Una labor de significados

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Ann Marie Cyphers Tomic fue una apasionada investigadora de la cultura olmeca; sus aportes merecen un reconocimiento obligado

 

POR OMAR ESPINOSA SEVERINO
La curiosidad por la cultura olmeca comenzó en 1868 cuando se dio a conocer públicamente el hallazgo de la primera cabeza colosal perteneciente al sitio arqueológico de Tres Zapotes, con una propuesta audaz sobre su origen. Se planteaba el origen etíope de los rasgos del rostro representado en la gran escultura, generando un impacto significativo en el ideario colectivo sobre la cultura olmeca. Como incógnita cultural, mantenida por poco más de un siglo y sustentada en poca evidencia, tuvo que ser respondida por la arqueología moderna y una de las grandes especialistas en arqueología olmeca en el mundo, Ann Marie Cyphers Tomic, se dio a la tarea.

 

Hoy en día esa propuesta de origen ha sido descartada con base en estudios sistemáticos y análisis científicos, convirtiéndose en un hito de la arqueología mexicana y en parte del legado de la arqueóloga e historiadora Ann Cyphers. Su fallecimiento inesperado el pasado 20 de mayo de 2023 es sensible y triste, quedará un hueco en los estudios arqueológicos que llevaron al mejor entendimiento de la cultura olmeca y el urbanismo temprano en diferentes regiones de lo que ahora consideramos México.

 

La cultura olmeca es una de las sociedades complejas más antiguas; se establecieron en la región de la Costa del Golfo en los actuales estados de Veracruz, Tabasco y Campeche. Se conformaron como grupos estratificados a partir de la distribución de bienes de prestigio como las esculturas de piedra verde. A Ann Cyphers, originaria de Illinois, Estados Unidos, le interesaba esta cultura y la convirtió en su vida y obra desde la década de 1960.

 

Cyphers se comenzó a involucrar en proyectos que estudiaban aldeas tempranas y se interesó por los procesos que las llevaron a ser centros urbanos con sociedades complejas. Uno de sus primeros trabajos en esa línea se dio en el Proyecto Chalcatzingo en Morelos, entre 1972 y 1974, encabezado el arqueólogo estadounidense David C. Grove, también gran especialista de la cultura olmeca. Destacó por el análisis de materiales cerámicos que realizó y a partir del cual se estableció la tipología de vasijas, figurillas y cronología de ocupación del sitio y aún sigue vigente. Además, en Chalcatzingo coincidió con grandes figuras de la arqueología, como Jorge Angulo, Raúl Arana, Kenneth Hirth, Teresita Majewski, William Fash, Barbara Fash, Susan Gillespie o Manuel Gándara Vázquez; con algunas de estas personas formó lazos colaborativos muy significativos y amistades que fueron muy importantes en la vida de Ann.

 

Kenneth Hirth es un ejemplo. La relación de amistad y colaboración se prolongó 53 años, formando complicidades que llevaron a Cyphers a trabajar en sitios fuera de su tema central de interés, pero sin perder la continuidad. Lo anterior se cristaliza en aportaciones para los estudios regionales, como el de Xochicalco, también en el estado de Morelos. Los resultados se observan en la publicación en la UNAM de 1988 Tiempo y asentamiento en Xochicalco. La relación entre ambos no quedaría en un solo un libro, sino en un conjunto de publicaciones donde se incluye su último trabajo: Percusión y presión, la lítica tallada de los olmecas de San Lorenzo (2022), también de la UNAM, donde se expone la información de uno de los talleres de obsidiana más antiguos de la época prehispánica.

 

La convivencia y colaboración no era algo menor ni en la vida ni en el trabajo de Ann Cyphers. Jennifer Guillén, su hija, acredita el legado arqueológico más allá de un ser académico con un punto de vista especial, uno cercano e íntimo. Pensando en toda la labor realizada por su madre, relata que era más que generosa con lo que daba, exponía e intervenía, también con el tiempo que le dedicaba a cada una de sus iniciativas. Y eso se notaba, quizá por eso es que los grandes retos de la arqueología olmeca fueron afrontados en una magnitud nunca antes vista, pues desde la década de 1990 Ann Cyphers tomó la batuta de investigación de sitios olmecas como San Lorenzo Tenochtitlan, Veracruz y sus asentamientos asociados.

 

Como uno de los pilares de la arqueología mexicana se pueden ver varias líneas de trabajo que abarcaban la interdisciplina y trabajar integralmente los temas que permitieran conocer las dimensiones de la vida humana, una de sus preguntas rectoras era: “¿Cómo vivían los olmecas?” Así, los estudios de estos sitios se balanceaban entre el conocimiento de la escultura a gran escala, los objetos de prestigio y los espacios de vivienda general, complementado con un mapeo intenso de la región para entender la dinámica y desarrollo de la población olmeca.

 

El trabajo de Ann Marie Cyphers Tomic en Veracruz fue incansable. Cortesía Jennifer Guillén

 

Otra de las palabras clave en el ejercicio de la arqueología de Cyphers fue comunidad, especialmente pensando en la generación de comunidad en los proyectos arqueológicos. Regresando a las palabras de Jennifer Guillén, la estrella de Ann estaba presente al trabajar en grupo, tanto en el circulo académico como fuera de éste. Era común que su casa se convirtiera en campamento para estudiantes que no tuvieran la opción de hospedajes o que los campamentos estuvieran repletos de gente de las poblaciones cercanas a los sitios arqueológicos para trabajar. El sentido de comunidad se ve muy bien representado en lo que sería las gestiones más exitosas de museos comunitarios en México: los museos de San Lorenzo Tenochtitlan, inaugurado en 1995, y el Potrero Nuevo, que cambian el paradigma de gestión de herencias culturales de un enfoque gubernamental centralizado a uno más social y local. De la misma manera Cyphers fue fundamental para la fundación del campamento de trabajo de Mapachapa como centro de operaciones en la región, y donde una nueva generación de profesionales en arqueología multinacionales ha trabajado y seguirán desarrollando investigaciones sobre lo olmeca.

 

La huella de Ann Cyphers no sólo era de investigación de campo y gestión patrimonial, también era teórico pues con base en las investigaciones se acercaba a lo que eran considerados los misterios de la arqueología olmeca. Resalta su libro de 2012 Las bellas teorías y terribles hechos, controversias sobre los olmecas del Preclásico inferior, donde contrasta ideas fijas con los datos más recientes de sus investigaciones arqueológicas, se lee una narración sobre el origen de la cultura olmeca, su estructura social, escultura monumental, producción artesanal, arquitectura. Como punto de interés que colisiona con el origen etíope de las cabezas olmecas también explica que las cabezas eran en un inicio tronos donde los mandatarios olmecas administraban sus provincias y que, a la muerte de estos, sus asientos muebles eran convertidos en sus retratos.

 

Jennifer Guillén menciona que probablemente su madre no dimensionó el impacto de su quehacer, humildemente intentaba tomar su trabajo como una aportación significativa, pero rehuyendo de ser la estrella central y foco de atención principal; lo cierto es que no fue poco lo que realizó Ann Marie Cyphers Tomic como arqueóloga, historiadora y como persona.

 

El trabajo de descifrar a una cultura arqueológica como la olmeca no es tarea sencilla; investigar esa aura de gran misterio y enigma con ideas fijas pone retos que ni siquiera están en la comunidad académica, sino en los idearios de las personas que desconocían muchas de las evidencias que se podían trabajar desde la arqueología. Ann Cyphers logró hacerlo, logró determinar que el ADN de personas que vivieron en las ciudades olmecas era local y no africano, que esas mismas personas se representaban a sí mismas en grandes masas rocosas y que había una filiación política muy compleja con muchos niveles de vida. Ese legado está presente en la arqueología mexicana y también en las comunidades donde trabajó, con las personas con las que compartió ideas, que al final es lo más importante. Se pueden ver incluso homenajes musicales, canciones en YouTube para ella como agradecimiento a su labor.
Ahora, quizá del otro lado, Ann Marie Cyphers Tomic sabe un poquito más de lo que conoció en vida porque acompaña a los antepasados olmecas en un plano que sólo sabremos a través de sus estudios culturales. Se le extrañará, sin duda, y como menciona Felipe Ramírez, uno de sus discípulos arqueológicos, se extrañarán sus conversaciones y lecturas sobre la cosmovisión y arqueología olmeca.

 

 

FOTO: Ann Marie Cyphers nació en Illinois, Estados Unidos. Desde 1960 se dedicó a la investigación arqueológica. Crédito de imagen: Cortesía Jennifer Guillén

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