Esperando a la civilización

Ene 9 • destacamos, Lecturas, Miradas, principales • 3178 Views • No hay comentarios en Esperando a la civilización

POR LUIS FELIPE LOMELÍ 

 

Escribimos para decir lo inefable, lo que no tiene palabras, las historias que no existen –así– en la realidad. Escribimos para ponernos en los zapatos del otro, del monstruo, de aquel que no somos ni podremos ser nunca, del que no puede ser definido sino mostrado y, sin embargo, es igual a uno mismo.

 

Esta postura ante la literatura se consolidó durante la última mitad del siglo XX, después de los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Y fue expresada así no por los críticos sino por los propios autores: Gordimer, Oz, Camus, Kundera, Soyinka, Rushdie…

 

Por supuesto, existen otras. Pero es ésta, en primer lugar, la que a mi juicio tiende a ser más rica pues, al verse el autor impelido a abordar lo que es en demasía horrendo o sutil, se ve en la necesidad de hacer uso de todas las herramientas que estén a su alcance. Y potenciarlas. Inventarlas para acercarse a lo desconocido. Y así, por ejemplo, el manejo del lenguaje, la construcción de la trama, el andamiaje bibliográfico o cualesquiera otros artilugios que en otros autores son el objeto principal de su labor acá son secundarios y, sin embargo, suelen lograrse de mucho mejor manera. En segundo lugar, y aún más importante, las obras de este tipo de autores son, por su naturaleza, frecuentemente incendiarias y causantes de respuestas pasionales.

 

Éste es el caso de una novela recientemente publicada por Tierra Adentro: Conquistador, de Rafael Acosta.

 

La trama se imagina fácilmente: el narco mexicano decide conquistar Europa. Así que piensa en el dream team del crimen organizado, pon un par de antecedentes (un acuerdo de paz, un desarrollo biotecnológio) y comienza la acción justo “antes de que la bala entre en el cráneo del guasho, pero después de que ha salido de la pistola. Mira al bato de los ojos verdes, pon atención en su rostro. No es la misma mirada que la de la Perra. La perra está vaciando su cartucho sobre los cabrones que los persiguen. La Perra lo disfruta. Trae una erección”.

 

Así comienza la novela. Y sí, la técnica narrativa es la que se puede deducir a partir de estas frases: una fuga hacia delante. Lo que quiere decir que las acciones se suceden unas a otras a una velocidad encarajada, como en una de esas buenas películas de balazos donde no te quieres levantar de la silla.

 

Pero, ojo, el tema de la novela no es “el narco”, ni “los narcos”, ni el tráfico de drogas u otros crímenes. El tema de la novela es el concepto dicotómico civilización/barbarie.

 

Es decir, Rafael Acosta utiliza el narco como un pretexto para abordar las preguntas fundamentales de nuestra idea contemporánea de cultura: ¿qué significa ser (o estar) civilizado?, ¿qué características tiene la barbarie?, ¿son nuestros supuestos, nuestros principios filosóficos a partir de los que concebimos la convivencia social, el resultado de un proceso civilizatorio? ¿O de un atropello barbárico?

 

Para lograr abordar estas cuestiones –horrendas, sutiles, inasibles– el autor desplaza sus piezas con maestría. A una trama vertiginosa con personajes precisos e inconfundibles a pesar de ser cerca de medio centenar, Acosta le construye dos estructuras complementarias.

 

En la estructura más visible la narración cambia de tiempo y espacio en cada capítulo y/o subcapítulo atendiendo, en lo que respecta a la trama, a las necesidades de tensión dramática y, en lo que respecta al tema, a una panorámica que, al recolectar instantes por los cinco continentes, permite abordar diversos planteamientos de la dicotomía civilización/barbarie.

 

En la estructura menos visible o, dicho de otro modo, en la estructura de “largo aliento” la narración se adecúa, atendiendo a la trama, a los diversos estadios de un proceso civilizatorio o de barbarización: la concepción de la empresa, los primeros contactos, la guerra, el dominio, etcétera. Y, atendiendo al tema, la novela abreva de seis momentos capitales para la definición de civilización en nuestros días y hemisferio: la guerra de Troya, la paz romana, la búsqueda de la “ruta de indias”, la invasión de América, el Nuevo Imperialismo (o esa caballerosidad entre bárbaros emanada del Congreso de Berlín) y, por último, el New World Order de la segunda mitad del siglo XX.

 

Los pivotes que sostienen estas estructuras respecto al tema son casi siempre sutiles, escondidos tras un lenguaje norteñote y cadencioso, tras una acción desbordante, pero las pistas están a la vista para el lector que quiera indagar: el propio índice o los epígrafes de Juan Ginés de Sepúlveda, Rudyard Kipling o fray Diego de Victoria.

 

Y es que Acosta es un tipo raro. Si se le ve con botas y texana, uno enseguida busca el acordeón y al resto del conjunto de fara fara. Pero resulta que también es un bibliófago consumado: doctor en literatura por Cornell, profesor en la Universidad de Kansas y, si no le da flojera, pronto podrá tener su segundo título doctoral por la Universidad Autónoma de Madrid. Sólo que, así como en su ficha de autor no menciona ningún doctorado y de su trabajo actual sólo dice “enseña literatura al ladito de la granja de los papás de Superman”, su literatura –al igual que la de David Toscana– tampoco es ostentosa en lo que respecta a su andamiaje bibliográfico, aunque éste sea exhaustivo.

 

El manejo del lenguaje merece una mención aparte. Pero baste decir que, en su aparente coloquialismo, está igual de cuidado que las estructuras. Y esto es, como mencionaba al inicio, porque el lenguaje, la estructura, la trama, los personajes, etcétera, son sólo los medios de los que se sirve Acosta para abordar un concepto que está más allá de todo eso y, por lo mismo, tienen que estar logrados de la mejor forma para tratar de atisbarlo.

 

A mi juicio, lo consigue. Puedo apostarle que cuando la lea, salvo que usted sea muy malinchista, se divertirá de lo lindo. Y en cualquiera de los casos, le hará reflexionar al respecto de qué es eso que llamamos “civilización” por mucho tiempo.

 

 

*FOTO: Rafael Acosta, Conquistador, Fondo Editorial Tierra Adentro, México, 2013, 260 pp/Especial.

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