Soy maestro involuntario: Rius

Dic 3 • Conexiones, principales, Reflexiones • 29625 Views • No hay comentarios en Soy maestro involuntario: Rius

POR ALIDA PIÑÓN

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Todos los colores habitan en la casa de Eduardo del Río. La luz entra por un gran ventanal y pinta de azul profundo los ojos del caricaturista. Las paredes son amarillas y azules, y por todas partes se asoman los símbolos del pensamiento e ideología de Rius, el monero rojillo, revoltoso, izquierdoso, ateo y vegetariano que una noche en los años 60, por ser congruente con lo que hacía y con lo que pensaba, estuvo al pie de su propio fosa en el Nevado de Toluca a punto de ser asesinado. En una esquina está una figurilla del Subcomandante Marcos, en un muro está la Virgen de Guadalupe orgullosa de sus curvas desnudas, detrás del sillón vigila Ernesto Guevara, el Che, escondido entre matorrales; sobre una repisa descansa Calzonzin, tallado en madera, uno de los personajes más afamados de su larga y fructífera carrera.

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Son las once de la mañana de un jueves en Tepoztlán. Eduardo del Río, el monero que revolucionó la historiera nacional con Los Supermachos y Los agachados, y que con Cuba para principiantes, publicado en 1966, creó una forma original de comunicar información y conocimientos a través del humor, está de buenas. ¿Acaso siempre lo está? Quizá. Lleva más de la mitad de su vida dedicado al humor. Es un día tranquilo. La muerte de Fidel Castro aún no ocurre y aunque Rius ha reconocido su desencanto por el régimen instaurado en Cuba y su decepción por el comandante, sigue pensando que el socialismo democrático es posible, todavía…

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Durante la conversación con EL UNIVERSAL tampoco está enterado de que el próximo miércoles 7 de diciembre a las 17:00 horas el Gobierno de la Ciudad de México, a través de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, le entregará el Primer Reconocimiento Gabriel Vargas por su trayectoria como caricaturista. Los premios y reconocimientos han sido una constante en su carrera, en el libro Mis confusiones. Memorias desmemoriadas (Grijalbo, 2014) asegura que perdió la cuenta de todas las tesis que se han hecho de sus libros y de su trabajo, y cuenta por qué ha rechazado los Honoris Causa que le han otorgado al menos tres universidades. No simpatiza, ha dicho, con los reconocimientos, le parecen un tributo al ego. Por eso, en su libro también escribe que no es más que un “vulgar autodidacta”.

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Pero en esta mañana calurosa tiene ánimo de hablar de las razones por las que no se considera un maestro pero sí una inspiración para las nuevas generaciones de moneros; para conversar sobre sus sueños guajiros, de Trump como la esperanza del inicio de una transformación pacífica; para recordar su paso por esta casa editorial durante los años 70 cuando dirigió el suplemento infantil Mi mundo, de la muerte, esa que, dice, a todos nos ha de llegar.

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¿Cómo llegó a EL UNIVERSAL?

Un día me llamaron para preguntarme si quería hacer el suplemento dominical infantil que se llamaba Mi mundo, pensé: “Bueno, pues a ver qué tal me va’. Le quería cambiar el título pero no quisieron. Fue una experiencia muy agradable porque traté de hacer algo fuera de lo común y corriente, fuera de lo usual. Estuve viendo varios ejemplares de Mi mundo antes de que yo lo hiciera y era una cosa casi para retrasados mentales, no le aportaba al niño mayores cosas. Yo traté de hacer un suplemento que ayudara a los niños a pensar, a que se divirtieran un poco, la intención era que el niño razonara, pensara, resolviera problemas que le poníamos. El contenido del suplemento era ameno, al alcance de los niños, siguiendo las pautas de la Escuela Activa. Yo había tenido una Escuela Activa con mi primera esposa en Cuernavaca, se llamó Tlahuica. Fue increíble. La Escuela Activa se ha desarrollado muy poco en México, así que al hacer este tipo de suplementos quise poner en prácticas esas ideas. Creo que, con esto de la dizque Reforma Educativa, este tipo de escuelas podría ser una de las soluciones a largo plazo de la educación en México, que es un verdadero desastre.

Rius al lado del caricaturista uruguayo Hermenegildo Sabat leyendo un ejemplar del suplemento infantil Mi mundo, dirigido por el monero mexicano./Tomada del libro Rius para principiantes.

¿Tiene esperanza de que haya una solución para la educación en México? ¿No nos ha dicho la experiencia que no vamos hacia allá?

Pues yo sé que el secretario de Educación, Nuño, es egresado de una Escuela Activa. ¿Por qué no poner en práctica algunas cosas en las escuelas oficiales? Estoy convencido de que al gobierno no le interesa tener una buena educación para la gente, porque entonces empezaría a cuestionarlos, prefieren que la educación sea un desastre para poder así estar tranquilos sin que la gente se alborote.

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Ha dicho que ha trabajado por temas como la educación, en contra de la religión y a favor de lo vegetariano. ¿Hasta qué punto cree que consiguió lo que buscaba?

Es difícil, casi imposible, competir contra la televisión. La televisión se ha convertido en la verdadera Secretaría de Educación Pública. ¿Cómo va a competir una revistita, un libro, con todo ese mar de mala información y de porquería y media, de falso humor, de sus maneras de esconder la verdad. Nosotros los moneros qué mas quisiéramos que con nuestro trabajo como caricaturistas pudiéramos contribuir a que mejore la educación en México. Sin embargo, nuestro resultado se concreta en los pocos que leen nuestros libros. Ojalá hubiera más promoción de la lectura para que la gente acabara de educarse. Este es otro aspecto que tienen totalmente abandonado en la SEP, la promoción de la lectura.

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Y sin embargo, los libros como Marx para principiantes, Filosofía para principiantes, ABChé, Cuba para principiantes, marcaron a generaciones de lectores.

Sí, en ese aspecto sí soy optimista. Me da mucho gusto haber contribuido a que mucha gente se vuelva atea, se convierta en vegetariana, sea rojilla y se dedique a pensar. A pesar de todo eso, es una gran satisfacción seguir en franca mala competencia con los medios fuertes como la televisión. Pienso en que si nos dejaran en las manos al menos un mes la televisión, podríamos empezar a cambiar este país, pero sé que son sueños guajiros, la neta. No puede uno esperar que de buenas a primeras con una falsa reforma educativa, se inicie el cambio que necesita México.

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¿Le quedan sueños guajiros?

Toda la vida tengo sueños guajiros, en eso se refugia uno porque la realidad no corresponde con lo que quisiéramos, así que nos conformamos con seguir soñando. Chava Flores decía que un día este país sería democrático, que habría justicia, no habría pobres; todo eso son sueños guajiros. Si la gente no los tuviera no se casaría, ni pensaría: “a mí me va a ir bien en el matrimonio”. Así somos los mexicanos, estamos pensando en si algún día vamos a tener un buen presidente de la República que se preocupe por los pobres, por los necesitados, por impartir justicia, por los indígenas que están totalmente abandonados, en un presidente que nos aportara por lo menos un sexenio de buen gobierno, pero hasta ahora seguimos soñando.

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Uno de los temas que más le han interesado es Cuba. ¿Qué le parece todo lo que ha ocurrido recientemente en la isla?

Yo creo que es un retroceso para la Revolución Cubana, están reconociendo tácitamente que la Revolución ya no está aportando nada para los cambios en Cuba. Aunque por otro lado es bueno porque Cuba es un país que depende siempre del exterior, durante muchos tiempo dependió para todo de los Estados Unidos. Espero que esta experiencia de haber llevado a cabo un intento de revolución no desaparezca así nada más con la llegada de los gringos otra vez, sino que se conserve todo lo que aportó la Revolución como la educación gratuita, la salud gratuita y el intento de establecer un socialismo que resultó de caricatura, pero que puede ser la solución a los problemas del mundo. Ese es el gran sueño guajiro, que vuelva el socialismo democrático, el socialismo con libertades y no que se repita la triste experiencia de la Unión Soviética.

Portada del suplemento dominical Mi mundo, que Rius dirigió en EL UNIVERSAL durante la década de los 70./Archivo EL UNIVERSAL

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¿Y ese socialismo democrático lo ve posible para un país como México?

Híjole, México tendría más posibilidades que Cuba porque aquí se hizo también un intento de revolución y somos más ricos que Cuba, hay más gente preparada para llevar a cabo los cambios que se necesitan, pero todo depende otra vez de los gringos. Si los gringos permiten que otra vez haya un gobierno de izquierda, como no se ha repetido desde el general Cárdenas, si los gringos dieran el pase para que un partido que no sea ni el PRI ni el PAN gobierne al país, pues por ahí podríamos empezar a soñar un poquito más.

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Pero con Trump no parece haber posibilidades para el optimismo. ¿No cree?

Bueno, este señor Trump está tan loco que quizá una de sus locuras contribuya a que haya un cambio, primero en Estados Unidos y después en México. Si de buenas a primeras nos van a estar mandando de regreso a millones de personas, pues eso tiene que provocar forzosamente una reacción de parte de México. No nos vamos a quedar sentados esperando a ver qué pasa con toda esa gente, esto es algo que le corresponde al gobierno, es un reto para el PRI. Si de veras tienen buenas intenciones, que lo dudo, el hecho de que Trump haya llegado al poder puede beneficiarnos a la larga si el gobierno se pone las pilas y hace por cambiar en México las cosas.

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¿Trump sería el detonante del cambio?

Sí, algo así. La gente en México está dormida, está sometida a la televisión, al futbol, a la lucha libre, a la telenovela; con Trump podría haber una reacción, como decía el Che Guevara, que se creen las condiciones para una nueva revolución, pero pacífica, tranquila, es decir, una revolución de las consciencias. Soñar no cuesta.

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A veces parece que los mexicanos resistimos mucho.

¡Híjole! Desde cuando está aguantando el mexicano. Si uno se pone a estudiar la historia de México, no la oficial, sino la de los historiadores, no hemos tenido más que dos o tres buenos gobernantes, el resto no ha sido más que una bola de rateros, atarantados, ineptos, sanguinarios, corruptos, así ningún país progresa. Es de llamar la atención de que casi al mismo tiempo de que empezó la vida independiente, también la inició Estados Unidos, pero vemos la diferencia abismal, ¿cómo es posible eso?, ¿por qué ellos sí y nosotros no?

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¿Quién sería el último gran gobernante?

Pues va a pasar el último tren, si en 2018 no se presenta un cambio real estamos perdidos. En parte soy admirador de Porfirio Díaz porque él logró a la mitad de su gobierno, poner orden en el país, no había orden, era un relajo, y también se dedicó a modernizarlo. Luego se concretó a ser un dictador, se le pasó el arroz, y se dedicó a gobernar para las élites como siempre ha pasado en México. Dentro de la tragedia que constituye la llegada de Trump puede haber algo y me da gusto saber que coincido con el maestro Pablo González Casanova, con Noam Chomsky, Michael Moore, que están pensando así: la llegada de la ultraderecha a Estados Unidos tiene que forzosamente provocar un cambio. La llegada de Trump se presenta como la esperanza para que la gente reaccione, no creo que se llegue a establecer un gobierno como el de Hitler, porque así piensa Trump. Ojalá se den cuenta de que son un país tan poderoso que pueden conseguir que el resto del mundo cambie, pero dependemos de ellos para todo.

“Más huesos”, cartón de Rius publicado en EL UNIVERSAL el 5 de julio de 1965./Archivo EL UNIVERSAL

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Y ante todo este panorama, ¿lo que queda es el humor, la reflexión, el pensamiento crítico, el conocimiento, el arte?

Pues más o menos. No soy teórico, pero algo he aprendido en 65 años de estar trabajando. No sé, creo que se necesita más organización. La izquierda está muy dividida, pero queda la esperanza de que reaccione y se dé cuenta de que con peleas no va a llegar a ningún lado, y de que uniendo la izquierda se puede tomar casi casi el poder, pero luego viene lo más difícil que es que dejen gobernar. En fin…

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¿Y sus monos?, ¿sigue trabajando?

Sí. En este gremio de caricaturistas y periodistas no tenemos quién nos jubile. Nadie nos paga vacaciones, ni enfermedades. Tenemos que seguir trabajando. El maestro Naranjo, que acaba de fallecer, hasta el último día de su vida estuvo haciendo rayitas porque nadie se encarga de nosotros, tenemos que hacer nuestras propias afores, tener nuestro guardadito para la vejez. Yo sigo haciendo rayitas, cada vez más feas. Cuando uno ha pasado toda la vida haciendo rayitas y monitos pues las hacemos con mucho gusto porque es algo que nos sirve, pero por otro lado nos sentimos muy limitados porque es muy difícil competir con los grandes medios para influir en la gente, nos conformamos con los pocos que nos leen y nos hacen caso. De verdad que estamos muy mal en México, la gente no cree en los partidos políticos, la gente está igual que en Estados Unidos, por eso votaron por Trump, porque no es político. Si aquí tomamos consciencia de que con los partidos que tenemos no vamos a llegar a ningún lado, de que debemos tener candidatos que hayan surgido de las bases populares, tendríamos otra cosa, pero las mafias son las que deciden quiénes serán los candidatos y nos tenemos que conformar por ir a votar por alguien que nosotros no escogimos, el resultado es que llegan al poder y se dedican a robar y a mal hacer las cosas, porque no sienten la presión de la gente que les exige que hagan bien las cosas.

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Ha pasado que candidatos populares que han llegado no han funcionado.

Ahí está Fox, fueron seis años de desperdicio y siguieron con otros seis años de desperdicio con Calderón. Así que tienen que haber un partido diferente, a lo mejor con Morena se logra algo, pero está difícil, veo muy difícil que haya cambios en 2018. Si no agarramos este tren ya será muy difícil.

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La generación que llegó después de Naranjo, Helioflores y usted, durante el velorio de Naranjo, coincidieron en señalarlos como los padres de la caricatura contemporánea. ¿Usted se siente maestro de esa generación?

No, soy maestro involuntario, yo no traté de hacer nunca una escuela con mi trabajo, ni Naranjo ni Helioflores. Nos decían los tres mosqueteros de la izquierda. Cada uno, dentro de su estilo, puso una escuelita, pero desgraciadamente no se siguieron; tomaron detalles del trabajo de Naranjo, que es dificilísimo dibujar como Naranjo o hacer humor como Naranjo. Creo que por lo menos les servimos de inspiración y servimos para abrir la puerta a otro tipo de libertad de prensa. Todavía no se logra la libertad de prensa completa porque la mayoría de los medios no pertenecen a los periodistas, ¿verdad? Los dueños defienden sus intereses por medio del periódico, esto es otra de las cosas en las que tenemos que avanzar. Ojalá que esta desaparición de Naranjo haga pensar a muchos caricaturistas para que utilicen su trabajo para politizar a la gente, para crear conciencia, que no nada más se concreten al ataque a los funcionarios porque eso no lleva a nada.

Rius por Rius.

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Se han dado casos de caricaturas contra el secretario de Gobernación y llega de repente el asistente de ese funcionario para comprar la caricatura en la que se le atacó, ¿eso qué quiere decir? Es el cinismo ya más absoluto. Estamos viviendo una época en la que el cinismo prevalece sobre la razón. Los políticos señalan como una prueba de que hay libertad de prensa, la existencia de caricaturistas como Naranjo o Helioflores o la existencia de la revista Proceso, pero no los toman en cuenta. El caricaturista, el buen periodista se ha convertido en una especie de Juan el Bautista, que está allá en el desierto pegando de gritos y el gobierno dice: “Mira, hay libertad, pueden gritarnos y mentarnos la madre”. Pero no nos toman en cuenta, no hacen caso de la crítica.

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¿Ya no es arriesgado mentarle la madre al presidente?

No. Cuando yo empecé a trabajar me dijeron que había tres temas tabú, que no se podían tocar: el presidente de la República, la Virgen de Guadalupe y el ejército. Ya se puede empezar a tocar al ejército con cosas como Ayotzinapa; se ha creado una conciencia en algunas partes del mismo gobierno y en algunos sectores del Ejército de que no puede seguir la cosa así, que también debe ser cuestionado y puesto en el lugar que le corresponde. El ejército no tiene por qué seguir en las calles, no está solucionando nada con esa situación.

“Su majestad el PRI” de Rius.

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Ya se hacen monos del Papa, de sacerdotes. ¿Y la Virgen?

También, yo tengo un libro sobre la Virgen. El editor estaba asustadísimo, me decía que nos iban a quemar la editorial. Le dije que no porque no tienen argumentos para rebatir la no existencia de la Virgen de Guadalupe y, en efecto, no he visto un sólo artículo en contra de mi libro. Sé que tengo la razón y no ellos.

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¿Ser rojillo y revoltoso le salió caro?

Ya lo creo, ya lo creo. Estaba en una lista que elaboró Luis Echeverría con el secretario de la Defensa, Marcelino García Barragán, o sea los dos del 68, y en esa lista aparecíamos cerca de 100 destinados a desaparecer. A mí me secuestró el ejército y me hubieran desaparecido si no interviene el general Cárdenas. Mis hermanos fueron a hablar con él, habló con Díaz Ordaz y me salvé la vida. A las 10 de la noche yo estaba frente a dos fosas abiertas, en el Nevado de Toluca esperando que me dieron mi balacera ahí. No sabían que ya había intervenido el general Cárdenas. Ese fue el susto más fuerte que tuve. Y de lo más común, pues los teléfonos estaban intervenidos, nos perseguía la policía por todas partes, nos negaban la venta de papel, presionaron a los impresores para cambiar de imprenta, te hablo de la revista La garrapata pero también incluyo a la revista Los agachados. Así es muy difícil hacer periodismo en México. Uno sabe ya de antemano que algo le debe tocar. Una vez me dijo Renato Leduc: Joven Rius, en esta profesión o le pagan o le pegan, y yo de menso escogí que me pegaran.

Cuenta Rius que minutos antes de su fusilamiento en el Nevado de Toluca, el general Lázaro Cárdenas intervino para evitar su muerte. En la imagen, el ex presidente jalándole la oreja al caricaturista. Atrás, Manuel Marcué Pardiñas./Tomada del libro “Mis confusiones. Memorias desmemoriadas” de Rius.

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¿Sigue pensando en que tiene garantizado Gayosso?

Sí, porque ahí trabajé. De veras, yo ya tengo ahí mi entierro.

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¿Eso le asusta?

No, para allá vamos todos. Yo veo la muerte como decir: Ya, ya hiciste todo lo que tenías qué hacer, ya, se acabó. No creo en el más allá ni en cosas así. A todos mis amigos y a todos mis hermanos les he pedido que regresen y nos digan qué hay allá, nadie ha regresado.

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FOTO PRINCIPAL: El caricaturista opina que la llegada de Donald Trump al gobierno de Estados Unidos generará una reacción de la sociedad. / Germán Espinosa. EL UNIVERSAL

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