En la sala de la casa de mis padrinos

Sep 25 • destacamos, Ficciones, principales • 1857 Views • No hay comentarios en En la sala de la casa de mis padrinos

 

Compartimos un adelanto de su más reciente libro Función de Mandelbrot, recientemente publicado por el Fondo Editorial Universidad Autónoma de Querétaro 

 

POR JOSÉ HOMERO 
En la sala de la casa de mis padrinos

colgaba la fotografía de un niño con fleco, un niño

sonriente, no sé si con un perro o con un amigo.

La fotografía lucía centrada con ese efecto ovular

que asociamos a las películas muy antiguas

(un fade), como si los bordes incipientemente amarillentos

tal las ramas del cilantro cuando empieza a podrirse

////indicaran que en efecto un niño se había desvanecido,

/////un niño como aquel Oliver que no volvió a casa

///////demorado en un brocal del pozo o

/////arrebatado por un súbito vendaval

////una Nochebuena de penumbra y frío.

¿A dónde van todos esos niños que desaparecen?

¿Esos niños que salen de excursión a Málaga

////o se demoran afuera de una disco y nunca regresan?

¿Hay un país donde los niños juegan y no crecen,

donde corren incesantes detrás de un aro y no tropiezan

con la bestia acezante de Mr. Hyde en cada esquina?

¿Hay niños que alcanzan el disco de la Luna

y lo devuelven con un golpe certero a la Tierra,

a la órbita donde la niebla confunde las siluetas

y el tiempo cede espacio a la duda,

al desvanecimiento donde intuimos otra vida,

////otro espacio?

Me intrigaba ese rostro,

///////////////////////reo en óvalo,

aislado en su ínsula de nimbo, en su nube de olvido,

//////en su ópalo de nido,

presente y nunca ido, en el seno de la sala,

expuesto a todas las visitas, a la mirada

de sus padres, siempre triste, como si los vigilara

impidiendo que continuaran sus vidas,

niño tácito, recluso en su cárcel

de nitrato, en su sonrisa imberbe, sabio,

más sabio a cada año que transcurre,

que celebraba el cumpleaños atroz

de crecer como raíz, hacia dentro

de la húmeda tierra del pantano.

Ese niño

//////corre en mi memoria,

buscando refugio

/////////////////donde paliar

ese ardor súbito,

/////////////////ese calor bíblico,

niño cegado por un rayo, mordido

por la serpiente aviesa de un cable eléctrico

una noche de tormenta

cuando perseguía la esfera solar de su balón,

Faetón caído en el traspatio de su casa,

//////como una piedra

//7//////////que indica a los transeúntes

que alguien acaeció/    aquí   / que los vivos

no escapan a la mirada de los muertos,

 

que sonríen porque conocen ya aquello

que en la noche, en la madrugada ansiosa,

//////nos despierta. Una sed que no sacia el agua.

 

FOTO: Portada del libro Función de Mandelbrot, de José Homero/ Crédito: Cortesía Fondo Editorial Universidad Autónoma de Querétaro.

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