Reina de carnaval

Sep 27 • Escenarios, Miradas • 5127 Views • No hay comentarios en Reina de carnaval

 

POR JUAN HERNÁNDEZ

 

La obra Reina de carnaval, escrita y dirigida por Édgar Muñiz, parece hablar de la muerte, pero no es así. En realidad se refiere a la vida, a través de las dificultades que enfrenta, día a día, un personaje común y corriente: Eustolia, una mujer que se dedica a maquillar cadáveres (interpretada por la actriz Sandra Ponce), en algún lugar del Veracruz tropical.

 

El dramaturgo parece tener claro que la muerte no es un tema y, por lo tanto, resulta ocioso preocuparse por algo cuando se sabe irremediable. Sin embargo, la conciencia de finitud hace que la vida tenga sentido, y es precisamente la naturaleza mortal del ser humano la que Muñiz explota en la escritura y puesta en escena de esta comedia ácida.

 

Eustolia es una mujer madura, quien ha dedicado su vida a atender una funeraria, en donde maquilla cadáveres. Ella misma es una especie de fantasma que habita el frío cuarto en donde embellece los cuerpos inertes. El desprecio que el personaje siente por la vida le hace envidiar a los muertos porque al fin han dejado la existencia a la cual considera “una mierda”.

 

La puesta en escena de Reina de carnaval recurre a los usos y costumbres populares de Veracruz. Boleros cubanos, en la voz de Bola de Nieve, o la canción emblemática del puerto veracruzano cantada por Toña La Negra generan una atmósfera nostálgica, festiva y mágica.

 

Eustolia es un personaje complejo porque en ella habitan contradicciones esenciales: envidia a los muertos, pero ansía salir a festejar con sus semejantes, el carnaval interminable que es la vida misma.

 

Sandra Ponce se da vuelo en la construcción de un personaje populachero y mal hablado, al que encarna con gran naturalidad y desparpajo. La actriz consigue crear a un ser entrañable, cuya existencia trágica y al mismo tiempo encantadora permite una empatía inmediata con el espectador.

 

Reina de carnaval es una obra que escapa a las exigencias del mercado que impone modas y discursos dramáticos; también a los criterios institucionales. Se trata de una puesta en escena del ámbito del teatro independiente que, aun con las dificultades que enfrenta, sigue vivo en México.

 

Como ocurre normalmente en el circuito teatral independiente, este montaje se realiza a partir de la suma de esfuerzos y buenas voluntades: las de las actrices Sandra Ponce y Mariana Acosta, la de los productores Mireya Vega y Édgar Muñiz, y la de Arturo Amaro, propietario del Foro Reina Barrera del Espacio Universitario de Cultura Off Spring, en la colonia San Rafael.

 

No hay exceso de parafernalia, la escenografía es simple: una cama mortuoria, una mesa con productos comestibles, bancas rosas y la proyección de escenas del Carnaval de Veracruz en una pared que deviene ventana por donde Eustolia observa cómo en el exterior se celebra a la vida, mientras que en su espacio íntimo lidia todos los días con la muerte.

 

La trama es también de una aparente simpleza: mientras Eustolia maquilla el cadáver de Magdalena (interpretado por Mariana Acosta), quien acababa de ser nombrada reina del carnaval de Veracruz, la joven soberana vuelve a la vida de manera repentina, y a partir de ese suceso, que podría ubicarse dentro del absurdo, se desata un enfrentamiento discursivo entre los personajes.

 

El diálogo entre las dos mujeres se vuelve complejo cuando enfrentan sus distintos modos de ver el mundo, de concebir el sentido de la vida, al hablar de los sueños y su consumación, del porqué y para qué han nacido, o cuando Eustolia se burla de la existencia de Dios. Si bien las reflexiones son profundas, el lenguaje que Muñiz emplea no intelectualiza, es cotidiano y se basa en circunstancias comunes a cualquier ser humano.

 

La obra provoca un sabor amargo, un cuestionamiento sobre el sentido de la existencia. Una vida que “es cabrona”, como dice Eustolia, y que cuando se acaba, “te mueres”. El dilema del personaje es decidirse a vivir o quedarse muerta en vida en la inercia de su cotidianidad, avasallada por el hastío y la completa seguridad de que sólo la llegada de la muerte la podrá liberar del fastidio de vivir. El punto de vista de Édgar Muñiz, sin embargo, no es del todo pesimista, ya que deja una puerta abierta para escapar de la desesperanza.

 

Reina de carnaval cierra el ciclo de su tercera temporada. Es una obra de larga vida, que seguramente encontrará nuevos espacios para volver a tocar la sensibilidad de un público que busca, en las propuestas independientes, una opción a los discursos predominantes de la escena teatral mexicana.

 

Édgar Muñiz es un joven pero sólido escritor y director de teatro mexicano, que es fiel a sus necesidades expresivas y cocina sus proyectos a fuego lento. Su obra Reina de carnaval se constituye como una perla del teatro alternativo e independiente en México, en la que resalta la vena del creador para abordar, a partir de la comedia, los temas más dolorosos a los que se enfrenta el ser humano.

 

*Fotografía: La obra Reina de carnaval acaba de terminar el ciclo de su tercer temporada / CORTESÍA DE LA PRODUCCIÓN.

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