James Gray y el vínculo insumiso

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En medio de conflictos raciales y elitistas, un pequeño neoyorquino de ascendencia judía establecerá una profunda amistad con un compañero de clase que es discriminado por su color de piel

 

POR JORGE AYALA BLANCO 
En El tiempo del Armagedón (Armageddon Time, EU-Brasil, 2022), diáfano film 8 del autor completo neoyorquino barrial pronto brillante estilista multigenérico de 53 años James Gray (Cuestión de sangre 97, Dueños de la noche 07, Ad Astra: hacia las estrellas 19), el sensible preadolescente judío neoyorquino Paul Graff (Banks Repeta), con vocación pictórica alimentada por su amoroso abuelo materno de traumática ascendencia ucraniana Aaron (Anthony Hopkins), mas desalentado por su práctico padre fontanero Irving (Jeremy Strong) y su madre sometida Esther (Anne Hathaway), asiste en 1980 a su primer día de clases en una escuela pública de Queens y, en lugar de atender al relamido profe, prefiere dibujar la caricatura de éste, es castigado junto con el repetidor afroamericano Johnny Davis (Jaylin Webb) que al paso de lista responde con un travieso “Mi nombre es Bond, James Bond”, se hacen inseparables amigos, Paul roba billetes maternos para que el huérfano asilado con una abuela enferma Johnny pueda participar en una excursión al museo Guggenheim, se van de pinta juntos, comparten sus gustos transgresores, pero sorprendidos fumando mota en el baño son descubiertos y reprimidos por consumir esa droga prohibida, el inerme Paul es duramente vapuleando por su padre y, para enderezarlo, se le envía a la elitista escuela privada donde ya estudia el insufrible hermano mayor Ted (Ryan Sell) y donde privan un hiperdomesticado espíritu omnirracista y el más retrógrada discurso republicano reaganiano en ascenso, si bien el artista en ciernes Paul sigue frecuentando de modo vergonzante y a escondidas al expulsado escolar Johnny convertido en un paria que ahora se refugia en el cuartito de juegos del traspatio de su amigo, hasta que el abuelo inspirador fallece y al cada vez más descentrado e inconforme Paul se le ocurre el absurdo de robar una computadora del colegio para irse con su amigo a vivir a Florida e ingresar a la Nasa, lo que ejecutan limpiamente, pero al intentar vender el hurto son denunciados, aprehendidos, y van a dar a una comandancia policial donde Johnny, asumiendo que ya nada tiene que perder, se echa la culpa y, gracias a un jefe policial amigo del papá fontanero, Paul es liberado y devuelto al agua sucia de la escuela, aunque para siempre marcado por aquel crucial e inolvidable vínculo insumiso.

 

 

El vínculo insumiso oscila, muy profunda e intimistamente, en función del insalvable racismo de la sociedad estadounidense, entre la tragedia y el drama, entre la amistad trágica y la dura experiencia individual precoz, entre la constatación del racismo antinegro ajeno pero vicariamente experimentado como propio y el padecimiento de un racismo antisemita que socava (“Aunque por lo menos seas blanco”), entre el expiatorio chavo prometido al autosacrificio y el chavo demasiado soñador, entre la punta del iceberg cada vez más sumergido o apenas mostrable del amigo afroamericano perseguido hasta por él mismo porque se ha quedado sin abuela protectora y el drama del chavo sin apoyo vocacional tras la muerte del abuelo que era su auténtica figura paterna funcional.

 

 

El vínculo insumiso reclama como grandes hechos fílmicos fundamentales, significativos y reveladores, episodios tan aleatorios y nimios en apariencia, aunque decisivos, sea el intempestivo encuentro socavador en un pintarrajeado vagón de Metro del desconcertado Johnny con cierto amenazante pelafustán afroprotestatario que le recuerda su condena racial haga lo que haga (como largarse manoteando de rabia), sea la descalificación educativa a Paul por elaborar una magnífica variación colorida y abstracta de Kandinsky en plena clase magnificadora de la originalidad, sea el irremisible titubeo de Paul negando ante sus nuevos compañeros popis ultraprejuiciosos como san Pedro a Cristo todo nexo afectivo con ese fiel Johnny luego de la incómoda plática de ambos tras una simbólica cerca ciclónica, sea el vuelo de un cohete en el parque con el comprensivo abuelo cariñoso como despedida antes de ser operado en vano de un cáncer en los huesos, o sea el descubrimiento de un dibujo suyo orgullosamente expuesto en la escuela exacto en el momento de consumarse el inútil robo de la computadora, todo ello con la delicadeza y esa emoción que le falta a cualquier otra requisitoria posible, como El hoyo en la cerca del mexicano filmando al estilo polaco Del Paso (21), más vigorosa y evidente, o virulenta, pero menos eficaz, contra la ultraclasista educación defensora de privilegios.

 

 

El vínculo insumiso hurga así con desarmante sutileza autobiográfica en la conciencia vulnerada del realizador a través de un ambiguo y conmovedor alter ego Paul, cuyas contradicciones en su complejo proceso de crecimiento de la niñez fantasiosa a la intempestiva edad adulta se entregan por aquí o allá al goce del sueño diurno tipo James Thurber (Paul visualizándose celebérrimo pintor en el museo o astronauta prócer de otra misión destructora del asteroide Armagedón durante el robo fatal), merced a sensitiva fotografía del iraní Darius Khondji (en las sobrias antípodas de Bardo) y coronando finalmente su fábula contra el pragmatismo utilitario y abusivo, en plena celebración del triunfo reaganiano, simplemente solidarizándose con la deserción del héroe en pleno discurso pretrumpista de una Trump (Jessica Chastain) en la máxima tribuna escolar, para ganar la calle en un acto de sagrada revuelta instintiva, ética y creadora.

 

Y el vínculo insumiso cierra, a la regia manera del clásico I vitellini/Los inútiles de Fellini (53), con tres rápidos travellings hacia atrás de inequívoca transformación moral, pero en despoblado, mientras vuelve a sonar la titular canción tema de The Clash que no ha dejado de oírse en los puntos clave de la cinta, a un tiempo recordatorio de época y nostálgico himno insurreccional de la Generación del Armagedón (“Mucha gente va a tener que ponerse de pie y luchar/ nadie te guiará a través del tiempo del Armagedón”).

 

FOTO: El tiempo del Armagedón fue estrenada en México durante la última edición del Festival Internacional de Cine de Morelia/ Especial

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