Los caminantes: visión apocalíptica de lo humano

Nov 2 • destacamos, Escenarios, Miradas, principales • 4058 Views • No hay comentarios en Los caminantes: visión apocalíptica de lo humano

/

Los caminantes, de Verónica Musalem, es una visión de la realidad ajena a maniqueísmos, donde víctimas y victimarios se entremezclan en una poética que va de lo real a lo fantástico

/

POR JUAN HERNÁNDEZ

Verónica Musalem (Ciudad de México, 1966) es una dramaturga y directora de escena de voz inconfundible. La escritura de la autora tiene respiración, ritmo, precisión en la enunciación, y su discurso goza de profundidad y contundencia a la hora de escudriñar en la complejidad de la condición y la naturaleza humanas.

 

En Los caminantes, su más reciente estreno, la también directora de escena crea una atmósfera oscura, para ofrecer la visión que emana de su comprensión de la actualidad. En la puesta en escena se desarrolla una poética apocalíptica; y en la anécdota, tanto como en la creación de los personajes, pervive la metáfora de la devastación espiritual.

 

La desesperanza, en esta creación teatral, habla de lo humano a partir de una realidad específica y reconocible: la mexicana. Sin embargo, sus alcances son universales. Musalem se aparta de la idea totalizadora de la identidad nacional y la entiende como una forma compleja de la diversidad. De ahí que pueda generar un mosaico variopinto conformado por existencias particulares.

 

En su obra la suma de las individualidades y las relaciones que se establecen detonan el drama de una existencia descompuesta en los social: desgastada por la marginación, el abandono, la falta de oportunidades y la violencia.

 

Los caminantes ocurre en un espacio geográfico reconocible: la sierra de Oaxaca. Dos de los personajes varones son nativos de esa región. Se trata de personajes que aún mantienen una relación estrecha, por momentos sagrada, con la naturaleza. En el entorno encuentran la presencia divina y en su entendimiento hay una comprensión del mundo permeada por leyendas y mitos.

 

A este lugar llegan otros tres personajes: dos varones y una mujer. Vienen huyendo de un mundo que se advierte extremadamente violento. Ellos caminan con la violencia a cuestas, son víctimas y victimarios. Sicarios que ofrecen sus servicios al crimen organizado y encuentran en ese oficio ilegal una forma de existir y supervivir. En ese sentido, la dramaturga evita el maniqueismo para definir bondad y maldad, en formas de existencia que exigen una comprensión de mayor profundidad.

 

Los personajes cargan sus armas para ejecutar las órdenes de sus “jefes”; referencia a la actualidad mexicana, reconocible y palpable en relación con el crimen organizado, el narcotráfico y la trata de personas. Actividades que han causado mella en el espíritu y en la aspiración a un destino diferente. Los criminales llegan a la sierra en busca de una mujer astuta, poseedora de un instinto de supervivencia que la convierten en un ser prácticamente invencible.

 

A todos ellos los acoge ese espacio agreste, de dimensiones contrastantes, que en la puesta en escena se representa a partir de la descolocación del espacio convencional. La directora de escena deja el foro tradicional como soporte del drama, para intervenir el sótano del Teatro Julio Castillo.

 

A través de esa intervención del espacio, la directora de escena busca generar ángulos de apreciación del drama. Perspectivas que son forma y fondo en el entendimiento de la metáfora teatral. Entre muros y elementos que ocupan el lugar cotidiano del sótano en donde se lleva a cabo la escenificación, los personajes toman una vida fantasmal. La interpretación de los actores figuran una especie de alucinación: las imágenes son apariciones de naturaleza onírica y de una fuerte contundencia simbólica.

 

El espacio, en ese sentido, es la proyección de esa forma de ver el mundo y de pensar en el destino de la humanidad. Un lugar oscuro, en el que se vive una realidad brutal, al mismo tiempo que se ofrece la posibilidad de lo fantástico para imaginar una existencia diferente: más humana, amorosa, erótica y, desde luego, menos violenta.

 

Los caminantes es la expresión de la desolación y la desesperanza. Metáfora que se concreta en la proposición del montaje, la atmósfera densa y la intervención del espacio.

 

La verdad del teatro es potenciada por el trabajo riguroso de los actores (Javier Sánchez, Luis Ernesto Verdín, David Sicars, Alberto Santiago y Karen Daneida). Intérpretes que profundizan en la creación de los personajes, a los que dan vida desde la entraña, enfatizando sus deseos, miedos y esperanzas.

 

Los actores realizan un trabajo físico extenuante; cada movimiento es resultado de un impulso creador, que abunda en la conformación de la gran metáfora de aquel universo que se ahoga bajo el peso de su propia respiración.

 

Desde su primera obra, Signos vitales, escrita en el 2003, Verónica Musalem ha evolucionado en su poética, que conjunta tradición y actualidad, con la intención de avisorar, como el vigía, el puerto de llegada de una humanidad que, desde su punto de vista, parece encaminarse al abismo.

 

 

Los caminantes, escrita y dirigida por Verónica Musalem, con las actuaciones de Javier Sánchez, Luis Ernesto Verdín, David Sicars, Alberto Santiago y Karen Daneida, escenofonía de Alberto Santiago y la intervención escénica de Marco Vargas, se presenta en el sótano del Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque (atrás del Auditorio Nacional), lunes y martes a las 20 horas, hasta el 10 de diciembre.

 

 

Teatro al momento

 

Instinto, obra en la que se explora el poder del instinto como el motor de la existencia humana, escrita y dirigida por Barbara Colio, con las actuaciones de Roberto Sosa, Francesca Guillén, Tizoc Arroyo y Paula Watson, se presenta en el Teatro El Galeón Abraham Oceransky, jueves y viernes a las 20:00, sábados a las 19:00 y domingos a las 18 horas, hasta el 17 de noviembre.

 

 

Una bestia en mi jardín, historia de un niño que ve el rostro de la inmigración forzada, escrita y puesta en escena por Valentina Sierra, se presenta con las actuaciones de Fernando Bonilla, Francia Castañeda, Malcolm Méndez, Yurief Nieves, Bruno Salvador, Nohemí Espinosa y Valentina Sierra, en el Teatro Isabela Corona (Eje Central Lázaro Cárdenas 445, Tlatelolco), sábados y domingos a las 12:30 horas, hasta el 15 de diciembre.

 

FOTO:  Los caminantes, de Verónica Musalem, se presenta en el sótano del Teatro Julio Castillo, lunes y martes a las 20 hrs. hasta el 10 de diciembre. / Cortesía INBA

« »