Tío Vania: el hastío según Chéjov
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Una puesta en escena de El Milagro que da vida al universo del desencanto espiritual y psicológico en personajes perplejos ante el sinsentido de la vida
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POR JUAN HERNÁNDEZ
El canal de YouTube de Teatro El Milagro ofrece varias obras completas, de acceso libre, para ser disfrutadas en la época del confinamiento, a raíz de la pandemia por Covid 19. Entre estas puestas en escenas está Tío Vania, de Antón Chéjov, dramaturgo, escritor y médico ruso, nacido en 1860. Fallecido en 1904, el escritor dejó una lista larga de cuentos y textos dramáticos como La Gaviota, Las tres hermanas y El jardín de los cerezos.
Tío Vania, dirigida por David Olguín, cuenta con un valor añadido: la traducción de Ludwik Margules (Varsovia, Polonia, 1933-Ciudad de México, 2006), enorme figura del teatro mexicano, pensador crítico y erudito del imaginario chejoviano. Con esta traducción en las manos, el creador escénico consigue figurar el universo emocional de personajes que, en la contención, ponen de manifiesto su condición sicológica.
La iluminación y la escenografía, de Gabriel Pascal, resaltan la coloración ocre que alimenta la atmósfera oxidada y fría, metáfora del desgaste sicológico y espiritual de los personajes; al mismo tiempo que permite abordar conceptos abstractos como el tiempo, el espacio y el objetivo de la existencia.
En esta versión de Tío Vania se narra la historia de ocho personajes, que comparten la vida en una finca en el campo. Todos padecen tedio y frustración en relación con sus vidas, que se apagan frente a la mediocridad y el descubrimiento de la mentira.
La presencia del “Profesor Alexander”, interpretado magistralmente por Mauricio Davidson provoca el caos, debido a su personalidad autoritaria y profundamente ególatra. El caos va in crescendo cuando “Iván Petrovich (tío Vania)”, encarnado por el primer actor Arturo Ríos, se percata de que su cuñado —para el que han trabajado todos, creyendo que era eminencia en la escritura— es un farsante. “Tío Vania” siente atracción por “Elena” (Laura Almela), la esposa del profesor: una mujer atractiva, quien también vive en el desencanto y la resignación.
No sólo “Tío Vania” siente atracción por “Elena”, también el “Dr. Mijail” (David Hevia), quien no tiene ninguna motivación para vivir, hundido como en ese pequeño pueblo, en el que cada día acude a la cita con una rutina monótona. La joven “Sofía”, hija del “Profesor Alexander”, se enamora del médico, pero éste la rechaza. La “Nana” es una suerte de personaje mediador, que se coloca en el centro del caos, para brindar un poco de descanso en aquella inmersión en el desazón.
Entre los desencuentros amorosos, largas borracheras, ataques y reencuentros emocionales, el conflicto llega a su cúspide cuando el “Profesor Alexander” propone vender la propiedad. “El tío Vania” se violenta, recrimina al profesor su engaño y consigue que desista de su intención.
La poética de la puesta en escena permite profundizar en el estado del alma de los personajes, y va más allá de la anécdota. Se leen los silencios, la respiración, el sentido de los movimientos, el gesto del hartazgo y la atmósfera asfixiante, para expresar la profunda naturaleza del hastío.
Las frustraciones acumuladas en un universo que no tiene salidas, ni respuestas; y en donde solo hay lugar para las preguntas esenciales de lo humano: ¿quién soy?, ¿para qué estoy aquí?, ¿cuál es el sentido de la existencia?, definen el estado anímico de la puesta en escena.
Plantear las preguntas desde la existencia de los personajes elevan su pertinencia y significado. Antón Chéjov y David Olguín señalan el suceso trascendente del deterioro del espíritu humano como un hecho, que ocurre en el tiempo y el espacio de la existencia de los personajes en el transcurso de la puesta en escena.
Como todo clásico, Chéjov sigue siendo actual y pertinente a la hora de hacer una radiografía de la condición humana. Su obra es universal porque ha vencido el tiempo y el espacio; y su discurso no tiene fecha de caducidad, en la medida que pone en relieve la naturaleza de esa humanidad enfrentada al sinsentido de la vida.
Tío Vania es una opción imperdible para esta temporada de confinamiento por el Covid 19. Se puede ver completa o en cinco partes (esta última opción es recomendable por gozar de mejor calidad de la imagen), en el canal de YouTube de Teatro El Milagro: https://www.youtube.com/watch?v=4tPzEU2mxcw (La versión en una sola exhibición) y en https://www.youtube.com/watch?v=sydXB99iamI&t=117s (para ver la obra en cinco partes).
Debe señalarse que la puesta en escena, desde estas plataformas, está determinada por el enfoque de las cámaras, y por efectos como el close up (acercamientos) o el fade (desvenecimiento paulatino de la imagen). Ver la videograbación de una obra de teatro lleva al espectador a una experiencia distinta a la que propone la naturaleza intrínseca del hecho escénico, a saber: la comparecencia del actor y del espectador en un mismo espacio-tiempo.
El trazo de la escena original es sustituido por el movimiento de cámaras que, en este caso, resulta ser un montaje, a partir del lenguaje del video, de lo que en origen fue un montaje teatral. Pese a estos inconvenientes, profundos en relación con la significación del teatro como un hecho vivo, único e irrepetible, la videograbación permite documentar este arte de naturaleza efímera.
En el Canal de YouTube de Teatro El Milagro también se pueden ver otras puestas en escena, que esta organización teatral ha tenido la generosa voluntad de liberar para el disfrute de la población en “cuarentena”. Entre ellas: ¿Quién teme a Virginia Woolf?, Los insensatos, Los asesinos y Macbeth.
FOTO: Esta obra puede verse en el canal de Youtube de El Milagro. / Cortesía El Milagro
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