DESPERTARES: EL BAILARÍN COMO ESPECTÁCULO

Ago 16 • Escenarios • 3761 Views • No hay comentarios en DESPERTARES: EL BAILARÍN COMO ESPECTÁCULO

 

POR JUAN HERNÁNDEZ 

 

A los bailarines participantes en el programa Despertares, ofrecido el 9 de agosto en el Auditorio Nacional, no se les puede negar su grandeza técnica e nterpretativa. Son atletas y también creadores de una realidad, diríamos mágica, en escena. Sorprenden y son aplaudidos porque consiguen, con sus cuerpos entrenados, realizar proezas más allá de lo humano.

 

Giran, saltan, se sostienen sobre las puntas de los dedos de sus pies, se expanden en escena y parecen estar en rebeldía constante contra la gravedad, además de establecer un tiempo propio y generar una densidad en el espacio extra cotidiana.

 

El público aplaude el virtuosismo corporal, lo consideran prodigioso y casi heroico. La transgresión del tiempo, el espacio y la gravedad, no la hace cualquier ser humano; sólo ellos, los bailarines que, de algún modo, y luego de años de entrenamiento, se colocan, frente al resto de los mortales, como seres míticos.

 

Es ese poder transgresor del bailarín sobre lo cotidiano y lo humano el que provoca fascinación en el público. Hablamos de un tipo de bailarín espectacular, cuya actividad se centra, básicamente, en generar actos asombrosos en escena para cautivar la atención del público. Otro es el bailarín—y debemos hacer el señalamiento— que se somete a las necesidades de una obra artística, para buscar no el virtuosismo técnico, sino la consolidación de un discurso artístico trascendente sobre lo humano. Pero ése es otro tema.

 

Ahora nos centramos en el tipo de bailarín “espectacular”, que conformó el elenco de uno de los conciertos dancísticos masivos más importantes en los últimos tiempos, en la ciudad de México; demostrando que también la danza puede ser comercial y producto de consumo de las mayorías.

 

El Auditorio Nacional, aunque no a toda su capacidad, agotó los boletos ofrecidos para la función. La fórmula publicitaria de este concierto dancístico fue sin duda de excelencia: tomó a una figura, la de Isaac Hernández —el tapatío que hoy es primer bailarín del Ballet Nacional de Holanda— y lo promovió como a cualquier otra estrella del espectáculo: firma previa de autógrafos, entrevistas, cocteles, y su imagen —con una carga erótica fuerte—se difundió en carteles espectaculares.

 

Isacc Hernández es para los mexicanos motivo de orgullo. Triunfó en el extranjero, prácticamente con esfuerzo propio y el de su familia, de origen tapatío. Se trata de un bailarín que, desde pequeño, llamó la atención de la prensa: formado primero por su padre, Héctor Hernández, en el patio de su casa, en Guadalajara, y después becado en las mejores escuelas de danza en el mundo.

 

La mercadotecnia alrededor del astro mexicano de la danza no es diferente a la que se usa —salvando, desde luego, la diferencia del impacto mediático— para promover a las figuras del futbol o del espectáculo. En la danza hay dos antecedentes emblemáticos: Mikhail Baryshnikov y Rudolf Nureyev (fallecido en Francia, en 1993), figuras del jet set internacional y estrellas de la farándula estadunidense.

 

Despertares se realizó con participación privada, la producción corrió a cargo de Ferraez Conecta y Líderes, pero también con el patrocinio de instituciones públicas como el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y el Instituto Nacional de Bellas Artes.

 

La función fue esplendorosa en términos de entretenimiento. El público fue a consumir lo que se le ofreció y salió satisfecho. Bailarines de primer nivel y miembros de compañías de danza prestigiadas del mundo acudieron al llamado que Hernández les hizo para concretar uno de sus sueños en tierra mexicana.

 

En escena estuvieron los primeros bailarines Jurgita Dronina, Rupert Tookey, Garen Scribner, Mehdi Walerski, Melissa Hamilton, Vito Mazzeo, Drew Jacoby, Maria Kochetkova, Gennadi Nedvigin, Megan Fairchild, Daniel Ulbricht, Elizabeth Powell, Misty Copeland, Paul Barris, Alexander Demkin, Jaymz Tuaileva, Larissa Lezhnina, Casey Herd, Yuan Yuan Tan, Alexandre Riabko, Victoria Ananyan, y los mexicanos y hermanos Isaac y Esteban Hernández.

 

Todos técnicamente virtuosos, y algunos de ellos sobresalientes, además, por trascender el nivel del atleta para expresarse con una poética del cuerpo; tal fue el caso de Daniel Ulbricht, del New York City Ballet, fuerte y emotivo, y de Melissa Hamilton, del Royal Ballet de Londres, quien hizo una interpretación mágica de Giselle, en la que parecía verdaderamente flotar en el escenario.

 

El programa estuvo integrado por fragmentos del repertorio tradicional de ballet, como Romeo y Julieta, Giselle, El corsario, Carmen y Don Quijote; así como por obras contemporáneas, entre las que resaltó el estreno de Eux, de Medhi Walersky, bailada por Rupert Tookey y Garen Scribner, del Nederlands Dans Theater, entre otras.

 

En Despertares el bailarín se convirtió en el espectáculo y, en esa medida, en la mercancía que se ofrece y se consume. Eso sí, un producto de primera calidad; con lo que se demuestra que el virtuosismo atlético del cuerpo que danza puede ser tan atractivo como un show del Cirque du Soleil, o un concierto de rock. Ahí está la prueba: el público abarrotó los lugares disponibles en el Auditorio Nacional y disfrutó las casi tres horas de la gala dancística.

 

* Fotografía: El mexicano Isacc Hernández participó en la gala dancística/ JORGE RÍOS EL UNIVERSAL.

 

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