Jaco van Dormael y la nefastez divina

Jun 4 • Miradas, Pantallas • 5203 Views • No hay comentarios en Jaco van Dormael y la nefastez divina

POR JORGE AYALA BLANCO

 

En El nuevo nuevo testamento (Le tout nouveau testament, Bélgica-Francia-Luxemburgo, 2015), coruscante filme 5 del anarca edificante belga de 68 años Jaco van Dormael (Toto el héroe 91, El octavo día 96, Las vidas posibles de Mr. Nobody 09), con guión suyo y de su nuevo colaborador infaltable Thomas Gunzio (desde su teatro-cine de performances rutilantes Kiss & Cry 11), la perversidad omnipotente del Dios creador de Bruselas (Benoît Poelvoorde), de hecho un ocioso manipulador sádico de sus criaturas, aparte de un tirano conyugal de su relegada esposa (Yolanda Moreau) y causante de la muerte de su malinterpretado primer hijo JC aún vivo subversivo en yeso (David Murgia), sólo puede ser contrarrestada por su hijita rebelde de 10 años Ea (Pili Groyne), quien sabotea la desdicha de los humanos al revelarles por celular la fecha exacta de su muerte gozosa, negándose a reiniciar la trabada PC burocrática sin la cual su Padre nada es y huyendo por el ducto de una lavadora hacia el mediocre mundo real bruselense, con el objeto de dictarle al astroso vagabundo expresidiario Víctor (Marco Lorenzini) un Nuevo Nuevo Testamento más benévolo y reclutar a los seis excéntricos apóstoles adicionales que se necesitan para instaurar un régimen feliz en el mundo, fuera de la órbita de la nefastez del Dios que los gobernaba, el cual también se fuga de su universo a través de la misma vía, pero sólo para ser arrojado a una realidad en la que su prepotencia malsana recibe todo tipo de vejaciones y golpizas, incluso de lúmpenes devotos como él, hasta ser confundido como ilegal inmigrante centroasiático y deportado a Uzbequistán cual trabajador esclavo, mientras la dicha se extiende por la playa ayuna de muerte que visitan la bienhechora Ea y sus apóstoles.

 

La nefastez divina demuestra que la desatada fantasía burlesco-poética de Van Dormael, tal como antes lo hizo sobre la reivindicación de los perturbados a perpetuidad de Toto el héroe y de los incapacitados de El octavo día, delira ahora en definitiva y de a huevo sobre el tema de las vidas posibles, ya no referidas a un personaje plural (el decadente centenario del amor loco inextinguible Mr. Nobody), pero siempre lastradas y hechas posibles para poblar el mini-macrocosmos jocosamente gratuito de una deliciosa minipelícula cómica sobre el castigo postrero vuelto del revés y mal ensamblado que se desvía durante casi dos horas hacia una arbitraria macropelícula etérea sobre la recolección de seis nuevos improbables apóstoles lunáticos que se le escaparon a la Biblia, seis de seis, cada uno merecedor de su propio Evangelio según Fulana o Zutano, añadiéndose por turno al cuadro La última cena de Da Vinci que orna el comedor de Dios, a saber: la linda solitaria manca y generosa sexual Aurélie posAmélie (Laura Verlinden) con quien todos los varones quieren, el exalpinista cincuentón de rutinaria existencia empequeñecida Jean-Claude (Didier De Neck) ya dispuesto a permanecer sentado en la banca de un jardín público hasta morir o a partir en lancha temeraria hacia las más lejanas gelideces árticas, el obsexo Marc (Serge Larivière) desde su más tierna infancia asediado por la mirada desdeñosa de Xenia la alemana del bikini azul (Anna Tental) con quien habrá de toparse venturosamente en un bar ya durante su recta final, el asesino doméstico del rifle con mira telescópica François (François Damiens) porque se asume como la mano del destino al dispararles a los transeúntes a sabiendas que únicamente morirán los prefijados y acabará declarándole abruptamente su genuino amor eterno a Aurélie en un elevador con un ramo de flores, la deleznada millonaria ruca aún motivosa Martine (Catherine Deneuve) que se deja tentar por prostitutos adolescentes hasta descubrir su consecuente gran amor en un gorila circense, y el dulce niñito Willy (Romain Gelin) que sólo desea devenir mujer en sus horas postreras al lado de la apasionada Ea como su elección apostólica y personal más preciada.

 

La nefastez divina comparte y reparte, con abstraída fotografía de Christophe Beaucarne y edición puntual de Hervé de Luze, el encanto irresistible de una pirotecnia autocomplaciente volcada a las más cotidianas e inofensivas ocurrencias blasfemas, que ensartan la reescritura prologal de la Creación formulada en sarcástica voz off infantil femenina de lógica apabullante (“En el comienzo no sabías que eso era el comienzo”), las tentativas fallidas del Génesis (con jirafas despistadas en las calle vacía, gallinas en el cine, un tigre viendo la TV o avestruces comprando en el súper), ese Dios maldiciendo el nombre de Dios que pretende robarles sus mendrugos a los pordioseros belicosos y quiere caminar sobre las aguas negras de un canal sin lograrlo, el suicida Kevin (Gaspar Pauwels) que salta al vacío desde la cornisa de cualquier alto edificio o sin paracaídas desde un avión pues seguro está de llegar a la centena, o la alucinada escena de celos adúlteros ante el gorila que se levanta de la cama para ahuyentar al cornudo despavorido y regresar al sitial donde lo apapacha Martine (“Estuviste muy bien”).

 

Y la nefastez divina juguetea, juega, rejuega y riza el rizo de la imaginación instantánea hasta la saciedad provocadora y el inofensivo hartazgo, pasando por la escucha de la cultista música interior que emerge del pecho de los flamantes apóstoles (Handel, La llamada de los pájaros de Rameau, Purcell, temas de circo o la canción El mar de Charles Trenet tan melcochosa cuan galvanizante), por la recolección de lágrimas en un tubito porque la heroína más allá de la cultura del autosacrificio expiatorio posGirard sería incapaz de llorar, por la mano sin cuerpo tipo Dedos de los Locos Addams bailando sobre la mesa en memoria del celebrado Kiss & Cry del director y el inefable pez luminoso que vuela por sobreimpresión a su fusión sublime con el fondo marino, todo rumbo a la misma vieja intemporalidad al estilo bilis negra flamenca pero con exceso de Botox.

 

*FOTO: El nuevo nuevo testamentok, de Jaco van Dormael, se exhibirá en la Cineteca Nacional hasta el jueves 9 de junio de 2016/ Especial.

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