Nueva ola de compositores

Ago 8 • Miradas, Música • 3554 Views • No hay comentarios en Nueva ola de compositores

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El sector de los estudiantes de música no ha parado en su intención de mostrar sus creaciones y ha sabido aprovechar las plataformas de streaming, como lo muestran estos festivales en línea

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POR IVÁN MARTÍNEZ

Entre las iniciativas que han surgido en las últimas semanas, me llamó la atención una encontrada en facebook, Quodlibet, cuya descripción sencillamente dice que “es una página que pretende dar voz al sector estudiantil mexicano, mediante pláticas, conciertos y entrevistas”. Surgió de un alumno de composición de la Facultad de Música de la UNAM, Ricardo Antonio Martínez, y supe de ella cuando empezaron a aparecer en mi timeline los anuncios del concierto virtual ofrecido el 1 y 2 de agosto.

 

 

Ahí me tuvieron conectado ambos días: de sus afiches, me interesó ver creadores muy jóvenes (la mayoría son estudiantes aún y eran caras que desconocía) y que se habían organizado entre ellos para dar vida a la plataforma. Importa porque es una iniciativa autogestionada (cierto que no “cuesta” abrirse una página así, organizarla, reunir videos, editarlos, curarlos, no es hacer cualquier cosa), nacida de la necesidad de ellos mismos de hacer que su música se escuche. Y de hablar sobre ella.

 

 

Sin ambages y sin guardar sus proporciones lo digo: recuerda lo mismo iniciativas como la del festival de jóvenes compositores que organizó Ana Lara cuando ella misma tenía la edad de Ricardo, o la de la hoy legendaria revista Pauta, de Mario Lavista. En México, los compositores jóvenes no tienen espacios de difusión de su música, que incluye la discusión sobre ella; las instituciones siguen sin dárselos y ellos mismos las han tenido que crear, casi siempre y desde siempre. Ahora, ningún encierro los iba a parar.

 

 

Mi sorpresa luego es que no hubo sorpresa. Se presentaron obras de doce creadores y antes de la presentación de cada una, ellos mismos hablaron brevemente dando una introducción. Cierto que doce son todavía pocos, sirve para que cualquier persona interesada en la música se eche un clavado para averiguar cómo anda la música de esta nueva ola de compositores mexicanos, los últimos de la generación milenial y algunos frutos ya de la generación z.

 

 

Spoiler: hay de todo. Discursos más sofisticados que otros, algunos más aterrizados y algunos menos solventes; diferencias en el manejo de su oficio; obras en un nivel muy pulido y otras a las que falta una última revisión; del lado de las ejecuciones, algunas espléndidas y otras con detalles que dejan mucho a desear, aunque en casi todas permaneciera la oportunidad de distinguir la calidad de las obras. Algún día habría que hablar de la necesidad de autocrítica de los compositores hacia sus intérpretes: sucede en todas las etapas.

 

 

En términos banales, también hubo presentaciones muy preparadas, frente a otras más descuidadas; algunos videos muy profesionales y otros donde era mejor no mirar para que las escenografías no distrajeran de lo que escuchamos.

 

 

Dos detalles llamaron mi atención y hay que registrarlos: a pesar de la riqueza en estilos y procedencias, sentí que hubo un foco en la Facultad de Música de la UNAM (como espero que habrá otros conciertos, supongo habrá más estudiantes de otros sitios). El otro, sin detenerme mayormente en detalle, es la “paridad”. De doce creadores, tres fueron mujeres: únicamente lo registro, no lo digo como una crítica y, si no me detengo, es porque no sé cómo podría eso cambiarse, pues sé también que la disparidad es aun mayor dentro de las aulas.

 

 

El maratón dividido en los dos días comenzó con la Aparición de San Sebastián, de Aquiles Lázaro, quizá el más maduro entre todos. Escrito -y grabado- el año anterior, es una pieza para quinteto de flauta, clarinete, violín, violonchelo y piano, que en principio y concepto puede parecer un ejercicio de exploración de texturas y sonoridades, pero su discurso no lo es tanto. A Aquiles lo he venido escuchando hace tiempo y he sido testigo de varios terrenos que ha pisado al tratar de encontrar una voz representativa, lo que creo ha tocado con mayor firmeza en esta obra como en ninguna otra, que me parece es muy objetiva en su concepto arquitectónico, así como muy clara y directa en su mensaje e intenciones discursivas. No dudo que será un pilar de su obra cuando sea reunida y estudiada toda dentro de algunas décadas.

 

 

Entre otras cosas, ese mismo día se escuchó Saxofonía no. 1, para saxofón alto de Gerardo Sauceda, otra de las piezas más interesantes de la serie: se trata en principio de una exploración de las posibilidades tímbricas del instrumento a través de diversas técnicas, un Estudio en su más pura concepción, con resultados de suficiencia tanto para el aprendizaje de los gajes del lenguaje idiomático, como para la práctica del instrumento y como pieza propia de concierto. Y de Jimena Palma de Gyvés, la canción La que no quiere despertar, de las piezas más sólidas y que merecen mejores presentaciones que este video; ella mencionó con timidez que era su primer acercamiento a la escritura vocal, ojalá sea el inicio de un fructífero corpus de canciones (hay mucha madera e instinto).

 

 

Del domingo 2, sobresalieron: de Erik Tapia, El peso en el aire, para flauta sola; pieza de enorme belleza, pura y directa en su poética, que conjuga riqueza de posibilidades expresivas con delicadeza de discurso; del propio Ricardo Martínez, Tres mitofonías para clarinete, una serie de piezas de carácter que quizá habría que retrabajar para lograr luego una obra de mayor envergadura; y la Sonata para guitarra de Arturo Martínez Zanabria, a quien ya no sé si admirar más por su delicadeza como guitarrista o por el sofisticado oficio que va labrando como compositor.

 

 

Más allá de lo que pudiera yo decir de cada obra, lo importante es que la iniciativa haya nacido. Es deseable que exista mientras dure el encierro, pero también que se traduzca en algo más tangible cuando podamos reunirnos a escucharlos en la sala de concierto. El público nos merecemos escucharlos también en vivo.

 

FOTO: El joven guitarrista Arturo Martínez Zanabria participó en la segunda jornada del festival Quodiblet./ Facebook

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