Laberintos y contrastes de Leonardo Coral

Jul 12 • destacamos, Miradas, Música, principales • 3358 Views • No hay comentarios en Laberintos y contrastes de Leonardo Coral

 

POR LUIS PÉREZ SANTOJA

 

Alguien ha dicho que Leonardo Coral es un compositor con suerte. Con frecuencia se interpreta y se graba su música. Pocos compositores en México pueden presumir de tener, al menos, tres discos monográficos; sólo los que ocupan un lugar preponderante en nuestra historia reciente, como Enríquez o Lavista y, recientemente, Ortiz o Ibarra, o nuestros grandes clásicos.

 

La motivación principal de este artículo es la aparición de Laberinto de luces y sombras, grabación de cinco obras de Leonardo Coral (sí, en efecto, aún contenida ¡en un disco compacto, un CD, palpable y acariciable!), editada por tempus clásico, compañía que ha asumido el riesgo de publicar música mexicana o latinoamericana en discos de ediciones muy cuidadas desde sus atinados y atractivos diseños.

 

Carta de presentación de una estética músical

 

No sólo de serialismo y aleatoriedad vive la música. Con Leonardo Coral regresa a la música mexicana un modo de (re)construcción formal —contrapuesta a la de-construcción imperante en el arte— cuya unidad la hacen muy proporcionada y accesible (aun cuando se valga de series dodecafónicas u otras armonías atonales), además de siempre abrir las puertas a la modernidad, pero sin perder cierto arraigo a la tradición. Tal vez por eso Coral puede presumir de contar entre sus seguidores no sólo a colegas compositores, intérpretes y alumnos sino también a melómanos no especializados.

 

Un permanente contraste entre una música melódica y expansiva y una música nerviosa, de ímpetu rítmico y contrastante en sí misma, parece ser su “marca de la casa”: contraste de carácter e intención esparcido entre los movimientos de una obra o contenido en una sola estructura compacta pero siempre diversa.

 

Sus pasajes rápidos pueden ser obsesivos, casi desenfrenados, con gran sentido rítmico. Su música expansiva puede ser sugerente, misteriosa, incluso elegíaca a su modo, capaz de desarrollar con calma su temática, por compleja que esta sea; algo difícil para algunos músicos que pronto lo disimulan bifurcando a caminos enrarecidos.

 

Los títulos descriptivos que Coral elige no son una forma gráfica sino una sugestión, como en una de sus obras maestras, el Cuarteto número 1, Formas acuáticas,o en las muy bellas Piezas fantásticas para violín y piano. El uso de los elementos impresionistas y de las escalas modales, que en su lenguaje ha vuelto recursos propios y, muy destacadamente, su uso experto del desarrollo contrapuntístico son otras cualidades de su estilo. Siendo uno de nuestros creadores más prolíficos, Coral ha hecho música para instrumentos solos, dúos, tríos y ensambles en toda cantidad y combinaciones y obras para orquesta y concertantes.

 

Laberintos de luces y sonidos

 

Juego con dos de sus títulos, este es ya uno de sus discos más importantes, tanto por la solidez del conjunto de obras, recientes de 2007 a 2012 —recordando que sus primeras piezas ¡son de 1982!— y por la impresionante lista de intérpretes: Cuarteto Latinoamericano, Alberto Cruzprieto, Viktoria Horti, María Teresa Frenk, Luz María Frenk, Rafael Urrusti y Juan Carlos Laguna.

 

En el Cuarteto de cuerdas número 3, Laberintos,están presentes sus fórmulas y recursos pero ahora con una depuración melódica que ya no teme decir su nombre, esencial para una obra que desarrolla sus temas con más amplitud y se involucra en transformaciones insospechadas que impiden que el interés se pierda en alguno de sus laberintos. Uno de los cuartetos de cuerdas mexicanos más logrados de los últimos tiempos.

 

En el trío (dotación afín si las tiene) Luces y sombras, para flauta, violonchelo y piano (Trio Terraluz; espléndidos Urrusti y las hermanas Frenk), sorprende algo relativamente inusitado: el ritmo con reminiscencias caribeñas, que, aunque pasado por el tamiz de su sobriedad, no puede negar su “sabroso” origen.

 

Otra de las obras más destacadas, la Sonata para violín y piano, estrenada en Hungría (inmensa Viktoria Horti y Tere Frenk), es una sonata cíclica: ¿será un velado homenaje a la emblemática de Cesar Franck, incluso en sus breves insinuaciones modales? Vale mencionar que las sonatas de Coral siguen con cierta precisión formal, pero total libertad creativa, la estructura clásica de la forma, con todo y exposición, desarrollo y reexposición, en las que tampoco elude formas como el expresivo y complejo segundo movimiento, el más importante de la sonata, un rondo disimulado de scherzo.

 

La Sonata para guitarra, para la que Coral ha compuesto con asiduidad, es menos fiel a lo dicho y es hasta el segundo movimiento que Coral sigue cierta forma de sonata.

 

Pero la mayor sorpresa del disco es la obra maestra que lo abre, la Sonata 8 ½, en esencia su octava sonata para piano (¿algún compositor mexicano podrá presumir de haber compuesto ¡8 sonatas 8! para piano?; y ya viene la novena). Inspirada, como su nombre sugiere, en esa gloria del cine que es 8 ½ de Fellini, Coral no intenta imitar a Nino Rota, sino hacer su muy personal expresión del personaje principal de la película, álter ego de cualquier autor en crisis creativa, mientras que también desfilan los personajes circenses de Fellini y su esperpéntico mundo onírico. Y, sí, en el último movimiento, cuyo título podría referirse más a Amarcord que a 8 ½, asoma una sutil evocación de un entrañable tema de Rota. Por si faltara algo para cerrar el círculo de las afinidades, la obra está dedicada a Alberto Cruzprieto, que la toca con manos de orfebre y confirmamos así los vasos comunicantes que afloran en cada acorde de la obra.

 

En toda la música de Leonardo Coral triunfa su atmósfera instrumental de color y transparencia sonora y la naturalidad que se ha comparado con su propia personalidad. Yo diría que algo tiene que ver, pero que, sin duda, la mayor virtud de su música radica en algo más obvio: su oficio absoluto, sinceridad e imaginación (¿inspiración, se decía antes?).

 

*Fotografía: Leonardo Coral, compositor; el disco “Laberinto de luces y sombras” incluye cinco de sus obras./ ESPECIAL

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