Otro rostro de El Greco

Abr 12 • Conexiones, destacamos, principales • 3770 Views • No hay comentarios en Otro rostro de El Greco

POR ALEJANDRA HERNÁNDEZ OJENDI

 

El historiador del arte Fernando Marías (Madrid, España, 1949) ha estudiado la vida y la obra de El Greco a lo largo de 40 años. Sus investigaciones le han dado acceso a los más de 500 documentos españoles conocidos hasta ahora sobre el pintor cretense y a las notas en las que este reflexionaba en torno del arte. Pero sobre todo le han revelado a un Greco “más real”, alejado de la imagen del pintor religioso que tanto se ha difundido. Es justo una versión de El Greco más apegada a la Historia la que el también coordinador científico de la Fundación El Greco 2014 busca divulgar este año.

 

Marías afirma en entrevista que esta fundación, creada en España para la conmemoración del IV centenario de la muerte del pintor, “apuesta por recuperar un Greco histórico, basado en documentos, en sus propias palabras; un Greco que intente eliminar esa imagen que hemos recibido del pintor místico. Apuesta por un pintor que lo que defiende es la idea de que la belleza lo abraza todo, de que los alargamientos  o la estilización de las figuras lo hacen también las mujeres toledanas, que se ponen tacones para estar más altas”.

 

Domenicos Theotokópoulos (Candía, Creta, 1541-Toledo, España, 1614), abunda el catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, hace pinturas religiosas de una manera tan excepcional que nunca encontró el reconocimiento de las instituciones religiosas de la España de la época, que rechazaban su desmedido interés por los aspectos superfluos, formalistas o naturalistas, de sus obras. “Tiene un éxito entre el pueblo, entre aquellos que quieren un dios padre como un anciano cariñoso, un Cristo como un hermano protector, una Virgen como la más bella de las mujeres”.

 

Pero, ¿cuándo y dónde surge el mito de El Greco como un gran artista religioso? “Se construye para romper un mito anterior: el que sostenía que estaba loco o que pintaba a locos. En 1900 se le recupera como un héroe cultural del siglo XVI español y se le ubica dentro del arte religioso de la época. Es una forma de salvarlo, pero es un error desde un punto de vista histórico, porque cuando encontramos su biblioteca nos damos cuenta de que casi no tenía libros de religión. Y en las notas, en las 20 mil palabras que escribió en los márgenes de los ejemplares de dos de sus libros: Le vite, de Giorgio Vasari, y De architettura, de Vitruvio, no hay una sola palabra de religión ni de devoción. De El Greco se ha dicho que era católico, contrarreformista, judío, ateo y hasta que era astigmático o el autor secreto de El Quijote de Cervantes; hoy sabemos que se educó en un contexto de religión ortodoxa griega. Hemos pasado de tener 37 documentos sobre él a más de 500, y a casi 20 mil palabras escritas por él”.

 

 

Nunca se sintió parte de España

 

El artista no católico que pintaba pasajes bíblicos de una belleza extraordinaria es también una de las grandes figuras de la Edad de Oro de la pintura española pese a que nunca llegó a sentirse parte de ese país al que llegó en 1577 y donde vivió más de la mitad de su vida. “Hoy sabemos que nunca se integró ni pretendió integrarse plenamente a la sociedad española, que no dominaba la lengua española, que no estableció buenas relaciones con los pintores toledanos, y que hacía gala de su grequidad, de su extranjeridad. Al mismo tiempo, en Toledo se le veía como un extranjero, incluso a su hijo, que nació ahí. El Greco se queda en España porque va encontrando vínculos en Toledo y espera cobrar a sus clientes”, señala Marías, quien también es comisario de la exposición El Griego de Toledo, curiosamente, la primera que se presenta en esa ciudad española en la que vivió y murió Domenicos Theotokópoulos. El Griego de Toledo, inaugurada el 14 de marzo pasado y con sede principal en el Museo de Santa Clara, está integrada por 130 obras y es la mayor exposición que se ha organizado de este pintor.

 

Pintor extravagante

 

Para Fernando Marías, si hay algo que distinguía a El Greco de otros artistas de su tiempo es que este reunía una serie de experiencias en el arte pictórico que empezó con la pintura de iconos en su Creta natal y continuó con un reaprendizaje en Venecia (Tiziano, Tintoretto) y en Roma (Miguel Ángel) y con un diálogo con el contexto español de la época. “A partir de los años sesenta del siglo pasado, se ha ido descubriendo que tenía un concepto del arte y de lo que debía ser un artista que en España era completamente nuevo”, dice el autor de Las ideas artísticas de El Greco. Comentarios a un texto inédito (1981), El Greco y el arte de su tiempo. Las notas de El Greco a Vasari (1992) y El Greco. Biografía de un pintor extravagante (1997).

 

Las ideas de este pintor manierista en torno del arte y de lo que significa ser pintor correspondían a las de un artista moderno. Para él, la labor de un pintor no era sólo artesanal; también intelectual. El Greco, señala Marías, “era un estudioso; tenía una biblioteca importante, leía, escribía, concebía a la pintura como un instrumento de conocimiento, ejercía una pintura que hoy podríamos denominar metapictórica”.

 

Su concepción  de lo que significaba ser un pintor también incluía la distinción de este a través de su firma. “El Greco fue el primer artista en España —comenta el historiador del arte— con una obsesión por la autoría de sus obras. Prácticamente todas las firmaba en cuanto las consideraba acabadas. Lo hacía además con caracteres griegos, que nadie entendía pero que se sabía que eran suyos. Era una persona con una enorme autoestima, con una concepción enorme de su propio valor. Lo demuestra señalando en sus cuadros que son productos de su cabeza, pero también de su mano, que hay un ejercicio manual, personal e intransferible. Además, constantemente se estaba autorretratando, mirándonos desde sus ficciones”.

 

Su afán de originalidad y su carácter caprichoso hicieron de El Greco un “extravagante”. “Él mismo se definía como extravagante, que es un término que en su época significaba caprichoso, original, hacer cosas que otras personas no han hecho antes. El comportamiento de las cabras que triscan por donde quieren y no el de las ovejas que van todas por un mismo sitio por una cañada es su significado original”, explica el también miembro de la Real Academia de la Historia de España.

De otras de sus reflexiones en torno del arte y de lo que significa ser artista, El Greco dejó constancia en sus notas de sus libros de Vasari y Vitruvio. “En el de Vasari pasa revista junto a él a las biografías de artistas italianos. Insulta constantemente a Vasari porque este defiende un arte basado en el dibujo y que elimina todo aquello que es accidental: el color, la luz, la sombra… Y El Greco piensa que es a través de esos elementos accidentales como se puede conocer tanto la realidad del retrato (él era un enorme retratista) como la de mundos invisibles, ficticios: la antigua Troya, pasajes del Evangelio, el mundo de ultratumba, el purgatorio, el cielo, el infierno, que no los vemos pero que él los representaba como si realmente estuviéramos asistiendo visualmente a ellos”.

 

No fue un pintor olvidado

 

Fernando Marías no sólo rechaza que El Greco fuera un pintor religioso e integrado a la sociedad española. También niega que el autor de El entierro del Conde de Orgaz (1587) haya sido un pintor olvidado. “En 1900 se hace una recuperación historiográfica, mercantil, de El Greco, y se dice que nadie se había interesado en él, pero eso no es totalmente cierto. Sus cuadros se vendían en el mercado europeo desde comienzos del siglo XIX y se identificaban inmediatamente cuando se encontraban en una colección. Más que un personaje olvidado era un personaje no valorado. Su valoración empieza en 1900. Dado que la historia del arte no existía como profesión, no había recibido la atención que en ese año se pensaba que merecía, y en el que comenzaron a hacerse biografías, monografías y catálogos de sus obras. Eso en España no existía prácticamente de ningún otro artista que no fuera Velázquez, quien es el punto de conexión con El Greco, pues aquel reconoce en este a un maestro. Cuando historiadores estudian  a Velázquez se sorprenden de esa conexión y de ahí surge un nuevo interés historiográfico por el pintor de Creta”.

 

Influencia bajo sospecha

 

De El Greco se ha dicho que es uno de los artistas que influyó en las vanguardias y más específicamente en pintores como Picasso y Cézanne. Sin embargo, el historiador del arte pone bajo sospecha ese concepto de influencia. “El Greco estaba muerto y sus cuadros colgados en las paredes. Son los pintores modernos o contemporáneos los que vuelven los ojos a él. Se nos dice que es un pintor importante y ellos ven las cosas de él que les pueden interesar desde una concepción pictórica muy distinta. Los cubistas, los impresionistas, los expresionistas o Picasso, Cézanne, Francis Bacon, Andy Warhol no tienen ningún elemento en común. Ven en El Greco a un elemento que les puede ser útil para su concepción del arte o para el concepto de pintor que ellos tienen. En muchos sentidos, creo que El Greco es un pretexto para encontrar una autoridad del pasado que viniera a justificar opciones de la pintura contemporánea”.

 

Más que decir

 

A 400 años de la muerte del pintor candiota y más de 100 de su revaloración, todavía falta conocer más sobre El Greco.  “Hay obras de las que tenemos noticia y que se han perdido, empezando por un icono de la Pasión que vendió a muy buen precio para abandonar Creta, a la mujer, probablemente a algún hijo, e irse a Venecia. Tampoco conocemos un autorretrato con sombrero rojo que pintó al llegar a Roma. Él causó sensación entre los pintores de Roma como retratista. Algunos cuadros de los que tenemos noticia han desaparecido, pero no tantos. Desde un punto de vista documental, está el tratado sobre el arte y arquitectura que escribió y que su hijo presentó al rey Felipe III y que no se ha encontrado. Quizá se encuentre algún día”.

 

*Imagen:  “Autorretrato” (1595-1600).

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