El excesivo uso del cliché
/
El romance de María y Roberto, que durará el tiempo que viva su tortuga, apuesta por una historia sencilla pero de evidente irreverencia fallida
/
POR JUAN HERNÁNDEZ
Valeria Fabbri, egresada de la Escuela Nacional de Arte Teatral, se inició como dramaturga y directora con la obra Hoy se murió mi tortuga, que se ha presentado en distintos escenarios, desde el 2016, y que actualmente se encuentra en temporada en el Teatro El Galeón Abraham Oceránsky del Centro Cultural del Bosque, lunes y martes a las 20 horas.
Es una obra temprana y, en este caso, aún inmadura en términos de la profundidad y el dominio del lenguaje de la escena. La dramaturga escribe una obra que pretende ser irreverente y, de algún modo, busca descolocar la formalidad de la convención del teatro. Hasta aquí todo bien con la ambición de la creadora, en su búsqueda y arranque creativos. El problema radica en que una vez descarrilado el enfoque “conservador” del quehacer teatral, la creadora se va de bruce y ve colapsar la propuesta, para la que no ha construido cimientos nuevos.
Se entiende el entusiasmo de la juventud que busca su lugar, en este caso, en los espacios profesionales del arte de la escena, pero también se constata que hace falta más que arrojo para consolidar una propuesta artística; para lograrlo se requiere de experiencia y dominio en el uso de los recursos que ofrece el teatro, un arte que tiene como propósito echar luz sobre asuntos imprescindibles para el ser humano.
El humor es un recurso que permite elevar la consciencia por encima de la situación y, de esta manera, tomar distancia para generar reflexión crítica. Contar chistes, como ocurre en esta puesta en escena, para hacer reír al público, es otra cosa.
Hoy se murió mi tortuga, en términos formales tiene enormes limitantes. El uso y abuso de los lugares comunes anulan la necesaria intervención de los actores en la construcción de los personajes. El cliché toma el lugar de un proceso riguroso para la creación de un discurso artístico, que permita el desarrollo verosímil de la trama.
La obra de Valeria Fabbri cuenta la historia amorosa entre “María” y “Roberto. Los personajes se conocen en una playa y se enamoran a primera vista. Al cumplir un mes de relación, festejan con declaraciones de amor y tarjetas en forma de corazón, y prometen mantenerse juntos hasta que la mascota de “María”, una tortuga, muera.
El texto se inscribe dentro de lo que se conoce como “narraturgia”, de moda en la dramaturgia contemporánea. Si bien en esta corriente existen propuestas sólidas, también hay otras inconsistentes, que es el caso de Hoy se murió mi tortuga, en la que se advierte incapacidad para introducir a la narración oral como una forma eficaz de la representación. Entendemos que el texto dramático no se reduce sólo al diálogo, pero en este caso, tanto la acción como el relato que le precede o sustituye, impiden penetrar la superficie y abrir paso al ascenso de la consciencia para generar pensamiento crítico.
En este contexto se agradece la brevedad de la obra, cuyo desarrollo y desenlace son absolutamente previsibles. Resalta también el trazo escénico, de gran dinamismo; el diseño coreográfico, el uso lúdico de las mesas de distintos tamaños y la unidad tonal en el desempeño actoral.
Poco favor le hace a la puesta en escena el recurso del personaje que funge como “narrador” y que pretende ser una parodia de esa figura recurrente en la tradición teatral. Tampoco ayuda a la puesta en escena la “sesuda” cita del pensamiento, en relación con el texto dramático, del creador español José Sanchís Sinisterra, a quien se le adjudica la paternidad de la narraturgia. Ambos recursos son un disparo en el pie para el montaje.
Se entiende que la obra tiene la pretención de ir contra la solemnidad del discurso artístico, de las maneras de pensar y de producir el teatro contemporáneo; también queda claro que es una puesta en escena realizada para descolocar el trabajo del actor y su forma de aproximarse a la escena; sin embargo, “Hoy se murió mi tortuga” se estrella contra la temeraria ambición, toda vez que es incapaz elaborar una proposición consistente del quehacer teatral, y lo mismo ocurre a la hora de profundizar, desde el humor, en el análisis crítico de las relaciones amorosas específicas de la época contemporánea.
Teatro al momento
La actriz Julieta Egurrola es “Hamlet”, en la versión escénica contemporánea sobre la obra original de William Shakespeare, que dirigida por José Caballero, con la Compañía Nacional de Teatro. Se trata de la primera de dos entregas, en la que actúan también Miguel Cooper, Zaide Silvia Gutiérrez, Luisa Huertas, Erika de la Llave, Miguel Ángel López, Gastón Melo, María del Mar Náder, öscar Narváez, Laura Padilla, Angelinba Peláez, Octavia Popesku, Pablo Ramírez, Antonio Rojas y Amanda Schmelz, así como los actores invitados Alfredo Barraza, Erando González, Alejandra Ricardez y Daniel Ruiseñor. Se presenta en el Teatro del Bosque Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque (atrás del Auditorio Nacional), jueves, viernes y sábados a las 19:00 y domingos a las 18 horas, hasta el 22 de septiembre.
Corazón gordito, de Saúl Enríquez, dirigida por Angélica Rogel, con Yulleni Vertti, Alejandro Morales, Dano Ramírez, Meraqui Pradis y Grecia Ricart, diseño de escenografía y utilería de Matías Gorlero, iluminación de Alejandra Escobedo y vestuario de Giselle Sandiel, es la historia de dos adolescentes gemelas que buscan su identidad, por encima de las expectativas de la sociedad. La puesta en escena, dirigida a niños y adolescentes, se presenta en la Sala Xavier Villaurrutia, sábados y domingos, a las 13 horas, hasta el 17 de noviembre.
FOTO: Hoy se murió mi tortuga se presenta los lunes y martes a las 20 hrs. hasta 1 de octubre, en el Teatro El Galeón Abraham Oceransky del Centro Cultural del Bosque. CRÉDITO: Cortesía INBAL
« Abrantes-Schmidt y la irradiación diamantina Lorna Martínez: la pasión por los libros que acabó entre escombros »