Ópera desde casa… y un poco más
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La pandemia ha impulsado a los orquestas y a distintas compañías a renovar los lazos con su público, ahora con el uso de herramientas de comunicación virtual
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POR IVÁN MARTÍNEZ
Tantas veces nos han preguntado qué nos llevaríamos a una isla desierta, para mantenernos hoy a sólo Bach. Tanto tiempo preparándonos y el Covid nos ha alcanzado, dejándonos sin tiempo para pensar, organizar y responder. Es abrumador. Ya lo es. Yo he podido agregar algo de Beethoven y en los últimos días algo de Mahler, pero las redes nos lo avientan a la cara, sin tiempo para discernir. Para una “curaduría”, diría Mark Swed.
Pero algo de sintomático y de reflexivo tiene el carácter de lo que, cada cosa que nos aparece en nuestras pantallas al despertar nos dejará cuando esto pase. Bach nos está ofreciendo consuelo de momento, pero las otras alternativas nos adelantan lo que tiene qué pasar cuando esto termine.
Bach
Es obvio. Y no terminamos de entender por qué, pero no es sólo la “facilidad” con que instrumentistas de todo tipo recurren a sus obras para ofrecerlo desde casa. Han coincidido también –y eso se ha aprovechado comercialmente– lanzamientos discográficos.
Tengo afinidad por la poética del violinista Augustin Hadelich, quien ofreció en un recital casero la Segunda sonata junto a los Caprichos de “El violín rojo”, de Corigliano. Pero el Bach más revelador del mes me lo ofreció Isabelle Faust, al tocar en un mismo programa la Tercera Sonata y la Segunda Partita: un recital que se convirtió a los pocos compases en ritual espiritual, de lecturas mesuradas, filosóficas y profundas.
La música es también contexto. Si algo extrañamos de la experiencia en vivo no sólo es el hecho de escuchar la música en presente, sino la experiencia que significa –como seres sociales que somos– compartirlo, en energía, en comunicación no necesariamente social o verbal, con el otro. Y en un lugar específico: lo que viene a cuento por este recital tocado desde la Iglesia de Santo Tomás, en Leipzig, a unos pasos de la tumba del propio Bach.
Ópera vía zoom
Vi la primera ópera vía zoom. No se trató sólo de la casualidad necesaria de hacer teatro desde casa y transmitirlo a través de la plataforma, como han sugerido algunas compañías mexicanas al leer textos cualesquiera: All decisions will be made by consensus, de Kamala Sankaram, con libreto de Rob Handel y dirigida por Kristin Marting, fue un trabajo musical y escénico (auspiciado por el HERE arts center de Nueva York) pensado para esta plataforma. Ojo con la diferencia.
Esta miniópera puede no pasar de la premisa anecdótica y, aunque pudiera ser adaptada a otros medios, tiene su razón de ser en esta actualidad: no es una debilidad, es una fortaleza que parte de su necesidad. Se sirve de las posibilidades a la mano para echar a volar la imaginación, no viceversa. La ópera no es teatro con música, sino drama a través de ella. All decisions funciona a través de zoom: es decir, la plataforma no es sólo un accesorio.
La premisa es simple, no así la partitura y menos las dificultades de su ejecución, en la que una cantante manipula el acompañamiento electrónico en tiempo real, y todos atienden marcas coreo-escenográficas propias para que funcionen en la pantalla del espectador.
NY: ejemplo de rp
Las organizaciones se debaten entre “regalar” esfuerzos previos e inventar maneras para mantener a su público y seguir a flote. Creo que el trabajo actual de éstas pasa por reforzar sus lazos con él y crear nuevas. Quizá ganen algo por publicidad, se pueden vender algunos discos, y con suerte algún ticket, pero el reto ahora es principalmente de relaciones públicas. El público hoy no necesita de más preocupaciones que no sean las de la pandemia. Recurre a ellas para sentirse apapachado.
La Filarmónica de Nueva York creó un festival dedicado a Mahler, su director entre 1909 y 1911: videos históricos (Bernstein dirigiendo la Segunda sinfonía tras el asesinato de Kennedy, que nunca se volvió a transmitir), conciertos recientes (Gilbert dirigiendo la Séptima con músicos de distintos países reunidos con la orquesta; México presente con la violinista Shari Mason), exposiciones en asociación con Google (enfocadas a la vida de Mahler en la ciudad, narrada por sus músicos), nuevas ejecuciones (el Cuarteto en uno de esos videos en los que cada músico se graba en casa; conmovedores pero sin posibilidades artísticas), y hasta una sesión con dj y un recetario.
El resultado no es sólo revivir la música: no seré el único que tras #MahlerNY, sin tener antes un especial cariño por esta orquesta, ahora lo siente; tampoco es raro que el primer tour que quiera hacer cuando salga sea el de los lugares por los que pasó Mahler. El trabajo de las organizaciones hoy debe ser que el público piense en ellos y esté ahí para ellos cuando todo termine.
Mahler es otro compositor que se ha ido atravesando: bien por sus significados extramusicales o porque auguramos que, por sus dimensiones, no lo escucharemos pronto en vivo. La Sociedad Mahler México ha realizado algunas actividades que se pueden encontrar en su página de Facebook.
El Concierto Europeo de Berlín
Por estos días, el tradicional Concierto Europeo de la Filarmónica de Berlín tenía que llevarse a cabo en Tel Aviv. La alternativa: realizar un concierto de cámara en la sala berlinesa, previa autorización de la alcaldía, previa prueba viral a los músicos participantes y suficiente distancia entre atriles.
El plato fuerte fue la Cuarta sinfonía de Mahler, en la versión reducida por Erwin Stein. Como interpretación, funcionó con encanto y gracia; como experiencia, resultó emotiva y sensible. Además, se hizo acompañar por Part, Ligeti y Barber en obras de relieves tradicionalmente espirituales. Pero ¿qué tienen que aprender de ella las orquestas y cómo volverán a recibirnos? La respuesta no puede ser tan sencilla como sólo evitar las grandes orquestaciones de Mahler o Shostakovich. Y en México, ya está visto, tampoco será con pruebas serológicas.
FOTO: Aspecto de la ópera vía Zoom All decisions will be made by consensus, por Kamala Sankaram. / Especial
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