“El conservadurismo de AMLO es más fuerte de lo que yo pensaba”

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El historiador Carlos Illades comparte su lectura de los primeros tres años del gobierno de López Obrador, que se define por su hostilidad a las instituciones liberales y su autoritarismo; su fracaso, dice, podría alentar el regreso de una derecha más agresiva

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POR JOSÉ JUAN DE ÁVILA
Carlos Illades, historiador de la izquierda en México, por no decir su biógrafo, sostiene que Andrés Manuel López Obrador pertenece a esta corriente ideológica, pero no es progresista, sino conservador. Y advierte que un eventual fracaso de su gobierno puede llevar al poder a una derecha “más agresiva”.

 

Sus conclusiones se reflejan en Vuelta a la izquierda. La cuarta transformación en México: del despotismo oligárquico a la tiranía de la mayoría (Océano, 2019), que analiza la llegada al poder del tabasqueño tras la elección del 1 julio de 2018 y su primer año de gobierno, hasta antes de la pandemia.

 

Doctor en historia por El Colegio de México, profesor de la UAM-Cuajimalpa y miembro de las academias mexicanas de Ciencias y de Historia, comenta en entrevista, que su más reciente libro continúa la línea del anterior, El futuro es nuestro. Historia de la izquierda en México (Océano, 2017).

 

Enumera las “ideas básicas” que explican, a su juicio, las razones de por qué López Obrador y su coalición triunfaron en las presidenciales (con poco más de 30 millones de votos), incluso conciliando reivindicaciones con grupos conservadores y “juntando a dos Méxicos en una propuesta política”: crisis global con “rebeliones de los excluidos” en diversos países; crisis en el consenso neoliberal, que durante décadas había tolerado sólo gobiernos de centro derecha o centro izquierda, no de derecha o izquierda; una crisis de las élites económicas, políticas y aun intelectuales en México, “expresada claramente en el sexenio de Enrique Peña Nieto, agotadas moralmente unas y otras ideológicamente”.

 

 

Menciona en su libro que hay una faceta de López Obrador “conservadora” ¿En qué consiste?
Sostengo, a pesar de todo, que López Obrador tiene un contenido de izquierda por su preocupación central en disminuir la desigualdad social; eso no es parte de la agenda de otras fuerzas políticas que no sean de izquierda, no es la agenda de la derecha. Pero, a diferencia de las izquierdas históricas, sobre todo las socialistas, López Obrador no tiene el componente progresistas de estas izquierdas. Las izquierdas habitualmente, históricamente, han adelantado cosas del futuro, han hecho propuestas que después se han ido realizado: el sufragio universal, los derechos sociales, el derecho a huelga, etcétera. En el caso de López Obrador, ese componente progresista prácticamente es inexistente.

 

“Eso se ha manifestado en varios ámbitos. Primero, él tiene dificultad con las autonomías; por ejemplo, en las reivindicaciones de los zapatistas o de los pueblos originales. También le perturban las instituciones liberales, o al menos parte de las instituciones liberales, por ejemplo en los órganos reguladores, en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, etcétera, a las que más bien ha sometido. Y ha sometido estas instituciones justo reforzando o apoyándose en instituciones bastante antiguas, digamos la reivindicación de instituciones de una agenda conservadora: la familia, en el ejército o en las iglesias. Ese sería quizás otro elemento de su conservadurismo”, señala el historiador.

 

 

Autor también de La inteligencia rebelde. La izquierda en el debate público en México 1968-1989, Illades agrega en su análisis, como otro elemento de la, a su juicio, postura conservadora del presidente, su respuesta hacia los movimientos sociales, en especial el de mujeres.

 

“Ahí, a contrapelo de lo que está ocurriendo en el mundo, la postura que adopta es de distanciamiento, a ratos medio de bloqueo, pues no se corresponde con una perspectiva que habitualmente reconocemos como de las izquierdas de siempre, que desde sus orígenes han reivindicado derechos de las mujeres”.

 

 

¿De izquierda, pero no progresista?
Exacto, (es) de izquierda en eso de la preocupación y de hacer cosas por resolver los problemas sociales, pero desde una perspectiva conservadora, además de progresivamente conservadora, me parece más fuerte su conservadurismo de como yo lo había pensado hace tres años.

 

 

Investigador visitante en Harvard, Columbia y otras universidades del extranjero y nacionales, Illades descarta que esa postura de López Obrador no debería sorprender si se le hubiese visto en un plano más en sintonía con otros movimientos o gobiernos latinoamericanos de izquierda, por ejemplo, Bolivia.

 

 

¿A qué lo atribuye que no sea particularmente de López Obrador? Usted analiza también el caso de Lula, que fue muy diferente.
Claro. Lula sería mucho más progresista.

 

 

Por eso lo pongo un poco aparte.
Sí, de acuerdo. No sabría decirte si es por su cristianismo o su catolicismo, porque lo reivindican de los dos lados. Hay una izquierda católica centenaria, su expresión más moderna es la teología de la liberación. Y López Obrador está a la derecha de la teología de la liberación; o sea, la teología de la liberación, no obstante su componente religioso, tiene una perspectiva de los derechos mucho más de avanzada que López Obrador. Yo lo veo dentro del catolicismo o cristianismo más tradicional, digamos.

 

 

¿Qué pasa con los seguidores de López Obrador? ¿Qué pasa con la 4T?
La 4T, incluso la alternancia, no ha acabado de romper con el régimen autoritario. Es decir, de la Revolución Mexicana, cuando se institucionaliza, surgió un régimen autoritario, que la llamada transición no acabó con él porque no se planteó –se planteó las elecciones limpias o ciudadanizadas– la reforma del Estado o si se la planteó no se atrevieron a realizarla los gobiernos panistas, menos el PRI.

 

“La 4T, que también tenía la oportunidad de hacerlo, no sólo no lo está haciendo sino, con el enorme apoyo popular de López Obrador, reforzó los amarres que se habían delimitado en la transición. Nunca se rompió con eso, pero, sin duda, López Obrador lo ha reforzado. En ese sentido, no se puede decir que es una cuarta transformación, como la plantea él, y compararla con la Independencia, la Reforma y la Revolución; la 4T no tiene un cambio de régimen”.

 

 

Illades subraya que tampoco lo podrá tener mientras no rompa también con el neoliberalismo. “Pero romper con el neoliberalismo simplemente no es posible, no porque sea eterno o imbatible, sino porque se necesita un movimiento o una crisis mucho más global, para tener oportunidad de cambiar ese orden económico. México no tiene la posibilidad por sí mismo de hacerlo. De las pocas izquierdas que gobiernan el mundo, ninguna ha roto con el neoliberalismo, han logrado paliar sus efectos más negativos, los programas sociales de López Obrador o los aumentos salariales van en esa dirección, pero no es posible en las condiciones actuales hacerlo, como estamos viendo ahora con la pandemia”.

 

 

Advierte que un eventual fracaso de la 4T puede reforzar tendencias ultraconservadoras o regímenes más autoritarios en México. ¿Es real ese peligro?
Es una posibilidad. Vemos lo que ocurrió en Bolivia, el gobierno que tuvo este país tras la salida de Evo Morales; ya no digamos Jair Bolsonaro en Brasil. O Uruguay, aunque no es ultraderecha, pero es un regreso a la derecha. O Macri después de Kirchner. Son derechas más agresivas. México, hasta el momento, no tiene las tradiciones militaristas de Bolivia o Brasil, puede ser que las adquiera con el tiempo, a propósito de la guerra contra el crimen organizado, que ya se naturalizó, ya forma parte de la historia contemporánea del país. Pero tampoco descarto que, ante un fracaso de la 4T, empiecen a ajustar los grupos de tendencias de derecha y a tener aliados que sí sean más extremos. No me parece una consecuencia necesaria, pero sí me parece un peligro. Viendo las otras experiencias, esto es las derechas que han regresado después de los gobiernos de izquierdas, por algunos llamados populistas, son derechas más agresivas, incluso algunas abiertamente autoritarias.

 

 

Illades admite que ha habido aciertos del gobierno, pero también decisiones y mensajes erráticos, como las posturas frente a los casos del culiacanazo, la rifa del avión presidencial o la pandemia de Covid-19.

 

 

Pero, muchos de los problemas han venido del exterior.
Sí, eso ha ocurrido, fenómenos externos, pero que se han agravado por malas acciones del gobierno. La crisis que se viene por la pandemia; es una situación en la que la economía estaba de por sí debilitada, por decisiones erróneas que se tomaron el año pasado. No hay una perspectiva de lo global en el gobierno de López Obrador, al menos en él, lo estamos viendo ahora con la pandemia.

 

 

¿Tiene futuro la 4T con o sin López Obrador?
Es lo que está por verse. Todavía hay un trecho importante de su mandato, Y, si corrige cosas básicas, sí tiene futuro, no sólo terminar el sexenio –viene la prueba del 2021–, sino al menos perpetuarse una administración más. Pero eso pasa por corregir, hasta ahorita no lo estamos viendo; si no lo hace, si se alían las otras fuerzas, al estilo de lo que pasó en Bolivia, sí podrían desafiar en 2024 a la 4T. El futuro de la 4T se juega mucho en estos meses, en tomar decisiones correctas, tener una respuesta adecuada ante la pandemia y tomar medidas económicas indispensables para darle viabilidad al proyecto.

 

FOTO: Carlos Illades es profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa.

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