Los derechos de autor, un performance en sí mismo

May 23 • Miradas, Visiones • 2413 Views • No hay comentarios en Los derechos de autor, un performance en sí mismo

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El juicio de Ai Weiwei contra Volkswagen reaviva la discusión sobre la protección de los derechos del autor

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POR FRIDA JUÁREZ

A lo largo de esta semana, el artista y activista Ai Weiwei ha ido documentando en su cuenta de Instagram su juicio contra Volkswagen. Todo inició en marzo de este año cuando el también activista anunció en esta misma red social que iba a demandar a la empresa automotriz por usar su instalación Soleil Levant como fondo para la campaña del auto Polo de 2017.

 

En la fachada del Kunshtal Charlottenburg (Copenhague), el artista montó Soleil Levant para conmemorar el día mundial de los refugiados. La instalación consiste en 3,500 chalecos salvavidas usados por inmigrantes que arribaron a Lesbos, Grecia.

 

El artista argumentó en Instagram que, tras un año de negociación sin frutos con Volkswagen, decidió demandarlos por usar su trabajo sin darle crédito y cortar la imagen sin su permiso. Comentó que “el material circuló por alrededor de 200 mil personas, dando la falsa impresión de la autorización de Volkswagen para usar mi trabajo en su anuncio publicitario”.

 

Además, el activista criticó la hipocresía de la compañía automotriz ya que, al tener miras en aumentar su mercado en China, se cegó ante los abusos de derechos humanos que ejerce esa nación.

 

 

No es la primera vez que un artista tiene que pelear en el jurado por los derechos de su obra, artista como Anish Kapoor, Jeff Koons, Richard Prince, entre otros han estado en el estrado. Aunque no todos en la misma posición de demandantes, sino también como demandados.

 

El copyright da a los artistas que crearon un trabajo tangible derechos como el de protección, de generación de ganancias a través de su propio trabajo, realización de copias, así como su distribución, alteración, o exhibición al público. El copyright protege ideas, procedimientos y conceptos, siempre y cuando haya evidencia de éstos como una grabación. En cambio, no protege trabajos de spoken word o performances porque están en constante cambio, así como tampoco títulos de obras.

 

En 2014 el Centro Pompidou, en París, presentó una retrospectiva del artista Jeff Koons. Entre las obras de la exposición se encontraba Fait d’Hiver de la serie “Banality”. Mientras Frank Davidovic visitaba la muestra, notó que la campaña publicitaria Fait d’Hiver que había realizado para la marca de ropa francesa Naf Naf estaba inmortalizada en una escultura de cerámica hecha por el mismo Koons.

 

Davidovic demandó por plagio a Koons, y pidió 300 mil euros por daños. Al final la corte le dio la razón a Davidovic, y tanto Koons, como su negocio y el museo francés se vieron obligados a pagarle 135 mil euros. Además Koons debió pagar una multa por reproducir el trabajo del francés en su sitio web, al igual que una casa editorial que publicó en un libro sobre Koons con la obra Fait d’Hiver.

 

Fait d’Hiver de Jeff Koons. / jeffkoons.com

 

Mientras que en Europa las apropiaciones y reinterpretaciones no la tienen tan fácil en la corte, la situación es muy diferente en Estados Unidos. Desde 1976 existe el fair use, doctrina que permite el uso y reproducción de la obra de alguien más, siempre y cuando sea justificado, como hacer una parodia.

 

Koons ha recurrido al fair use en dos casos distintos. A finales de la década de los 90, el artista estadounidense fue llevado a la corte por su escultura String of Puppies. El demandante era Art Rogers, el fotógrafo que retrató a la pareja con sus cachorros, imagen que Koons tomó para su escultura. En esa ocasión Koons apeló al fair use argumentando que era una parodia de la foto. Sin embargo, el juez no lo consideró una parodia el ponerle color y perdió el juicio.

 

Poco después, Andrea Blanch, fotógrafa de moda, demandó a Koons por usar una de sus imágenes para la revista Allure en su pintura Niagara. El juez le dio la razón a Koons al considerar que, a pesar de haber usado la imagen de Blanch, el artista realizó una obra completamente diferente y sólo utilizó la foto como un elemento más.

 

El fair use más que una doctrina, resultó ser una excusa de análisis que permite al demandado justificar el uso de la creación de alguien más. La aplicación de este argumento a lo largo de los años logró moldear una cultura que, cada vez más, acepta la apropiación en la era del Internet.

 

Otro ejemplo de fair use es el caso de Patrick Cariou contra Richard Prince. En 2013 ambos fotógrafos se enfrentaron en la corte porque Prince se apropió del trabajo de Cariou. El litigio lo ganó Prince porque, bajo el argumento de que había una ligera diferencia entre ambos trabajos.

 

ARTISTAS VS GRANDES COMPAÑÍAS

 

El escultor británico Anish Kapoor estuvo en pleito porque su obra fue utilizada para una campaña publicitaria sin su permiso.

 

En un video de la serie “Clenched Fist of Trith” de la Asociación nacional del rifle de Estados Unidos (NRA por sus siglas en inglés), aparecía la famosa escultura Cloud gate, famosamente conocida como “the Bean”. Kapoor declaró que se sentía disgustado al ver su trabajo usado por la NRA para promover su vil mensaje.

 

Al final, la Asociación accedió en quitar la imagen de su video en un acuerdo fuera de la corte. El escultor también los invitó a donar un millón de dólares a fundaciones que apoyan a familias que han sido víctimas del uso de armas de fuego, a lo que la NRA no dio respuesta.

 

 

The Bean en Chicago. / Nam Y. Huh / AP Photo

 

 

Otro caso fue el de el artista de graffiti suizo, Adrian Falkner, contra la compañía automotriz General Motors. En 2016 la compañía lanzó una publicidad que incluía,en el fondo, un mural que había pintado Falkner en un estacionamiento en 2014, a petición del propietario del lugar.

 

General Motors presentó una moción en la que argumentaba que un mural es un trabajo incorporado a un edificio , por lo tanto, debía ser considerado como una fotografía de la arquitectura y no de una obra en sí. Sin embargo no fue suficiente para la compañía, ya que se concluyó que el mural no fue concebido junto al edificio, por lo que se consideraba como obras separadas.Tras un largo juicio, en 2016 el juez falló a favor de Falkner.

 

Este juicio pasó a ser un gran avance en cuanto a la protección de derechos de graffitis. En un inicio la defensa de Flakner temía que la moción de General Motors fuera aceptada y lograra que, tarde o temprano, todos los graffitis existentes fueran desprotegidos por el copyright.

 

Los derechos de autor en obras plásticas sigue generando discusión a causa del fair use. Habrá que imaginar lo que falta por hacer para proteger graffitis y cada creación artística publicada en línea.

 

Actualmente en Europa se está trabajando en leyes más estrictas que permitirá la demanda de derechos de licencia en redes sociales y hará responsable a compañías tecnológicas por el material que se suba a su plataforma sin permiso del autor. De esta forma se abre un nuevo debate ¿es justo proteger el trabajo de algún creativo a pesar de tentar contra la libertad de expresión en Internet?

 

FOTO: Ai Weiwei hablando con los medios daneses antes de entrar a la corte. / Liselotte Sabroe / AFP

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