“La vigencia de Las venas abiertas de América Latina es espeluznante”: entrevista con Carlos Díaz, director de Siglo XXI Argentina

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En entrevista, el director de Siglo XXI Argentina habla sobre la edición conmemorativa del clásico escrito por Eduardo Galeano, y asevera que, a medio siglo de su aparición, esta obra continúa interesando a las nuevas generaciones críticas de las desigualdades en América Latina

POR JOSÉ JUAN DE ÁVILA 
Carlos Díaz leyó por primera vez Las venas abiertas de América Latina cuando tenía 15 años, un libro que define como “iniciático”, de “espeluznante vigencia” para cualquier joven que busca formarse en la historia del subcontinente, y que él ahora reedita con Siglo XXI Argentina para una nueva generación de lectores devotos de su amigo Eduardo Galeano, al cumplirse 50 años de la aparición del volumen.

 

Desde Buenos Aires, en conversación telefónica, Díaz comenta que la edición conmemorativa, ilustrada con viñetas de Tute, salió en abril pasado, en una situación crítica para las editoriales en su país por la pandemia, con un tiraje de 15 mil ejemplares sólo para Argentina y que espera sacar otro tanto en un mes o dos. No obstante, revela que esta obra del uruguayo se reimprime cada seis meses.

 

Las venas abiertas de América Latina es un fenómeno enorme, rompe todos los moldes de Siglo XXI Editores, una editorial que no está habituada a tener este tipo de bestsellers. Para nosotros no sólo es un libro y un autor muy importante por la relación que tuvo con nosotros, que lo queríamos y queremos; tener un autor con la potencia comercial de Eduardo Galeano nos cambia la realidad, nos da oxígeno tremendo para poder hacer el resto de nuestro catálogo”, indica el editor y sociólogo argentino.

 

Galeano (Montevideo, 1940-2015) escribió a los 30 años este libro emblemático de la izquierda latinoamericana, en largas sesiones con ollas de café, “para difundir ideas ajenas y experiencias propias” con la intención de “divulgar ciertos hechos que la historia oficial, historia contada por los vencedores, esconde o miente”, como escribió el autor en el prólogo de la primera edición de 1971. Sus temas: desigualdad, colonialismo, saqueo de recursos, la corrupción, las dictaduras impuestas por EU.

 

Díaz, quien mantuvo una amistad con el periodista uruguayo desde que se hizo cargo de Siglo XXI Argentina en su reapertura en 2000, habla sobre el interés en América Latina que tuvo este en su obra.

 

“América Latina ocupa un espacio central en la obra de Galeano; él tuvo un vínculo de amor muy apasionado con países como México, Guatemala, Brasil, Haití, Nicaragua… era un enamorado de América Latina, además de la América Latina profunda. Por poner un caso: recorrió México hasta el cansancio, el centro y el sur de México lo conocía sumamente bien y cada que podía se daba una vuelta. Si se fija en los tres tomos de Memoria del fuego, que en conjunto deben de sumar unas mil 500 páginas, es otra versión de la Las venas abiertas, otra historia de América Latina. Hasta el último día de su vida, Galeano seguía escribiendo sobre América Latina, era una de sus pasiones”, explica Díaz.

 

De sus pasiones, pero supongo que también de sus frustraciones. Cinco décadas después de la primera edición, América Latina sigue igual, en cuanto a desigualdad, a como la vio en 1971 Galeano.

 

Estás tocando un punto excelente. A mí me gustó mucho el epílogo que hizo Galeano a los siete años de la publicación de la primera edición. Y me encantó porque Eduardo dice que ya pasaron siete años y nada cambió. ¿Cómo puede ser que nada cambió? Hace poco lo releí cuando hicimos esta edición de aniversario y me dije: “¡Qué bárbaro! Evidentemente en la década del 70 se pensaba que el futuro iba a ser mucho mejor que ese presente. Galeano escribió este libro como una herramienta que podía cambiar esa realidad, por eso cuando siete años después tiene que hacer un balance, lo que pasó con el libro, escribe cosas maravillosas y una de las cosas que escribe con mucho dolor es que no cambió nada, que la situación sigue igual que siete años atrás. Me parece una forma maravillosa de mostrar cuál era la intención de Eduardo, qué es lo que se proponía hacer con el libro. Y, efectivamente, no han cambiado las cosas en lo más mínimo. La vigencia del libro es espeluznante, y tiene que ver con el éxito que el libro sigue teniendo y por qué sigue siendo leído con devoción: porque sigue funcionando.

 

La paradoja o ironía es que lo que está vigente es la desigualdad, más allá del libro.

 

Totalmente, para nuestra desesperación y nuestra angustia, América Latina sigue siendo uno de los continentes más desiguales del mundo, ni hablar de cómo se habrá profundizado eso durante la pandemia. Lamentablemente sí, eso es, en parte, lo que le da vigencia; pero en parte también es que hay cosas que cuando están bien hechas, qué se yo, logran cruzar, sostenerse en el tiempo, y eso fue lo que le pasó a Eduardo. Hay algo que funciona con este libro que hace que hayan pasado décadas y se siga leyendo y que no se vea como una cosa de época, que los maestros obligan a los niños a leerlo en las escuelas, sino que justamente es una lectura iniciática para muchos jóvenes que quieren meterse en la política, en la historia, y encuentran en este libro enterarse un poco, algo que les abre la cabeza.

 

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Díaz, no obstante, acota que la vigencia del libro también obedece a la manera en que Galeano denuncia “implacable” la desigualdad en el subcontinente, pero sin ser desesperanzador.

 

“No es una denuncia de esas que lo aplastan a uno y lo dejan paralizado, sino que llama también a la reacción, no necesariamente violenta. El final del libro es muy bonito, dice que en la historia de los hombres cada acto de destrucción encuentra su respuesta tarde o temprano en un acto de creación. Eduardo no era para nada pesimista, no le gustaba oprimir a la gente, desmoralizar, era una de cal y una de arena: te golpeaba pero te estimulaba con humor o con un horizonte posible mejor que el presente”.

 

Cuenta que leyó Las venas abiertas de América Latina a los 15 años. ¿Qué fue lo que más le impactó?

 

A los 15 uno tiene sensaciones sobre cómo es el mundo, pero no tiene sistematizada una mirada sobre el mundo. Y lo que siento que hice por primera vez leyendo Las venas abiertas fue lograr sistematizar una mirada sobre América Latina, entender un poco cómo pensar todos estos países juntos y en conjunto con el resto de los países del mundo, eso es lo que me dio. También, ahora que lo pienso, me despertó cierto amor y solidaridad por América Latina. Mis padres se exiliaron en los 70; yo me crié en Colombia y, sobre todo, en México; a esa edad yo ya había vivido en tres países. Y descubrir esa forma de mirar a América Latina con el libro de Eduardo me cambió para siempre; me generó un amor y me hizo entender por qué quería tanto a América Latina y tener una mirada en conjunto del subcontinente, que no tenía. Me fascinó. Para cualquier joven es muy impactante el contacto con el mundo que te abre Eduardo Galeano, con esa mirada sobre la historia no contada de América Latina, la historia de los vencidos, los derrotados.

 

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El director de Siglo XXI Argentina recuerda que Galeano agradecía a los dictadores latinoamericanos por la promoción que habían hecho de Las venas abiertas de América Latina al haberlo prohibido. “No hubo mejor campaña publicitaria que esa”, decía en serio. Y justo recuerda que el libro circuló en ediciones pirata, fotocopias o maestros que te hacían leer la obra fuera de los programas de estudio.

 

“Al final Galeano terminó institucionalizado, lo digo yo como editor, que todos los años me escriben desde Santillana hasta cualquier editorial de textos un poco más progresistas para pedirme que les autorice usar cuentos de Eduardo en sus manuales, porque lo usan muchísimos, desde manuales de literatura hasta de historia, o lo que tenga que ver con educación cívica o sociología, cualquier libro de ciencias sociales, lo usan muchísimo”, comenta con emoción el director de Siglo XXI Argentina.

 

La popularidad del uruguayo y su obra más emblemática incluso lleva a gente a tatuarse sus frases o a presidentes a citarlo. Díaz recuerda que cuando murió el futbolista Diego Armando Maradona en noviembre de 2020, por todas partes se difundían los videos o textos de Galeano que dedicó al Pelusa.

 

Carlos Díaz destaca la conexión que tuvo Galeano con sus lectores, como una chica que conoció en un vivero que se había tatuado la portada de El libro de los abrazos en el pecho, porque su lectura según ella la había sacado de la depresión, reconfortado mucho y salvado del suicidio. “Me dijo que encontró en Eduardo una fuente de inspiración, de ternura, era una historia de amor absoluta hacia Eduardo”.

 

También recuerda cómo le impactó ver por primera vez cuando Galeano recibía un incesante “peregrinaje” de devotos fanáticos en el café El Brasileiro del centro histórico de Montevideo, que lo mismo le pedían autógrafos que dinero, como un borracho local que siempre se le acercaba para ello.

 

“Esa conexión que tenía con sus lectores era fascinante, humana, sencilla, sin pompa ni pretensiones, lo describía muy bien a él, eso me fascinaba. La primera vez que vi esa escena, me quedé profundamente enternecido con Eduardo porque otros se ponen como divos. Imagnate con la fama de Eduardo, hasta su último día fue el tipo más encantador del mundo, tenía un ego muy bien manejado, nunca fue un pedante, ni un desagradable ni un soberbio, ni un pesado, sino todo lo contrario”, rememora Díaz.

 

Curioso que use la palabra “peregrinaje”, parece que ya se le veía como un santo a Galeano.

 

Tenés razón, algo de eso, sí. Galeano se volvió en un autor más popular en el más lindo de los sentidos. Sus libros circulan pirateados en PDF por todos lados, y nunca se preocupó por combatir eso, jamás tuvo una relación mercantilista con su obra, él vivía de sus derechos de autor, pero sabía que no tenía ningún sentido perseguir a la gente que comparte en Facebook sus libros; una versión pirata-pirata tal vez sí, pero nunca le interesó ni mucho ni poco combatir la piratería más informal, que es la forma en la que ha circulado mucho su obra, de boca en boca, entre amigos que se recomiendan o se prestan libros, que comparten fragmentos, y es la forma más linda de circulación que puede tener una obra.

 

¿A qué atribuye que en América Latina el libro de Galeano no haya tenido una repercusión política para evitar que se siga votando por gobiernos de la ultraderecha, como el de Brasil con Jair Bolsonaro, o que la hija de Alberto Fujimori siga disputando la presidencia de Perú; que en Argentina llegue al poder alguien como Mauricio Macri o que en México se siga votando a favor del PRI?

 

¡Pobre Eduardo! No sé cuán responsable puede llegar a ser él de todo esto, de que no haya llegado su mensaje. Tiene que ver con la desigualdad tan fuerte que ha caracterizado a América Latina; mirá que si en la década de los 70 se hablaba de desigualdad, fijate cuántas décadas pasaron y seguimos igual o peor. Realmente lo que hay en gran parte de la sociedad es enojo, frustración. Así como los brasileños votaron a Lula en un momento y después a Bolsonaro y, lo más probable, volverán a votar por Lula, uno no dice que la gente se hace de izquierda o de derecha de un día para otro. Hay mucha gente enojada, frustrada, que va buscando su camino un tanto a los tumbos, entre las opciones que le van apareciendo. El partido comunista está volviendo a Chile después de haberse votado a Sebastián Piñeira. Hay algo ahí como que América Latina está sin rumbo de último tiempo, que no son giros ni tan a la izquierda ni tan a la derecha, sino que somos gente que estamos muy desorientadas. No creo que la mitad del pueblo brasileño se haya vuelto de ultraderecha como el animal de Bolsonaro. Es gente que está angustiada, desesperada, buscando una salida, creyó que este tipo podía representarla y cuando descubran que no, después de cuatro años de perder el tiempo, volverán a Lula. Ojalá él sí les pueda dar soluciones, un camino mejor, pero con los problemas estructurales de fondo es muy difícil pedirle a un presidente, sea cual sea, que resuelva esos problemas estructurales de fondo, que son de toda América Latina, no de un país. Chile, que era el modelo de país capitalista serio en América Latina, mirá como está, prendido en fuego; o Colombia, el niño mimado de Estados Unidos, está prendido en fuego.

 

Las venas abiertas es un libro obviamente de la izquierda. ¿Se lee por la gente de derecha o hay prejuicios de ésta para leerlo y discutirlo?

 

Es un prejuicio muy bien fundado, porque una persona de derecha no encontrará una gran satisfacción al leer Las venas abiertas. Por supuesto, alguien de derecha que es curioso intelectualmente, sí se fascinaría leyéndolo. En otra época era distinto; hoy, en general, la gente no disfruta tratando de comprender el pensamiento de los que piensan distinto a ellos, al contrario, tratan de hacer lecturas que le confirmen su mirada del mundo y por lo tanto son batallas más pobres; el que tiene una mirada muy rústica sobre el mundo se pelea con otro igual. Ojalá se leyera y discutiera por gente de derecha. Al mismo tiempo es muy simpático cómo Galeano tiene otro costado, viste que él se dedicó mucho al microrrelato. Las venas abiertas es un libro atípico en su producción literaria, aunque una de las grandes obras de la literatura latinoamericana del siglo XX, porque después se dedicó a escribir cosas más cortas. Y muchas de esas piezas circulan casi como aforismo, textos políticos pero más suaves, y la gente los difunde sin darse cuenta que el autor es el mismo de Las venas abiertas de América Latina y uno de los emblemas de la izquierda latinoamericana.

 

FOTO: El escritor uruguayo Eduardo Galeano (1940-2015), cuya obra se encuentra como una de las máximas influencias del pensamiento de izquierda en América Latina/ Crédito: Alejandro Ernesto/ EFE

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