“Dios es insoportable”

Abr 23 • Conexiones, destacamos, principales • 5719 Views • No hay comentarios en “Dios es insoportable”

Entrevista con David Toscana

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POR YANET AGUILAR SOSA

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Las obsesiones de David Toscana son múltiples, puntuales. Su fascinación por el norte, por el desierto, por los poblados agrestes; su gusto por los bares y cantinas, por los personajes solitarios, temerarios, ebrios, iluminados; su pasión por reavivar tramas y personajes de anteriores novelas; su vocación por la desacralización de la historia. Eso es vital en Evangelia (Alfaguara, 2016), su más reciente novela, en la que Toscana reinventa La Biblia.

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El origen de este atrevimiento narrativo lo arrastraba David Toscana desde que le puso punto final a Santa María del Circo. Allí, entre los personajes y esperpentos de esa novela publicada en 1998, está el corazón de Emanuel, la hija de Dios, salvadora y protagonista de Evangelia.

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“Exactamente viene la idea de La mujer barbuda de Santa María del Circo porque hacen una crucifixión y el empresario del circo dice: ‘he aquí que Jesucristo se encarnó en una mujer’. La idea me vino hace veinte años que escribí esto, pero hasta ahora salió la novela”, señala el narrador nacido en Monterrey, en 1961.

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Considerado uno de los escritores contemporáneos más notables del mundo de habla hispana, Toscana rondó por muchos años una idea: ¿qué tal si el hijo de Dios hubiera sido mujer y no hombre? pero aunque le daba muchas vueltas no le veía gran chiste al hecho de sólo cambiarle el género, de repente supo que debía plantear la historia novelísticamente y hacer que junto a Emanuel, la hija de Dios, cohabitara Jesús, su hermano y falso profeta en una novela cargada del lenguaje bíblico.

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“Yo ya había utilizado o creo que lo llevo un poco en la sangre, este lenguaje bíblico. Para mí La Biblia ha sido una lectura indispensable, pero aquí la cosa era mezclarlo de manera que no se rompiera la armonía entre mi prosa y la prosa bíblica. Hay como un 8% de la novela que es un copiar-pegar, es un plagio bíblico. Cortar-pegar pero tramposamente porque no está donde debe ir, sino que le pongo otro significado aunque son las mismas palabras que aparecen en La Biblia, edición Reina-Valera”, afirma Toscana.

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El autor de Estación Tula, Lontananza, Duelo por Miguel Pruneda, y Los puentes de Königsberg, que ha obtenido premios como el José María Arguedas, Antonin Artaud, Colima y José Fuentes Mares, sostiene que los cambios fueron varios respecto a La Biblia, en principio el género, pues al hablar de Cristo él lo nombra en femenino y hace hablar a Emanuel de libertad de la mujer.

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“Hay quien cree que es inverosímil este personaje. Dicen: ‘esto no hubiera ocurrido en esa época. Simplemente le hubieran prohibido a Emanuel salir de casa, la hubieran casado y puesto a parir hijos, hubiera tenido que llevar la cabeza cubierta, no hubiera podido relacionarse con hombres’ y otras tantas prohibiciones que había en aquel mundo, pero yo tengo que suponer que si era la hija de Dios se las podía arreglar para romper un poco las reglas; y termina rompiéndolas, termina hablando por las mujeres, criticando esta costumbre de recluirlas durante una semana al mes porque son impuras y cualquiera que las tocara se volvía impuro”.

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Luego agrega: “Hay muchas cosas que se pueden cuestionar simplemente cambiando la óptica. Esto ya es trabajo de novelista”.

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Un dios caprichoso

El Dios que retrata David Toscana es testarudo, iracundo, torpe, se equivoca y castiga de forma fulminante. Pareciera invención pura pero Toscana asegura: “Yo no lo inventé, así es en el ‘Antiguo Testamento’. Es peor que el niño más caprichoso que hayas visto, es peor que Kim Jong-un”. Cita pasajes como cuando Dios pide que le preparen el incienso de una forma y se lo preparan de otra y él le manda un rayo al que se equivocó para matarlo.

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“Dios es insoportable, y claro manda una serie de leyes absurdas y muchas contra la mujer; entonces es un personaje que en el momento en que no lo veas como sagrado te parece cómico aunque también su mensaje para amenazar es espeluznante. El Dios de la bondad aparece en el ‘Nuevo Testamento’, después de siglos y entonces cambia el lenguaje y cambia la idea de Dios, va evolucionando, son distintos, aunque Cristo nunca dijo que los que se porten bien van al cielo”, apunta.

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Toscana, quien ha dejado de creer en Dios pero es de los que afirman que “no hay modo de demostrar a través de la razón que Dios existe, pero tampoco que no existe”, es persistente en su mirada lúdica y cargada de humor con que ha abordado personajes bíblicos en varias historias. Allí están, claro, el Arcángel Gabriel y el noble José.

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“En esta novela los personajes más tradicionales míos son el Arcángel Gabriel y José, este es mi ambiente que ya he tocado en varias novelas, son dos tipos sensacionales: se van a una cantina, se emborrachan, dicen una serie de cosas, y entonces digo; ‘estos son mis personajes’. Siempre quiero pensar que no me estoy repitiendo sino que de verdad le puedo encontrar otro sabor a ciertas cosas, y bueno decir tengo a este par de ebrios, y un héroe que fue testigo de todo el ‘Antiguo Testamento’ hasta la Anunciación, pero que se emborracha”, señala divertido.

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¿Entenderemos mejor La Biblia leyendo Evangelia? La respuesta le intriga a Toscana: “A mí me gustaría que la gente que no es creyente y que no lee La Biblia si llega a leer mi novela que ésta sea una invitación para que lea La Biblia, que es un clásico de la literatura, así como me la paso diciendo que la gente debe leer el Quijote, digo que deben leer La Biblia, pero lo digo con más prudencia porque si no dicen que soy un predicador”.

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Toscana se impuso hacer una unidad de los cuatro Evangelios de La Biblia que no siempre son compatibles.

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“¿Cómo haces para juntarlos? Mi propósito era tratar de ser heterodoxo, pero siempre como novelista y ese es el detalle que cuando lo haces como novelista tienes que decir: ‘Qué bueno que resucitó Lázaro, pero tenía cuatro días pudriéndose’. Entonces tienes que decir: ‘¡Lázaro, sal de la tumba! ¡Bichos y bacterias huyan! ¡Piel, reconstitúyete! ¡Podredumbre hazte a un lado!’ No puedes decir sólo ‘Lázaro, sal de la tumba’. Es allí cuando el novelista tiene que pensar en otras cosas que el texto sagrado no. El texto sagrado no te pide verosimilitud, sino que te dice: ‘Estás obligado a creer. Si no, te vas al infierno’”, señala.

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En Evangelia mandó el novelista, siempre estuvo Toscana dándole verosimilitud, construyendo y reconstruyendo, imponiéndole una secuencia lógica a la novela y logrando personajes redondos y acontecimientos coherentes. “Entonces tienes que respetar hasta cierto punto la lógica, tienes que respetar una serie de elementos que te obligan a que aun cuando cuentas esas mismas historias bíblicas la historia sea otra completamente”.

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La historia es otra, pero las obsesiones de David Toscana son las mismas. En las páginas de su nueva novela están los demonios de este escritor mexicano que después de muchos años de vivir en Polonia, ahora vive en Praga y desde allí ve cómo su obra se ha ido traduciendo a más de 15 idiomas.

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*FOTO: David Toscana: Evangelia, México, Alfaguara, 2016, 336 pp. /ESPECIAL

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