Embajador de la lectura

Sep 18 • Reflexiones • 1989 Views • No hay comentarios en Embajador de la lectura

 

Para el escritor Carlos Fuentes, Don Quijote no es solamente un ilustre personaje de la Caballería, sino el alter ego de un Cervantes que cree en el Bien y en la literatura como una manera de “desfacer” entuertos

 

POR BENJAMÍN BARAJAS
Cervantes o la crítica de la lectura, de Carlos Fuentes, es un magnífico ensayo que pone de relieve la importancia de la habilidad lectora, como recepción y construcción de las obras literarias, especialmente de El Quijote, obra cumbre de la literatura castellana de todos los tiempos.

 

Para desentrañar algunos pasajes de la estructura verbal de El Quijote, Fuentes revisa, en una amplia y espléndida digresión, los acontecimientos históricos que permitieron la unificación española, consumada en 1492 mediante el matrimonio de los reyes Fernando, de Aragón, e Isabel, de Castilla.

 

Luego pasa revista a los acontecimientos que pusieron fin al feudalismo y que contribuyeron al inicio del Renacimiento, situado especialmente en Italia, bajo el influjo de Marsilio Ficino, Pico della Mirandola, Francisco Petrarca y Giovanni Boccaccio.
Fuentes también recupera los nombres de quienes impulsaron el desarrollo científico como Nicolás Copérnico, Galileo Galilei, René Descartes; sin olvidar al astrónomo Giordano Bruno, quien al enfrentarse a los dogmas de la fe medieval fue juzgado por la inquisición y quemado vivo en la hoguera, en 1600. Además, menciona a Tomás Moro, Tomasso Campanella, célebres utopistas, y a Erasmo de Rotterdam, autor del Elogio de la locura.

 

Fuentes recupera algunas ideas del pensamiento de estos autores para reconocer la España de Cervantes; un imperio en decadencia acelerada, a partir de la derrota de su Armada Invencible, en 1588, y dividida al interior por las tensiones étnicas derivadas de la expulsión de los árabes y judíos de la península, quienes, en la práctica, eran actores económicos de primer nivel.

 

La España de Cervantes y de Don Quijote se haya en quiebra; en el pueblo hay pobreza y marginación, como lo prueba la novela picaresca, pero frente a esta realidad lacerante, aún persiste la visión del mundo medieval en amplios sectores —recuérdese que Felipe II asume la Contrarreforma como causa propia—, lo cual se refleja en la novela pastoril y, sobre todo, en las novelas de Caballería.

 

En este contexto desencantado, surge Cervantes, un viejo soldado de la guerra contra los turcos, que perdió una mano de un arcabuzazo y fue esclavo de los árabes por cinco años, donde aprendió a tener paciencia frente a la adversidad. Don Quijote, en consecuencia, es el alter ego de Cervantes, es alguien que, pese a los golpes de la realidad, sigue creyendo en un mundo mejor, aunque éste se ubique en el reino de la ficción.
Don Quijote, dice Fuentes, ante todo es un lector que cree en lo que lee, es un embajador de la lectura. Las novelas de caballería le han secado el seso, pero han alimentado su sed de justicia. En consecuencia, sale a resolver entuertos y a socorrer a los desposeídos, pero en este propósito siempre falla porque descubre, dolorosamente, que los pobres también son ruines, como quienes los oprimen.
Sin embargo, el triunfo de don Quijote estriba en inscribir la lectura como una de las pautas esenciales de la modernidad.

 

FOTO: Grabado inspirado en El ingenioso Quijote de la Mancha, realizado por Gustave Doré/ Tomado de historia-arte.com

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