El solipsismo roquero

Ene 9 • Miradas, Pantallas • 2700 Views • No hay comentarios en El solipsismo roquero

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Rompan todo es el documental de Netflix que ha dado mucho de qué hablar y le ha ganado detractores por las lagunas y la sobre exposición de algunos protagonistas

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POR GERARDO ANTONIO MARTÍNEZ
En 2018, en el mejor momento del revival de Queen por el estreno de Bohemian Rapsody, película biográfica de esta banda británica, presenciamos la transformación de las salas de cine en enormes karaokes. Para muchos de los espectadores, la trama, la fotografía, el diseño de producción y las actuaciones de la cinta dirigida por Bryan Singer resultaban un asunto secundario, siempre que fuera solventado por una buena pieza clásica de Queen cada diez o quince minutos. Presenciamos en las salas de cine un desgañite lacrimoso, alimentado por la nostalgia y un predecible espíritu grupie.

 

Rompan todo. La historia del rock en América Latina, documental en seis entregas dirigido por Picky Talarico para Netflix, no se aleja de esta fórmula en la que la nostalgia es el principal ingrediente. Pero más allá de las fórmulas probadas hay ausencias y presencias excesivas. Sorprende que no se haya dado el espacio merecido a festivales como Vive Latino y Rock al Parque. El espacio que se le da a los reiterativos comentarios de Javier Bátiz o Andrés Calamaro –la antipatía no está peleada con su innegable talento musical– pudieron aprovecharse para abordar el fenómeno de los festivales en las últimas dos décadas. En la curaduría roquera de Rompan todo después de la oleada de festivales en apoyo al movimiento zapatista, a mediados de los 90, no hubo más. Simplemente no existen.

 

Con los contactos y capacidad de producción de Gustavo Santaolalla –productor de la serie– Rompan todo se quedó en un documental que temió arriesgarse: no hay suficientes datos duros y la exposición del crecimiento de este mercado musical se limita a algunos minutos cuando los entrevistados hablan del surgimiento de “Rock en tu idioma” y Discos Culebra. No es propiamente un documental, sino una serie monográfica.

 

La excesiva presencia de este genio musical, productor indiscutible de medio cartel latinoamericano, da ternura. Claro, si él no se construye un monumento, ¿quién más lo hará? Nadie pone en duda su visión y olfato en el negocio musical. Él estuvo detrás de fenómenos como Soda Stereo, Café Tacvba, Maldita Vecindad y Molotov, por mencionar algunas bandas; pero pareciera que las apariciones a cuadro de un megalómano Javier Bátiz sirvieran como parapeto para que nuestro hartazgo recayera en él y no en Santaolalla. Qué listillo. Sí, ya sabemos que en un principio fue el caos… hasta que llegó Bátiz.

 

Pero la serie también tiene algunos aciertos. Aparecen figuras indiscutibles del rock latinoamericano: desde los veteranos Teen Tops, El Tri (y su precursor Three Souls in my Mind aunque le pese a Alex Lora) hasta Café Tacvba, Soda Stereo, Luis Alberto Spinetta, Charly García, Aterciopelados y proyectos musicales más recientes como Bomba Stereo y Calle 13. Incluso, la decisión de incluir a Maná como uno de los grupos de rock más importantes del circuito en habla hispana –lo mismo que a Juanes– puede resultar escandalosa y sacrílega para gustos ortodoxos, pero es un mensaje de que este género es tan diverso y se pueden reconocer calidades musicales más allá de gustos particulares.

 

Es quizá en uno de los capítulos iniciales cuando esta serie se acerca más a la seriedad de un documental que a la complaciente rocola por streaming. León Gieco es el único que se atreve a reconocer las contradicciones y paradojas del rock como movimiento cultural a partir de un episodio vergonzoso: la participación de varios grupos de rock argentino en un festival organizado por la dictadura militar, un capítulo poco conocido por otras audiencias latinoamericanas. No menos notable es el protagonismo de Los prisioneros como la voz de millones de chilenos hartos de la dictadura de Pinochet y la proyección que Bersuit Vergarabat ha dado a las demandas populares tras la crisis político-económica de Argentina en 2001. Se agradece también el intento que esta serie hace por explicar la tendencia del rock a fusionarse con otros géneros: el electrónico, el hip-hop y el reggetón. Un cuestionamiento al que la mayoría de los entrevistados responde con cierto nerviosismo y casi por consigna: el rock no morirá.

 

Si el espectador busca recordar viejos momentos en los que fuimos talla 28 y cantábamos abrazados en el estadio, Rompan todo es lo que necesita. Le ahorrará la molestia de teclear sus canciones preferidas en Youtube o en Spotify. En cambio, si las exigencias van más en el tenor de un documental con todo el rigor de las cifras, exposiciones solventes que expliquen los fenómenos en su amplitud, sostenidas con variedad de fuentes, podemos aprender más en un video del youtuber Jaime Altozano que en los seis capítulos de esta serie.

 

Rompan todo. La historia del rock en América Latina es un excelente karaoke, sobrado de nostalgia y rancios protagonismos. Pero, ¿a quién le importa? “Queremos rock…”

 

FOTO: Pedro Aznar, Charly García, David Lebón y Oscar Moro, integrantes de la banda Seru Girán./ Especial

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