Fernando Savater: “Vamos a seguir siendo lo mismo, pero un poco peor”

Jul 25 • Conexiones, destacamos, principales • 11915 Views • No hay comentarios en Fernando Savater: “Vamos a seguir siendo lo mismo, pero un poco peor”

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Para Fernando Savater, uno de los librepensadores más relevantes de la actualidad, la pandemia del Covid-19 conducirá a una nueva valoración de la vida cotidiana centrada en procurar a los otros

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POR HUGO ALCONADA MON/ La Nación/GDA
Fernando Savater nada contra la corriente. Considera que esta pandemia del coronavirus es un desastre, sí, pero que no marcará un punto de inflexión en la historia de la humanidad. Ni nos cambiará en lo profundo ni nos hará mejores, como sostienen quienes, entre la ironía y el desprecio, define como “predicadores laicos”.

 

“No creo que vayamos a salir más fuertes ni más buenos. No. Vamos a salir más pobres, porque esto será un golpe muy grande para todos los países”, plantea el reconocido filósofo español, de paso por Madrid por un par de días antes de retornar a San Sebastián. “Y además tenemos los muertos”, completa Savater, que aún carga con el duelo por la muerte de su esposa, en 2015.

 

Ahora, dice, sobrelleva cada día, algunos de mejor forma que otros. “Las cosas que cuentan en la vida son los pequeños placeres”, explica, lo que en su caso incluye las carreras de caballos.

“Hay que tener paciencia porque esto de la pandemia hay que superarlo”, sintetiza. “Cuando llegó esta gripe, yo me encontraba en Lombardía, en un congreso sobre democracia y teatro, di la primera conferencia y ya no hubo más, porque se suspendió y todo el mundo salió huyendo –rememora–. Al principio no creíamos que iba a ser una cosa de tanta envergadura, pero se ha visto lo que era. Ahora, como todos, lo que quiero es no contagiarme y que encuentren cuanto antes la vacuna para quitarnos esto de encima”.

 

 

¿Qué es lo que más le preocupa del día después de esta pandemia? ¿La proliferación de esos “predicadores laicos” a los que tanto critica? ¿Acaso que salgamos de todo esto distintos, más individualistas, más ensimismados?
¡No! ¡Esas son tonterías! Cuando acabe la pandemia y encontremos la vacuna, la gente volverá a lo mismo que éramos. Pestes y plagas ha habido muchísimas y la humanidad no ha dejado de ser lo que era. La condición social de los humanos es mucho más importante que una plaga accidental, por muy grave que sea. Lo que a mí me preocupa, como a todos, es mi salud y la de quienes me rodean y quiero, que ya hemos tenido el disgusto de perder a algunos y, luego, que se encuentre cuanto antes un remedio que evite esta sangría económica y médica que tenemos.

 

 

¿Tantos meses confinados pueden impactar en nuestros cuerpos, mentes o incluso en las habilidades como seres sociales?
Habrá gente que sí, gente que tenga nervios muy frágiles y que esto la afecte de un modo muy grave, pero a la mayoría, no. Primero, porque hemos estado confinados en casa, pero saliendo a comprar. No hemos tenido un confinamiento como si estuviéramos en una celda de aislamiento en una prisión. Hemos estado relativamente aislados, pero en contacto con otros seres humanos. Y muchos han estado confinados con sus familias o su entorno próximo. Así que habrá personas que tendrán problemas, pero no será la mayoría.

 

 

Pese a todo, ¿usted observa algo esperanzador?
Pues no, en absoluto. No creo que vayamos a salir más fuertes ni más buenos. No. Vamos a salir más pobres, porque esto será un golpe muy grande para todos los países, y causará problemas económicos y laborales enormes, y además tenemos los muertos. Muchos cargan con eso. De modo que no creo que tengamos una solución positiva. Lo único es que comprenderemos la importancia de la investigación científica.

 

 

Usted alude a la ciencia y, si me permite, le recuerdo a todo el sector sanitario.
[Asiente] Casi todo el mundo se está dando cuenta de qué importantes son esos trabajos. Esa es una reflexión que podríamos sacar de esta experiencia: a veces, las personas que hacen las tareas más importantes —como el personal sanitario— son las que cobran menos, las que tienen un peor estatus económico. Eso es injusto. Ahora deberíamos preocuparnos de agradecerles lo mucho y lo bueno que han hecho por nosotros, no sólo retóricamente, sino también ayudando todo lo posible a que su situación social, económica y laboral sea mejor para compensar su sacrificio.

 

 

En esa línea, también llama a revalorar las cosas más sencillas de nuestra vida anterior, como planteó en el Hay Festival?
Efectivamente, las cosas que cuentan en la vida no son los grandes objetivos, sino el día a día, los pequeños placeres: el paseo, la ternura de una caricia, ir a buscar a unos amigos para ir a tomarse una copa en un sitio agradable, una palabra amable, comprar pequeños caprichos gastronómicos o indumentarios. En fin, todas esas cosas que vemos como rutinarias y que a veces no les damos la mayor importancia. Ahora estamos viendo hasta qué punto perderlas es un cierto fracaso de la vida.

 

 

Hablando de pérdidas, en su último libro, La peor parte. Memorias de amor, rescata unos versos de Karmelo Iribarren para resumir su duelo tras la muerte de su esposa: “La vida sigue —dicen— pero no siempre es verdad./ A veces la vida no sigue./ A veces sólo pasan los días”.
[Interrumpe] Me pareció una descripción muy sencilla, pero muy exacta de un duelo. La vida era aquello que ya he perdido, era aquello que acabó cuando acabó ella, mientras que ahora pasan los días. Me despierto, me afeito, desayuno unas tostadas con café con leche, pero eso ya no es la vida. Es la rutina.

 

 

Salvando las distancias, muchos que se encuentran en sus casas en estos tiempos de cuarentena sienten eso: que pasan los días, pero no que están viviendo.
[Niega con la cabeza]. Creo que la mayoría de las personas que están confinadas en sus casas suelen tener familiares cerca; están con sus parejas, con sus hijos, y eso les permite sentir la vida lo mismo que en cualquier otro momento. Quizás haya algunas personas para las que su trabajo o la práctica de ciertos deportes sean muy importantes y por eso sientan que están en un paréntesis hasta que no vuelvan a ese ritmo. ¡Pero ya me gustaría a mí que simplemente dejando el confinamiento volviera a recuperar mi vida! ¡No es tan fácil!

 

 

¿El suicidio es una opción?
El suicidio siempre es una opción. Es la clave de la libertad. Por eso no debemos quejarnos excesivamente de la vida, porque estamos en ella porque queremos. Hay muchas formas de dejar de estar en la vida. Nadie está en la obligación de seguir vivo si no quiere. La mayoría de nosotros se hace la misma reflexión que el personaje de Las palmeras salvajes, aquella novela de William Faulkner. Al final, ha perdido a su mujer, va sintiéndose culpable por su pérdida y se plantea: “Entre la pena y la nada, elijo la pena”. Eso nos pasa un poco a todos. Tenemos la opción de continuar en la pena o elegir la nada, pero seguimos en la pena. En mi caso, estoy vivo para recordarla. Ella hizo más bello al mundo y el último guardián de esa belleza soy yo.

 

 

¿Hay alguna pregunta que no le he planteado y le gustaría abordar?
No. El coronavirus nos obliga a repetir siempre las mismas conversaciones. Siempre me preguntan lo mismo.

 

 

Lo lamento, porque entonces no he sido lo suficientemente bueno como entrevistador.
¡No, no, no! ¡Es que tampoco hay otras cosas que preguntar! ¡El coronavirus tampoco es una emergencia metafísica! Es como si hubiera pasado un terremoto o una inundación. Son cosas que nos fuerzan a plantearnos las mismas cosas. No es cuestión de poca originalidad: si hay un terremoto, las casas se caen y la gente está asustada, y tampoco le vas a preguntar qué piensa de la salvación del alma [risas]. Esto es lo que es. ¡No es metafísica!

 

 

No, pero muchas figuras que entrevisté para esta serie coincidieron en que la pandemia sí conllevará un impacto y acaso hasta signifique un punto de inflexión en campos como la economía, el trabajo o las relaciones internacionales, que podría sentirse acaso por décadas.
[Sonríe] Bueno, a la gente le gusta darse importancia, le gusta afirmar que ocurrirán grandes cosas y grandes procesos. Pero me parece que ha sido Michel Houellebecq quien, cuando le han preguntado cómo creía él que seguirían viviendo los hombres después de la epidemia, ha respondido que igual, pero un poco peor [risas]. Eso es lo que creo, también. Que vamos a seguir siendo lo mismo, pero un poco peor. Peor económicamente y con miedo a que haya otra epidemia, pero por lo demás. Creer que los humanos vayamos a dejar de ser lo que somos y nos vayamos a transformar en otra cosa, más angelical, no. A la gente, a veces, en vez de hablar, lo que le gusta es declamar. Y para declamar hay que decir esas cosas muy emocionantes.

 

FOTO: El filósofo español Fernando Savater, autor de Ética para Amador. /Archivo EL UNIVERSAL

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