Un torbellino llamado Octavio Paz

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La vida de Octavio Paz no puede separarse del devenir político e intelectual del siglo XX, así lo apunta Christopher Domínguez Michael, quien descifra con su libro la obra del poeta mexicano

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POR RODRIGO MENDOZA

 

 

Saltando indistintamente entre ensayo, narración biográfica y crítica literaria, Christopher Domínguez Michael acerca al lector a la figura paziana y a las circunstancias que envolvieron su paso por el mundo en su eminente Octavio Paz en su siglo. Así, esta reedición se convierte en un marco de referencia de la intelectualidad mexicana del siglo pasado, así como de los procesos políticos que intervinieron en su desarrollo, lo que constituye a esta obra como un meticuloso repaso por la producción literaria del siglo XX.

 

Lo que convierte a Octavio Paz en su siglo en una obra capital del panorama literario contemporáneo son dos elementos: el primero es la minuciosidad con la que ensambla política y literatura dentro de una misma figura que fue reconfigurando su pensamiento con el paso del tiempo sin dejar de ser fiel a sí mismo; y el segundo es el repaso cronológico de las generaciones literarias nacionales del siglo XX, entre contemporáneos y generación de medio siglo.

 

Además, el biógrafo no se desentiende de las acusaciones políticas y morales que han caído sobre el ganador del Nobel con el paso de los años, pero a través de su prosa ofrece todas las perspectivas y argumentos de los que dispone para convencer al lector de que Paz, si bien apoyó abiertamente a mandatarios priístas como Salinas de Gortari y Zedillo —lo que le ganó el mote de poeta de derecha injustificadamente, pues había confrontado previamente a Díaz Ordaz y Echeverría, episodio al que Domínguez le dedica numerosas páginas—, definitivamente significó un antes y un después dentro del mundo intelectual hispanoamericano.

 

La relación personal entre el biógrafo y el autor de El laberinto de la soledad se minimiza para que este libro no sea una reconstrucción de un discípulo más, sino la obra de un historiador literario que arma el rompecabezas de toda una vida. Al contar que ambos se conocieron en la revista Vuelta en 1988, más que sentar las bases de su amistad, hace que situemos a Paz como una figura central de las revistas literarias nacionales del siglo XX, entre las que destacan Taller y El Hijo Pródigo. Y eso, quizás, es el mayor logro del libro: poner en el centro a Octavio Paz y hacer que los acontecimientos políticos y culturales del siglo pasado giren necesariamente en torno a él.

 

De esa forma, el poeta se nos presenta como un hijo de la Revolución —de padre revolucionario y abuelo porfirista— a quien, en su juventud, le fue inevitable simpatizar con el comunismo —en un momento en el que prácticamente todos los poetas eran militantes y sus versos eran su más poderosa arma de protesta—. Supo moverse entre el surrealismo de Breton; encontró el momento exacto para criticar el estalinismo de Pablo Neruda; se asumió anticapitalista y antifascista sin caer en el estalinismo radical y encontró un breve camino dentro del existencialismo durante sus cortos encuentros con Albert Camus en Europa. Demostró siempre entereza al saber cuándo ser crítico ante semejantes posiciones ideológicas.

 

Tomando como columna vertebral el trabajo de Sheridan y Krauze sobre Paz, Domínguez reúne en las páginas de este ensayo biográfico testimonios y anécdotas de los mentores del poeta —Villaurrutia, Pellicer, Cuesta y Reyes— y aquellos con quienes compartió admiración o camaradería —Adolfo Bioy Casares, José Bianco, Luis Buñuel—. Quizá lo único que el lector podría reclamar al biógrafo es cierta predisposición contra las declaraciones de Elena Garro y María Elena Paz Garro que confrontan al poeta. Para Domínguez Michael, y parece que para muchos, todas las acusaciones de “las dos Elenas” hacia Paz son invariablemente falsas o injustificadas. Aunque es cierto que en ningún momento niega el genio literario de la exesposa del poeta, el autor nunca cede el beneficio de la duda —como en la acusación de María Elena sobre la presunta violación de su madre en la noche de bodas; el posterior abandono de Paz al casarse con Marie José y las aseveraciones de Elena Garro de ser víctima del espionaje internacional por sus comentarios ulteriores al 2 de octubre del 68—. Más allá de la verosimilitud de las acusaciones, el biógrafo siempre enfrenta desfavorablemente las declaraciones de la autora de Los recuerdos del porvenir con las del propio Paz, inclinando la balanza hacia un único lado.

 

Dejando atrás lo anterior, es cierto que Domínguez Michael revisa la obra paziana con paciencia y minuciosidad, extrayendo testimonios personales cuando es necesario, pero alejándose como fuente primaria la mayoría del tiempo, poniendo especial atención como crítico literario en El laberinto de la soledad, El arco y la lira y El ogro filantrópico, entendiendo que las circunstancias detrás de la creación de estas obras definieron no sólo la consagración de Paz como escritor y observador infalible de la esencia nacional sino, en muchos sentidos, el rumbo de México a nivel intelectual. Y esto es precisamente lo que hace interesante su libro para historiadores, investigadores, docentes y lectores en general.

 

Si hay algo que admirar en la escritura de Domínguez Michael es su retórica y la acertada estructura interna de su libro, que observa a Paz en su tránsito por Europa y la India; lo mira como poeta, revolucionario, jefe espiritual, diplomático y hombre de familia. Mediante la mirada totalizadora del pupilo, el libro atrapa desde el comienzo al lector en un torbellino de historia literaria y política en el que la figura paziana se eleva intocable por encima de todo para desenvolverse como líder indiscutible a lo largo de toda su vida. Como crítico, historiador y discípulo, Domínguez consigue contagiar su admiración y, especialmente, la sensación de estar ante un ente irrepetible, irremplazable, inasible.

 

Crédito de foto: Especial

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