que abarcara la mayoría de los aspectos señalados y la variedad de texturas de esta poesía. Debido a ello no era pertinente organizar una selección con base en alguno o varios de los temas señalados sin caer en una visión acaso parcial; asimismo, mientras nos enfrentamos a una poesía a la vez narrativa, versicular, aforística y visual que además cultiva poemas de muy largo aliento, muchos de ellos cercanos a la crónica (género que también ejerce) y que, en sí mismos, contienen sus múltiples temáticas, y ante la problemática en cuanto a extensión que implicaría mostrarlos completos, no era factible hacer una selección sin dar una visión fragmentaria al incluir sólo textos antologables por su brevedad o menor complejidad en su factura.

 

Me interesó proponer un tipo de conversación que, por supuesto, tomara como referente el canon crítico y antológico pero que, aunado a esta convergencia, sumara rutas de diálogo. Como mencioné, un factor constitutivo de esta poesía es la conciencia objetora a partir de la cual se escribe y se crea el ethos literario. Es una perspectiva que ondea a lo largo de esta obra desde el primer libro de Berenguer hasta el más reciente y es de tal compromiso, coherencia y capacidad analítica del entorno, que permite tanto la apelación retrospectiva como la del contexto actual vertido en las protestas sociales iniciadas el 18 de octubre de 2019 en Chile.

 

Dicha conciencia toma forma y se materializa en un correlato conexo con una trama histórica de violencia de estado e imposición de un capitalismo llevado al extremo ejercido contra el pueblo chileno.

 

Vinculado a este correlato, tanto en la realidad como en la obra de Berenguer, se puede identificar una figura que se levanta como su símbolo e imagen constitutiva: la imagen de La Plaza. Veamos. Esta plaza, cuyo referente real se ubica en Santiago de Chile y que oficialmente es llamada Plaza Baquedano (aunque mayormente se conoce como Plaza Italia, es una explanada donde han convergido tanto las celebraciones como las protestas ciudadanas, además de que, por su ubicación y conexiones con las diversas zonas de la ciudad, es un espacio por el que transitan los sectores sociales del país, desde los sujetos disidentes, las tribus urbanas, las minorías diversas, los marginados, hasta los ejecutivos y los altos mandos.

 

Esta figura y sus implicaciones sociológicas y simbólicas, es un motivo constante a lo largo de la obra de la autora y al mismo tiempo se constituye como la metáfora de la misma en tanto esta poesía refleja y representa el ágora en la cual se manifiestan todas las voces de una sociedad que clama.

 

En ese sentido, el correlato se puede organizar progresivamente a partir de dos temporalidades representadas por esa figura, es decir, dos extremos, uno desde cual se parte, que en este caso es la plaza concebida como Zona 0 en la medida en que este espacio ha sido llamado en la actualidad de esta forma por ser y haber sido el epicentro de las movilizaciones, y otro al cual se desemboca, que es la plaza resignificada como Plaza de la Dignidad, en tanto que el pueblo chileno ha rebautizado este sitio con este nombre a partir de las manifestaciones recientes.

 

Entre esos dos pilares, he identificado diversos momentos derivados del correlato que pueden ser ubicados dentro de una dimensión temática, que corresponden tanto a los aspectos estudiados en la obra de Berenguer, como a tópicos no muy atendidos por la crítica, que, considero, amplían el espectro crítico de esta poesía y que he organizado en seis ejes de significación. De esta manera, el libro se divide en ocho capítulos que coinciden con estos nudos: 1. Zona 0; 2. La crítica y cuestionamiento del sistema; 3. El cuerpo cosificado; 4. La mujer como voz imprecativa; 5. Lo urbano; 6. El lenguaje; 7. Lo biográfico como fundamento del discurso y 8. Plaza de la Dignidad, este último conformado por poemas de muy reciente factura que forman parte del más actual libro publicado por la autora en Chile, titulado Plaza de la dignidad (2021).

 

Por otra parte, en tanto el correlato es atemporal, es decir que éste, en el trabajo de Berenguer, puede identificarse retrospectivamente en las diversas etapas de su escritura, fue propicio realizar su relectura desde dicha atemporalidad ya que éste dialoga con la historia, además de mostrar una capacidad apelativa, “una futuridad”, como diría Julio Ortega, al demandar, desde el pasado y en el presente, el ahora, aspecto que puede observarse en la serie de inéditos que cierran esta antología ya que corresponden a la conciencia histórica y social que esta poesía observa.

 

Así, esta muestra fue estructurada no desde un punto de vista cronológico, sino dialógico, de tal modo que los textos pertenecientes a los libros de Berenguer publicados a la fecha (Bobby Sands…,1983; Huellas de Siglo, 1986; A media asta, 1988; Sayal de pieles, 1993; Naciste pintada, 1999; Mama Marx, 2006; Maravillas Pulgares, 2012; Mi Lai, 2015, Plaza…, 2021) fueron organizados, independientemente de la época en que fueron escritos, de acuerdo a su relación con los ejes temáticos señalados los cuales, dada la total coherencia de esta obra, se imbrican unos con otros.

 

Cabe anotar que, en casos muy específicos de poemas de largo aliento que contienen en sí diversos temas como “Irene Paulova es la reina de las noches moscovitas” o “Fragmentos de Raimunda”; o de series unitarias conformadas por textos breves como en el libro Sayal de pieles, con autorización de la escritora se acudió a retomar sólo aquellos fragmentos o unidades seriales relacionados con el eje en cuestión, los cuales son debidamente citados para que el lector ubique su referencia bibliográfica.

 

Por último, un aspecto emblemático es que esta obra implica una especie de metapoética espacial que se torna en fundamento, puesto que no sólo hablamos de una visión forjada desde el observatorio metafórico de la poesía, sino desde un observatorio real y tangible, ya que la autora reside en los Edificios Turri, ubicados enfrente de la Plaza Italia, por lo que todos los días, desde la ventana de su estudio, la poeta ha atestiguado y atestigua el movimiento, la sonoridad, la energía de una plaza tomada por la ciudadanía chilena, lo que la convierte en un testigo privilegiado de la lucha en su país y en una conciencia vigilante en permanente resistencia.

 

 

Despertar en el gueto latinoamericano
Carmen Berenguer pertenece, cronológicamente, a una generación que vivió la dictadura militar en Chile (1973-1990) en la que se encuentran figuras como Diamela Eltit, Raúl Zurita, Pedro Lemebel, Elvira Hernández y Lotty Rosenfeld, quienes construyeron espacios de sobrevivencia contracultural, es decir, circuitos marginales de publicación y producción poética, plástica, audiovisual y performática que mantuvieron viva la escena artística.

 

Pero, sobre todo, estos creadores forjaron una estética de la resistencia a través de la cual les fue posible expresar su reflexión sobre la realidad de su tiempo, de tal manera que sus obras pudieron generarse y circular clandestinamente, dentro de un marco de censura. En ese orden, se realizaron propuestas artísticas relevantes y ad limitum que han transformado y/o influido la estética latinoamericana, no sólo por significar una búsqueda estructural o formal, sino por el fundamento intrínseco y, en caso de Berenguer, como se dijo, de conciencia e interpelación de la circunstancia humana y social que implicó su escritura.

 

Por supuesto, esta convicción y compromiso tiene hondos basamentos.

 

Una recomendación que Berenguer suele brindar a los jóvenes es el preguntarse desde dónde se escribe: desde qué lugar, desde qué realidad y, a partir de allí, cuestionarse sobre el qué y el cómo escribir.

 

La autora lo tiene muy claro. En primer orden, y desde la retrospectiva reivindicatoria de lo biográfico-ficticio, da noticias de su origen en la sección “Breve narración de sus motivos íntimos”, incluida en ese impactante testimonio de todas las marcas, de todas las manchas, de todos los señalamientos con que es clasificada la mujer latinoamericana desde su nacimiento que es Naciste pintada; de todas las cárceles, los espacios cerrados, las casas, donde es apresado, torturado, marginado, el cuerpo y la conciencia femeninos. Mestiza, crecida en las periferias, intelectual de izquierda, huachita, criada por mujeres valientes (su madre y sus tías) y sin presencia paterna, Berenguer traza “el preludio de mi inconformidad”, como dijo en el discurso con que recibió el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2008.

 

En segundo lugar, la toma de conciencia tiene que ver con sus estancias en Estados Unidos (1969-1973, y en 1978), experiencias que podemos entrever en ese testamento “de hiperconciencia” que es Mi lai.

 

En Usamérica, la poeta tuvo contacto con la energía liberadora de la contracultura y el movimiento hippie, el feminismo, la lucha por los derechos civiles, con el idioma inglés, que pronto dominó, y con la cultura de ese país al viajar, en una especie de road movie, por su territorio. Imprescindibles en su magma libertario fueron sus lecturas de esos años, desde los teóricos como Deleuze, Julia Kristeva, Marx, Julieta Kirkwood, Jung, Simone de Beauvoir, Angela Davis, Guy Debord, Monique Witting y novelistas como José María Arguedas, hasta el revelador trabajo de las escritoras tanto feministas y las cercanas al movimiento beat, como el de las defensoras y activistas de los derechos humanos y de la raza afroamericana, de los judíos y de los latinos, a quienes ha traducido, entre ellas, Diane di Prima, Ntozake Shange, Adrienne Rich, Alice Walker, Anne Sexton, Demetria Martínez, Alicia Gaspar de Alba y Marianne Moore.

 

Significativa ha sido también la poeta anarquista irlandesa-estadounidense Lola Ridge y su poema The Gueto, un testimonio de exclusión de la comunidad inmigrante judía del Lower East Side de Nueva York. Asimismo, el canto hondo, de resistencia y protesta de Janis Joplin y Joan Báez, y el de las grandes blusistas afroamericanas como Bessie Smith, Ida Cox y Ma Rainey, cuyos spirituals azules han dado fuerza y duelo trascendente a la poesía de Berenguer.

 

Otra artista definitoria en la concepción de Berenguer ha sido la poeta de ascendencia judía, Muriel Rukeyser, considerada como la fundadora de la “poesía del testimonio” o “poesía documental”. Dicha poesía es una corriente literaria desarrollada básicamente en Norteamérica, en la cual el compromiso ético y social del poeta lo convierte en “testigo” de la historia, de las contradicciones del sistema capitalista, de la violencia y la injusticia, aspectos que expresa, desde su subjetividad, en el poema.

 

Sin embargo, un discurso vital en la estética y visión de la autora fue Gertrude Stein y su Poema patriarcal, una escritura radicalmente opuesta al logocentrismo que, al reflexionar sobre la naturaleza patriarcal del lenguaje, planteó, desde una visión feminista, su propia semántica.

 

Pero, ante todo, la responsabilidad y compromiso con su país fue creciendo al percatarse, retrospectivamente, y habiendo estado en las entrañas del monstruo mismo, del golpe de estado contra el gobierno de Allende, que fue maquinado en los sótanos norteamericanos del poder.

 

En tercer lugar, la noción vital, ética y, por consecuencia, estética, se reveló brutalmente al retornar a aquel “principio de un fin de esta historia y un fin de lo que fue ese Chile”, como lo dice en uno de sus poemas más impactantes incluido, por supuesto, en Mi Lai, que es “Papeles sueltos en aquellos momentos de incertidumbre… Primer regreso…”.

 

El latigazo de realidad fue terrible: amigos y familiares detenidos-desaparecidos, encarcelados, torturados o en el exilio; hambre, delación; Víctor Jara, acribillado, destrozadas sus virtuosas manos por los militares, inhumado en algún lugar del Cementerio General, las últimas palabras del derrocado presidente Salvador Allende transmitidas por Radio Magallanes vibrando, soterradamente, en el corazón, en el alma rota del pueblo chileno, rota como rotas las manos de Jara, rota como rotas las palabras de los poetas: “Y esa lengua recibió un golpe mortal y se llenó de llamas la casa de La Moneda, corazón de la república, y se llenó de lágrimas y se embargó de tristeza el valle y la muralla de piedra y fueron arrojados al mar y fueron perseguidos y fueron vencidos”.

 

Desde entonces la poeta reafirma, en medio del silenciamiento, en el respirar, pero ante todo en la conciencia y en el lenguaje, la resistencia ética y estética. Como dice Berenguer: “Es una búsqueda orientada a pensar la poesía. Esto comenzó en momentos difíciles, en momentos de una contingencia compleja. Es decir, cómo pensar, cómo poetizar en un período de convivencia tan violento, con tanto odio, como el que vivimos en la época de la dictadura”.

 

Escribir, reflexionar, mientras los libros eran quemados en la plaza por los militares; amanecer no en alguna temporada, a la manera de Rimbaud, sino todos los días, en el horror dentro de, como todas las mujeres que claman en Naciste pintada, el gueto latinoamericano: “yo no tuve estadías en el infierno. Yo viví el infierno”.

 

FOTO: Plaza Italia fue el punto donde se congregaron las protestas de 2019 en Santiago de Chile./ Susana Hidalgo

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