La dictadura de la peste

Jun 5 • Escenarios, Miradas • 3206 Views • No hay comentarios en La dictadura de la peste

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Esta adaptación de la obra de Camus ofrece una nueva visión sobre la pérdida de libertades y el poder absoluto no en una persona, sino en la pandemia

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POR JUAN HERNÁNDEZ
La Compañía Nacional de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura tomó la iniciativa de incidir, desde el quehacer escénico (justificación de su existencia), en el pensamiento en relación con las tiranías, los abusos del poder y —en términos claramente ubicados en la actualidad de la pandemia— en la restricción de las libertades tras la llegada de La peste, que en la obra es un personaje con forma humana.

 

En la obra actúan Eduardo Candás, José Covián, Sonia Franco, Ana Ligia García, Marco Antonio García, Olaff Herrera, María del Mar Náder Riloba, Luis Rábago, Roldán Ramírez, Edwin Tover y Alan Uribe Villarruel, todos del elenco estable de la agrupación oficial.

 

La obra original de Albert Camus (1913-1960), El estado de sitio, fue escrita en la época de la posguerra (1948), y aunque escrita un año después de la novela La peste, del mismo autor, no se trata de una adaptación de la primera.

 

Sin embargo en la versión actual, realizada por Cecilia Ramírez Romo, encontramos elementos que remiten tanto a la novela como a la obra dramática, consecuencia del pensamiento apocalíptico del filósofo, novelista, ensayista y dramaturgo argelino.

 

Camus se resistió a las etiquetas. No se asumió ni como promotor del teatro del absurdo y tampoco se identificó con el existencialismo. Rechazó el nihilismo, aunque en sus obras sí considera a la acción y la voluntad individual como un agente de la consciencia para conseguir la libertad y la transformación de lo íntimo y lo público.

 

Influenciado por el pensamiento de Nietzsche y de Schopenhauer, Albert Camus es uno de los filósofos, novelistas, ensayistas y dramaturgos que ofrecieron una visión pesimista sobre el destino del mundo e influenciaron la creación artística.

 

Sin duda un clásico de la centuria pasada, Camus escribió obras de intensa sobriedad dramática como Los justos, en la que refiere al dilema moral en relación con la toma de consciencia individual para hacer lo correcto aunque el precio humano sea alto; o El estado de sitio, en el que refleja el paisaje apocalíptico dejado por la Segunda Guerra Mundial, al constituir el drama de un pueblo que es sometido con la amenaza de la peste y la muerte.

 

Oprimido por la tiranía de los hombres de poder y de la enfermedad, los habitantes del pueblo asumen lo que consideran el dictado de la razón; lo que es una desesperada manera de aferrarse a la vida.

 

Esta visión del mundo deviene en la puesta en escena Estar sin sitio, que de la mano de Cecilia Ramírez Romo pone un acento particular en la situación pandémica que el mundo ha vivido a partir del 2020 y continúa en el 2021, con las consecuencias concretas en la merma de la libertad, el acatamiento a una nueva forma de poder opresor y el uso de la razón como instrumento legitimador de la represión que se asume voluntariamente.

 

La puesta en escena maneja distintos formas de expresión, desde el monólogo, el coro, el teatro colectivo convencional y la farsa. La tragedia se vuelve actual en la medida en que el acto reflexivo es convocado a partir de la presentación de una realidad que no puede ser aceptada sin crítica y análisis, pues eso significaría ceder la capacidad individual que tiene el ser humano para decidir sobre su destino.

 

Hay un personaje que descubre cuál es el arma más poderosa del poder opresor: el miedo. Una vez descubierto el secreto, el personaje se rebela y, ya sin miedo, parece inmune al uso de la fuerza de La Peste y La Muerte.

 

La estética ecléctica de la puesta en escena permite apreciar el trabajo en el espacio físico de la escena combinado con el de la virtualidad, en una especie de diálogo entre la realidad entendida de manera convencional y la otra existencia en la red.

 

La directora trabaja en ambas vías, sin perder de vista la interrelación entre estas dos formas de realidad que no se excluyen. La creadora busca otorgarle un nuevo lugar al teatro en el amplio ámbito de los modos de producción, con base en el uso de las tecnologías más sofisticadas en donde vindica, al mismo tiempo, elementos esenciales que dan identidad al teatro como una experiencia de la comparecencia.

 

Sigue pendiente concretar el desarrollo de producciones escénicas que consideren a la virtualidad como el espacio en donde se origine la experiencia estética. La resistencia a someter al teatro tradicional al medio de la virtualidad persiste en esta obra, como en otras que hemos visto en esta etapa pandémica; sin embargo la producción de Estar sin sitio, de la Compañía Nacional de Teatro es, sin duda, una de las más logradas, en términos de concreción de una forma de representación que por un momento parece superar la crisis de realidad y la idea del teatro convencional como la experiencia de una comunidad que comparte un tiempo-espacio físicos para reflexionar sobre los temas esenciales de lo humano.

 

FOTO: El estado de sitio está disponible en el canal de Youtube de la CNT./ Sergio Carreón Ireta

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