Stonehenge inflable
POR ANTONIO ESPINOZA
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A un costado del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) aparece la siguiente frase: “Se necesita más poesía”, que anuncia la exposición de Jeremy Deller (Londres, 1966). Se trata de una de las obras del reconocido artista visual británico, que bien podría remitirnos a la gran utopía bretoniana de que la poesía no es sólo una expresión literaria sino también una forma de actividad mental que debe extenderse a todos los ámbitos de la vida. Recordemos que para el padre del surrealismo, la transformación revolucionaria de la sociedad iniciaba con la subversión del lenguaje, con el encumbramiento de la poesía como un instrumento de cambio. Muertas y bien enterradas las vanguardias, esta idea puede parecer trasnochada pues nuestro mundo artístico globalizado se rige por principios radicalmente distintos. Mas no lo es tanto si consideramos que Deller, un artista post Young British Artists (YBAs), es autor de un tipo de arte eminentemente participativo, que busca incidir directamente en la realidad. Eso sí: su arte colectivo no se limita a pedir más poesía.
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Curada por Ferran Barenblit, Amanda de la Garza y Cuauhtémoc Medina, la exposición Jeremy Deller. El ideal infinitamente variable de lo popular, presentada en el marco del Año Dual Reino Unido-México, nos ofrece una visión panorámica de la producción de este autor, con obras de distintas épocas, que abordan temáticas centradas en la historia y la cultura inglesas. Con mirada crítica, irónica y hasta humorística, Deller se ha apropiado de íconos, mitos, objetos, signos y símbolos de su país para revelar sus contradicciones. A diferencia de Andy Warhol, a quien conoció en 1986, Deller no exalta a la sociedad capitalista y sus manifestaciones de opulencia, antes al contrario, cuestiona estereotipos y asume una postura más reflexiva. Sus primeras obras datan de principios de los años noventa. Se presenta una recreación de Open Bedroom (1993-2012), la exposición que secretamente realizó en su casa cuando contaba con 27 años y aprovechando la ausencia de sus padres. La instalación incluye un baño, una cama, una pequeña televisión, pinturas, posters, playeras… que anuncian el inicio de su aventura.
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Imposible no relacionar la recámara artística de Jeremy Deller con una imagen creada décadas antes. Me refiero a Just what is it than makes today´s homes so different, so appealing? (collage, 1956), la pequeña obra maestra de Richard Hamilton, pieza emblemática del pop, cuyo irónico título no es ajeno a Deller. Lo interesante es que el artista británico desechó muy pronto las posturas más complacientes del pop, sacó el arte de la recamara y se alejó poco a poco de la producción objetual para centrar su atención en las acciones colectivas. Deller, sin duda, está más cerca del espíritu del Nuevo Realismo, el movimiento artístico orquestado en 1960 por el crítico de arte Pierre Restany, quien se pronunció por un arte ciudadano, por el redescubrimiento del objeto y del folclore urbano, por el rescate estético de la calle y la “poesía de la civilización urbana”. Ante la agonía de la pintura de caballete, los nuevos realistas optaron por recuperar la realidad sociológica de su tiempo: “La apropiación directa de lo real es la ley de nuestro presente”, sentenció Restany.
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Pero Jeremy Deller trasciende las neovanguardias sesenteras señaladas. El discurso que ha construido durante más de dos décadas se distingue por su pluralidad en cuanto a caminos y registros. La exposición que ahora me ocupa incluye obras contundentes que revelan esta diversidad y que son producto de la exploración del autor de las múltiples expresiones de “lo popular”. Así, en So Many Ways To Hurt You (The Life and Times of Adrian Street) (2010) hace visible a un luchador profesional inglés, miembro de una familia de mineros, que lucha como travesti. Acompañando al video documental que retrata la vida de Street, se exhibe una pintura mural realizada por el grafitero mexicano Yuka, en el que imagina al luchador en un escenario prehispánico fantástico, con un caballero águila y rodeado de pirámides. Otra de las obras más interesantes de la muestra es I love Melancholy (1993), un mural negro mate que tiene esta leyenda en el centro pintada en un negro brillante que la resalta. La pieza se complementa con un sofá en frente del mural, una invitación para que la gente se siente a meditar no sólo sobre el tema de la melancolía, sino también sobre la vida en nuestro mundo capitalista globalizado.
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Dejo para el último dos de las obras más significativas en la producción de Jeremy Deller. La primera es English Magic, obra realizada para el Pabellón Británico en la 55ª Bienal de Venecia (2013). La videoinstalación, que incluye una bandelora de Ed Hall y un coche comprimido –un guiño al nuevo realista César–, que convertido en banco, sirve para que la gente se siente tranquilamente a ver la obra, es una reflexión sobre la historia británica, su cultura, su gente, su política…Como anglófilo convencido que soy, confieso que pensé que la pieza no me iba a gustar, pero la verdad es que me encantó: el toque poético del vuelo del águila y la lechuza, la música de Melodians Steel Orchestra from South London, la destrucción de los coches, el desfile y, sobre todo, el ¡Stonehenge inflable!, en el que la gente se sube a correr y a brincar. El más famoso monumento neolítico, ubicado en Salisbury Plain, en Wiltshire, Inglaterra, se convirtió en un momento en un juego para todos. ¡Ah, el humorismo inglés, en el que yo sí creo!
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La segunda es The Battle of Orgreave (2001), una recreación de uno de los episodios más duros de la huelga minera en Inglaterra (1984-1985), que enfrentó a cientos de mineros con el gobierno conservador de Margaret Thatcher y que concluyó con la derrota de los trabajadores. Esta obra, por cierto, ya se anunciaba en Open Bedroom, en donde Deller incluye la foto del arresto de un minero en Orgreave (ocho años después, retomaría el asunto). Lo que hizo el artista fue recrear el episodio en una suerte de performance colectivo, en el que puso en acción a 800 voluntarios y 200 mineros que participaron años antes en la huelga. Estamos, sin duda, ante una de las obras político-sociales mejor logradas; una pieza icónica que ha recuperado para la memoria aquellos hechos lamentables. Bien por el maestro británico.
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*FOTO: “So Many Ways To Hurt You. The Life And Times Of Adrian Street”, de Jeremy Deller y mural de Yuka, 2010/Cortesía MUAC.
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