El México chicano, una historia recobrada
El escritor e investigador habla sobre su nuevo libro, en donde hace un recorrido por la historia de los chicanos, desde su condición durante la guerra de México contra Estados Unidos en el siglo XIX hasta los actuales problemas que enfrentan, como la discriminación y el resurgimiento del supremacismo blanco en la era de Donald Trump
POR ENRIQUETA CABRERA
David Maciel es uno de los investigadores de referencia sobre la historia del pueblo mexicano en Estados Unidos, conocido tradicionalmente como chicanos, materia de la cual es profesor emérito de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA). Entre sus obras destacan El bandolero, el pocho y la raza: imágenes cinematográficas del chicano (UNAM- Universidad de Nuevo México, 1994) y La otra cara de México. Ensayos acerca del pueblo chicano (UNAM, 2019); en inglés tiene varios libros publicados, entre los que destaca El Norte: The United States-México Border in the Contemporary Cinema (San Diego State Universitiy, 1990). Este año su obra ingresó al catálogo del Fondo de Cultura Económica con la publicación de El México de afuera. Historia del pueblo chicano, un recorrido histórico de los mexicanos en Estados Unidos.
En esta entrevista habla sobre su libro, un recuento que inicia con la guerra entre México y Estados Unidos (1846-48), un conflicto que significó la pérdida de la mitad de nuestro territorio y la expansión de Estados Unidos desde la costa del Pacífico a las costas del Atlántico y el Golfo de México. Los mexicanos que vivían en México (en los actuales estados de California, Texas, Nuevo México, Arizona…) de un día para otro ya no vivían más en su país.
“Los mexicanos allá no cruzamos la frontera, la frontera nos cruzó a nosotros”, recuerda Maciel con esta frase para iniciar un recorrido sobre lo que vivieron los mexicanos, quienes pagaron los costos más elevados durante los años posteriores a la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo.
Latinos de origen mexicano
Maciel llama “El México de afuera” a la población mexicana que vive ahora en Estados Unidos: 36 millones. Es poco menos de una tercera parte de la población total en el México actual (128 millones según el último censo del INEGI).
“A los mexicanos en Estados Unidos, a quienes llamamos chicanos allá, nos parece ofensivo que se nos mida básicamente en términos de remesas en el discurso presidencial. A los mexicanos allá se nos reconoce también como trabajadores, profesionistas, maestros y estudiantes. Las grandes universidades en Estados Unidos tienen maestros de origen mexicano, chicanos. Además, ¿cree usted que California sería la quinta economía del mundo sin el trabajo de los mexicanos? Y qué decir del cine, el teatro, el mariachi y la música mexicana. Se reconoce y se aprecia nuestra producción literaria, histórica, científica. Nuestra gastronomía ha extendido su influencia a prácticamente todo Estados Unidos. Hoy día hay más restaurantes de comida mexicana que pizzerías. Pareciera que el guacamole, la cerveza mexicana, la tortilla y los tamales han tomado carta de naturalización… En San Pedro, California, donde vivo, todos los días desde las 7 las 9 de la mañana afuera de un minisúper de la cadena Seven Eleven un joven vende tamales y atole.”
Mexicanos en EU en el siglo XIX
Los mexicanos en Estados Unidos son el 64% de la población latina. Para Maciel es un tema muy desconocido en México, pues su presencia se remonta época de la Colonia.
“Volviendo a El México de afuera, los mexicanos que en 1848 vivían allá quedaron en una situación dramática: la mayor parte perdió todo: sus propiedades, sus derechos civiles y se les obliga a hablar inglés; padecieron discriminación, racismo, segregación. Hubo también un rechazo a la existencia de escuelas bilingües y la educación que se daba a los mexicanos era de baja y mala calidad. La mayor parte eran trabajadores del campo mientras que muy pocos (sólo el 6%) tenían carreras de profesionistas…”
La primera tragedia de esa población fue el gran despojo: “éramos dueños de las tierras, de nuestras casas y de nuestro destino. La expansión norteamericana utilizó argucias legales, sociales y hasta la violencia para despojar a los mexicanos de todo y convertirlos en una población oprimida, vulnerable, de racismo, de explotación, sin defensa posible. No teníamos a quien recurrir”, recuerda David Maciel, quien participó también con Carlos Monsiváis en la elaboración del libro La Otra cara de México, el pueblo chicano en 1977, publicado por ediciones El Caballito.
“A esa población a partir de 1848 le quedaban cuatro opciones: una era tratar de asimilarse lo mejor posible, un sector amplio tomó esa opción; la segunda, un acomodamiento que no es la asimilación total, sino tratar de sobrevivir lo mejor posible manteniendo su mexicanidad, ser una población bilingüe en una nación que ya no era la suya; la tercera fue la peligrosa opción de la resistencia, con acciones heroicas que poco o nada se conocieron en México; desafortunadamente (salvo en círculos muy estrechos) nunca se nos reconoció que no nos habíamos quedado con las manos cruzadas ante la adversidad. Hubo resistencia desde tomar las armas, lo que llamábamos resistencia social o colectiva, hasta de organizaciones cívicas que después se llamaron sociedades mutualistas; la cuarta y última, para los que ya no pudieron tolerar esa circunstancia, fue regresarse a México.”
Para Maciel este faltante fue enorme: “ni en México ni en Estados Unidos encontré bibliografía sobre ese tema. No conocemos el destino de quienes regresaron a México. No sabemos qué pasó con ellos, a qué ciudades o estados se repatriaron obligada o voluntariamente. Ignoramos cuantos regresaron y qué pasó con ellos.”
A principios del siglo XX, los gobiernos de la Revolución enviaron recursos para los mexicanos que quisieron regresar. Los chicanos también apoyaron a los revolucionarios perseguidos políticos del régimen porfirista que viajaron a Estados Unidos, entre ellos Francisco I. Madero. Un contraste entre estos dos personajes es que Díaz inauguró una tradición de gobiernos mexicanos en favor de los chicanos, ese es uno de los puntos más importantes y menos conocidos. Cuando le llegó la información de los consulados sobre toda esa violencia racista, envió a agentes oficiales con recursos del gobierno mexicano para repatriar a mexicanos a México. Esa historia todavía no se ha escrito como se debe.
Una de las cuestiones que llama la atención de este libro es la cantidad de fuentes de investigación, de bibliografía consultada. “Este libro me llevó como seis años y medio. Creo que hice otra especie de doctorado porque las últimas dos décadas fueron asombrosas por los temas que me faltaba investigar y por la cantidad de libros y estudios encontrados. Han surgido nuevas investigaciones de nuevas generaciones. Un ejemplo: hoy día no hay región, estado o ciudad de Estados Unidos que no tenga población significativa mexicana o chicana como nos llamamos. Eso somos los que nacimos de padres mexicanos radicados ya en este país, ciudadanos estadounidenses de origen mexicano o latino”, dice el también miembro de la American Historical Association, la Latin American Studies Association y la National Association of Chicana/Chicano Studies.
“Puedo dar ejemplos de mexicanos chicanos en el Deep South, desde Luisiana hasta las Carolinas. Hay libros formidables sobre Nueva York y la población mexicana allá; hay libros y artículos sobre población chicana en estados de Washington y Oregon. Hay espléndidas investigaciones, encontré diversos estudios sobre género y destaco la participación de las mujeres. Es un tema importante. No hay capítulo en mi libro que no tenga el tema de género. Cabe destacar el formidable florecimiento cultural que ha surgido en Estados Unidos desde los 60 hasta el México actual. La productividad es asombrosa. Ojalá se empiece a conocer en México.”
Cambios demográficos y lingüísticos
El libro desarrolla una cuestión que es muy importante: los cambios demográficos. “Somos 36 millones de origen mexicano los que vivimos en Estados Unidos, esto es 64% de la población latina allá. Sólo un ejemplo: Los Ángeles es la ciudad con más mexicanos en el mundo después de la Ciudad de México. Le siguen Texas, Nuevo México y Arizona”.
También en la cultura hubo diversas formas de resistencia, entre las que destaca la educación; fue larga y difícil la lucha por la educación bilingüe; de hecho, jugaron un importante papel las escuelas bilingües en las iglesias. Pero Maciel destaca que la educación bilingüe se sostiene con avances y retrocesos: “En materia de Lengua y Demografía hay otro dato muy importante: Estados Unidos es el segundo país de habla en español en el mundo: el país donde se habla más español, después de México, más que en cualquier país de América Latina o de El Caribe.”
También es cierto que los medios de comunicación cuentan con mayor presencia de mexicanos. “En Estados Unidos aumenta la prensa en español, casi no hay ciudad importante sin prensa en español. El diario La Opinión, fundado en 1926, hoy está en una excelente etapa en Los Ángeles. Fui a Portland, Oregon, y ahí tienen un periódico en español también. Contribuye al uso de español entre la población estadounidense; de hecho, también aumenta el español en la radio y la televisión, donde, por cierto, se transmiten películas mexicanas de la época de oro en algunas ciudades.”
Supremacismo blanco y organización política chicana
La presencia de mexicanos no está exenta de problemas políticos, y aunque quedó atrás la etapa del racismo de los años 60 que se definía con la frase “No mexicans or dogs allowed” que ponían a la vista muchos restaurantes, no quiere decir que haya desaparecido la discriminación y el racismo.
De hecho, durante el gobierno de Donald Trump resurgió el racismo crudo y duro, lo revivió, se fortaleció el supremacismo blanco contra las minorías. En el centro del racismo y los odios estuvo México y los mexicanos. “Hagamos a Estados Unidos un gran país” decía un slogan frecuente en las campañas de Trump, junto con aquel otro que predicaba “Hacer a Estados Unidos blanco otra vez”, pues el entonces candidato y después presidente señalaba que “Soy su última esperanza… para que no pierdan al país como está”.
“Nosotros somos la contraparte del supremacismo blanco y su lema de Make America White. Ahí estaba y se fortaleció durante el gobierno de Trump. Nosotros, los chicanos o mexicano-americanos, somos la contraparte del supremacismo blanco que echó raíces de algo que ahí estaba. Nuestras organizaciones han estado pendientes de todo esto, las autoridades mexicanas debieran tener un rol más importante en estas relaciones.”
Sin embargo, en general puede afirmarse que los chicanos y sus organizaciones han logrado más posiciones políticas en los niveles locales, pues ahí se dieron los primeros triunfos. “Nos falta representación en el nivel federal y en las cámaras. Hay más mexicano-americanos en niveles locales.”
¿Cómo se han organizado los chicanos? “Las primeras formas de organización fueron sociedades mutualistas, sociales y patrióticas como clubs, con muchos objetivos, como la cultura, los bailes, la música, con la idea de ser solidarios, crear organizaciones políticas y sindicatos en el siglo XX, como LULAC (Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos)… Lobbies de resistencia local y nacional. “En el caso de los chicanos se pierde de vista la importancia de los lobbies. Hemos sido el lobby más importante en lo jurídico, la defensa de los derechos. No hay organización política que no tome el tema de la migración como parte fundamental de su ser”, añade Maciel.
“De este lado hay colegas e instituciones nuestras que no han buscado a México lo que deberían porque las potencialidades son enormes si hubiera diálogo, alianzas, objetivos comunes… Podemos tener intercambios de alumnos y de profesores, organizaciones colectivas mutuas para impulsar políticas de interés general y específica de los mexicanos aquí y allá, congresos de cultura… La Secretaría de Relaciones Exteriores debería buscar esas alianzas que darían importantes resultados y llamaría también a los chicanos acá para buscar las posibilidades de establecer mejores colaboraciones con México… Nuestras organizaciones han estado pendientes y trabajando con los jóvenes del DACA (en sus siglas traducidas: la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia)”.
Epílogo
“Los chicanos/ latinos son en esta coyuntura el grupo étnico minoritario más numeroso de los Estados Unido. Rebasa ya los 60 millones, entre los cuales el número de personas de origen mexicano alcanza 37 millones de acuerdo con Pew Research Center. Esta población es y será la más joven y de mayor crecimiento demográfico. Cuando terminé el libro, aún no entraba la administración de Biden. Creo que ahora puedo proponer una actualización de mi libro, porque en menos de un año de Biden ha habido cambios importantes. La polarización se fortaleció respecto al tema de las minorías, específicamente de los mexicanos, un efecto de la política racista impulsada por Trump. Ahí sigue echando raíces”, explica Maciel, quien concluye la entrevista con la frase de uno de los líderes más representativos de la comunidad chicana en el siglo XX:
“Yo cerraría con las palabras de César Chávez: hemos visto el futuro y el futuro es nuestro”. Con esa frase nos quedamos en El México de afuera. Historia del pueblo Chicano.
FOTO: El investigador David Maciel/ Crédito: Germán Espinosa/ El Universal
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