Teresa Castelló Yturbide, pionera de la literatura infantil

Mar 5 • Reflexiones • 6160 Views • No hay comentarios en Teresa Castelló Yturbide, pionera de la literatura infantil

POR EPIGMENIO LEÓN

 

La promoción de las costumbres, tradiciones, alimentación, formas de vestir y los hábitos religiosos de los mexicanos fue la tarea de la incansable Teresa Castelló Yturbide, a quien también se le conoció con el seudónimo “Pascuala Corona”, con el que firmó varios de sus libros. Este 20 de enero se cumplió su primer aniversario luctuoso.

 

Pionera de la literatura infantil en México, Teresa Castelló (21 de marzo de 1917 – 20 de enero de 2015) fue hija de Teresa Yturbide Plancarte y Alfonso Castelló Sosa. Mientras sus obras literarias estuvieron dirigidas a un emergente público infantil, sus obras de carácter antropológico y de divulgación superaron el terreno literario.

 

Teresa Castelló Yturbide publicó en 1945, bajo el pseudónimo de “Pascuala Corona”, el libro Cuentos mexicanos para niños bajo el sello editorial Porrúa, donde  recolectó una serie de narraciones, cuentos y leyendas mexicanas que había escuchado de otros adultos que solían contárselos cuando era niña.

 

Teresa Castelló se definió más como “cuentera” a partir de su idea de recolectar todas esas historias que había escuchado. El seudónimo de “Pascuala Corona” lo tomó de la nana de su madre, quien le contó la mayoría de los cuentos que recopiló. No sólo eso, en cada uno de sus libros dio crédito a las personas que le contaron cada uno de los relatos, haciendo mención a los lugares donde los escuchó.

 

La educación de esta “cuentera” fue atípica, pues si bien no acudió a escuelas formales, siempre estuvo apoyada por profesores particulares que le procuraron enseñanzas académicas y de idiomas. En esta etapa, además contó con la rigidez de las costumbres inglesas, por la admiración que su padre tenía de esa cultura.

 

Sin embargo, su amor por lo mexicano se le reveló al hacer amistad con el afamado arquitecto Luis Barragán Morfín y, después con el arquitecto Mauricio de María y Campos, con quien contrajo nupcias.

 

La influencia de estos dos hombres abarcó tanto su labor literaria como sus  investigaciones y su obra pictórica: una visión de la vida y el tiempo que le tocó vivir y en la que plasmó la idiosincrasia del México de principios del siglo pasado.

 

La aspiración de Teresa Castelló fue ser enfermera. Aunque su padre se opuso rotundamente, le proporcionó diversos estímulos educativos y viajes a Europa. El más trascendente de ellos fue a Francia, donde tomó notas y adquirió la soltura para otra de sus pasiones: la pintura.

 

Si bien en sus primero libros incluyó sus propias ilustraciones, la formación académica formal la adquirió en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”. Más tarde, en 1972, montó una exposición en la tradicional Galería de Arte Mexicano, en la que vendió todos los cuadros expuestos.

 

A pesar de ser poco conocida, sus pinturas reflejaron esa obsesión por el detalle de lo mexicano. Aquí, nuevamente, se manifestó la influencia de Luis Barragán, quien a su vez había adquirido ese colorido característico a través del pintor Chucho Reyes.

 

La pasión que tuvo por las costumbres y tradiciones mexicanas la llevaron a fundar en 1988 la asociación Pro-Seda en la comunidad textil de San Mateo del Peñasco, Oaxaca. Para este proyecto viajó a Europa con la finalidad de conseguir gusanos de seda, por los que jamás cobró un peso.

 

Mujer religiosa y de trazos franciscanos, Teresa Castelló donó a comunidades necesitadas las regalías de sus libros, tanto de literatura como de investigación y divulgación. Algunos de los derechos patrimoniales de sus libros los tiene su albacea, su hijo Alfonso de María y Campos Castelló, mientras que otros están en posesión de la Fundación Cultural Banamex.

 

De hecho, este espíritu la llevó a escribir sus libros de literatura. Al ser una mujer devota, se dedicó a catequizar niños en la colonia donde vivía en la Ciudad de México. Al no poder contenerlos, por ser tantos, se ofreció a contarles historias al terminar la parte religiosa. De ese modo, logró reunir a una gran cantidad de niños para que tomaran catecismo, además de ser reconocida en el oficio que tanto defendió: “cuentera”.

 

Aunque en sus inicios no tuvo el éxito esperado, Teresa Castelló no cejó en su empeño por escribir y publicar las historias que le habían contado. Sus primero textos, por sugerencia de su padre, los había enviado sin éxito a un concurso literario. Sin embargo, este suceso no fue definitivo, pues por esas mismas fechas había autopublicado su primer libro: Cuentos mexicanos para niños.

 

De ahí salieron los libros Cuentos de rancho (1952), Fiestas (1958), Cuentos de Pascuala Corona (1986), El pozo de los ratones y otros cuentos al calor del fogón (1996), El morralito de ocelote (1998), Leyenda de la China Poblana (2005), Mi abuela Romualda (2006), Isidro Labrador, quita el agua y pon el sol (2007) y Quetzalcóatl y la hormiga maicera (2009), entre otros.

 

Su labor en la literatura le valió el reconocimientos del Premio Antoniorrobles en 1993 por su libro El morralito de ocelote y en 2010 el Premio Bellas Artes de Cuento Infantil Juan de la Cabada por su trayectoria literaria.

 

En cada uno de estos libros, Teresa Castelló recopiló relatos populares mexicanos, que ella aglutinó en una sola versión. En ellos incluyó también leyendas de tintes religiosos que más allá de un apostura creyente, dieron cuenta de las costumbres de los pueblos mexicanos.

 

Inquieta y curiosa, hizo recorridos por toda la República Mexicana, de donde observó las costumbres de los grupos étnicos. Ese recorrido le sirvió para escribir los libros Traje indígena en México (1960), El rebozo (1971), Presencia de la comida prehispánica (1986), Colorantes naturales de México (1988), Historia de México a través de su indumentaria (1988) y El rebozo durante el virreinato (1997), entre otros.

 

Aunque varios de sus libros están disponibles —Editorial Tecolote tiene algunos de los más recientes—, otros están agotados por tratarse de ediciones de gran formato, con trabajo iconográfico, pero de tirajes reducidos.

 

Este 2017 será el centenario del natalicio de la pionera de la literatura infantil en México, excelente oportunidad para reeditar su obra literaria y de divulgación.

 

*FOTO: La cuentera tomó su seudónimo del nombre de la nana de su madre, quien le contó la mayoría de los cuentos que recopiló/ Autor Anónimo. Coordinación Nacional de Literatura-INBA.

 

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