Por un pensamiento más crítico

Ene 7 • Miradas, Visiones • 4443 Views • No hay comentarios en Por un pensamiento más crítico

POR ANTONIO ESPINOZA

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Parece un bazar. Sobre unos pedestales se encuentran diversos objetos: una jarra, una licorera, un radio, una silla, un teléfono, una televisión, un tostador de pan… todos objetos muy atractivos por su diseño. En ese mismo espacio de exhibición, circundando a los objetos mencionados, podemos ver una copia de Las dos Fridas, la obra más celebrada de Frida Kahlo, realizada por Héctor Pérez Frutos, fechada en 1997, que atrapa la mirada del espectador, al igual que numerosos objetos comerciales en torno a la figura de la pintora. Hay también tres esculturas en madera de Mardonio Magaña, una serie de fotografías y hasta un video. Todas estas obras forman parte de la exposición: Juan Acha. Por una nueva problemática artística, que se presenta hasta el 22 de enero de este año en el Museo de Arte Moderno y conmemora el centenario del nacimiento del prestigiado crítico y teórico nacido en el Perú y afincado en México desde 1972.

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Refiriéndose a la saturación de obras en esta sección, que ciertamente cuesta trabajo digerir, una colega me comentó: “Así de denso fue el pensamiento teórico de Juan Acha”. Lo fue, en efecto, y aquí los curadores ponen en escena, con sentido didáctico, una de las ideas más conocidas de Acha: la producción, la distribución y el consumo como actividades básicas del arte. Lo hacen a partir de la imagen de Frida Kahlo, de la réplica de su cuadro más famoso y de los productos comerciales que ha generado. Tres esquemas en las paredes del espacio de exhibición explican el fenómeno: “La vena artística”, “Frida artesanal” y “Frida diseñística”. Lección aprendida. Lo que no termina de convencer es la saturación de piezas, a menos que la intención curatorial sea la confrontación de ideas y obras. Si esto es así, podemos inferir que los objetos sobre los pedestales y los objetos comerciales inspirados en la figura de Frida, tienen que ver con la “teoría de los diseños” de Acha (título de uno de sus libros, publicado por Trillas en 1988) y confrontarla con las fotografías, el video y las esculturas de Mardonio Magaña (miembro distinguido de la llamada Escuela Mexicana de Escultura). El juego puede ser interesante, pero demasiado forzado.

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La exposición ilustra los temas tratados por Juan Acha (Sullana, Perú, 1916-Ciudad de México, 1995) durante la época que trabajó en el Museo de Arte Moderno, entre 1972 y 1976, durante la gestión de Fernando Gamboa. Bajo la curaduría del colectivo Los Yacuzis (integrado por Daniel Aguilar Ruvalcaba, Paloma Contreras Lomas, Nika Chilewich, Antonio Falcón Villalobos, Julio García Murillo, Isauro Huizar, Roselin Rodríguez Espinosa, Natalia de la Rosa, Sandra Sánchez, Eric Valencia e Israel Urmeer), la muestra es resultado de un trabajo de investigación sobre la colección del MAM, su archivo histórico y su centro de documentación, en relación con los intereses y las propuestas de Acha, para poner en relieve no sólo su importancia en la historia del museo sino también en el contexto histórico y cultural de su tiempo, como uno de los principales teóricos del arte latinoamericano.

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Ilustrar con obras y documentos un pensamiento teórico es una apuesta arriesgada. Aún más tratándose del pensamiento de un crítico y teórico del arte y la estética con las ambiciones totalizadoras de Juan Acha, quien escribió sobre prácticamente todos los temas del arte y desde una perspectiva marxista, tan en boga en los años sesenta y setenta del siglo pasado, pero que hoy se antoja más bien anacrónica (¡ah, la base económica que condiciona la superestructura ideológica!). Los curadores –miembros todos de la segunda generación de egresados de la Escuela de Crítica del Proyecto Siqueiros en la Tallera, Cuernavaca– tomaron el riesgo y decidieron ilustrar con obras y documentos el discurso economicista de Acha, dotando a la exposición de un sentido didáctico, que no se pierde ni en el bazar ya mencionado.

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La exposición inicia muy limpia y sobria. A un lado del título de la muestra (Juan Acha. Por una nueva problemática artística), se encuentra un esquema del sistema de producción artístico visual, basado en las tesis del crítico y teórico. Abajo del título y del esquema, una vitrina con muchos de sus textos, entre ellos el que da nombre a la muestra y que si no mal recuerdo aparece en el libro Ensayos y ponencias latinoamericanistas (1994). A la derecha, antes de entrar al bazar, tres cuadros de Diego Rivera. Después del bazar, la muestra recupera su pulcritud y aparece la figura de David Alfaro Siqueiros, de quien se exhiben cuatro obras. Aquí se destaca la idea de Acha sobre el muralismo mexicano: ya no un arte nacional, sino un arte que debía recuperar su carácter político y social original para cuestionar la realidad violenta de los nuevos tiempos. Y así fue, pues como bien sabemos los colectivos artísticos de los años setenta –señaladamente el Grupo Suma, encabezado por Ricardo Rocha y el Taller de Arte e Ideología, encabezado por Alberto Híjar– y figuras señeras como Arnold Belkin y Felipe Ehrenberg, se encargaron de dar forma a un nuevo arte público.

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Un mapa cartográfico de Juan Acha, en el que se registran sus actividades como crítico, conferencista y editor en diversos países, ocupa toda una pared del MAM. Los temas se suceden: “Anti-narrativas”, “Geometrismos”, “Arte y cibernética”, “Ambientes urbanos” y “No-objetualismos”. El carácter crítico y sistemático del pensamiento de Acha se impone. Están representados autores tan reconocidos como: Juan José Gurrola, Francisco Moyao, Omar Rayo, Fernando de Szyszlo, Manuel Felguérez, Vicente Rojo, Kati Horna, Mathias Goeritz, Hersúa, Gelsen Gas, Helen Escobedo… Destaca en el conjunto la figura de Felguérez, representado con cuatro obras, considerado por Acha como uno de los artistas más vanguardistas de su tiempo al nutrirse de la informática. Y sólo queda concluir que aún cuando uno no esté de acuerdo con muchas de las ideas del maestro, la muestra del MAM resulta harto estimulante. A fin de cuentas, nuestro autor cuestionó ideas tradicionales del arte como la “historia de los estilos”, la “sucesión de obras y de genios” o el “placer y la belleza”, en su búsqueda de una nueva problemática artística que nos permitiera acercarnos de una manera más crítica a la realidad.

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