Los ritmos elegidos

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El espacio-tiempo cautivó al teórico literario Mijail Bajtín, quien propuso un análisis de la configuración de las obras clásicas al acuñar el término “cronotopo”

 

POR BENJAMÍN BARAJAS
Mijail Bajtín acuñó el término “cronotopo” para designar las relaciones del espacio y el tiempo, asimiladas artísticamente en la novela. Su genial intuición partió de la teoría de la relatividad de Einstein, quien propuso que la fuerza de gravedad está unida a dichas categorías, las cuales actúan de manera indisociable y proporcionada, según la masa de los cuerpos.

 

Bajtín, en su obra Teoría y estética de la novela, expone un análisis minucioso de la configuración del género novelístico, a partir del movimiento de los personajes en las topografías dispuestas para el desarrollo de sus acciones. Describe, en principio, el cronotopo del viaje en la épica y las novelas griegas de aventuras, cuya técnica radica en el desplazamiento de los héroes para suscitar los encuentros con los seres fantásticos y sobrenaturales.

 

El mismo procedimiento, con algunas variantes, se aprecia en las novelas de caballerías, como El Quijote, y los textos donde abundan los pillos y bufones propios del género picaresco al estilo de Guzmán de Alfarache, Lazarillo de Tormes y Gargantúa y Pantagruel. En estos casos, es relevante el cronotopo del camino, donde es posible que las diversas clases sociales interactúen para detonar los conflictos.

 

Pero en el siglo XVIII, se opera un cambio en la concepción de los espacios, a partir del desarrollo del capitalismo y el ascenso de la burguesía. La novela gótica se distingue por el cronotopo del castillo, impregnado de atmósferas sombrías que suscitan las leyendas medievales; le sigue el cronotopo del salón, propio de la novela burguesa del siglo XIX, que es el lugar por excelencia de las intrigas privadas que, poco a poco, ascienden a las perturbaciones mentales de los personajes. Así se explica el surgimiento de la novela psicológica.

 

En estas obras, el tiempo, según palabras de Bajtín, se vuelve denso y pegajoso, sujeto a los detalles minúsculos de la vida cotidiana de los personajes, como se percibe en Madame Bovary, La regenta o Fortunata y Jacinta. Por último, Bajtín se asoma al cronotopo del umbral, especialmente en las obras de Dostoievski, donde advierte que esta es la zona de las acciones cruciales que cambian el rumbo de la trama.

 

Los estudios del teórico ruso concluyen en el siglo XIX y dejan un terreno sin explorar en la novelística del XX. El cronotopo ahora se sitúa en las elucubraciones mentales de los personajes, como sucede con Gregorio Samsa, Leopold Bloom, Farabeuf y tantos otros que paralizan el movimiento con su paso de caracol, para que florezcan los monólogos interiores sobre un tiempo y espacio elípticos. El mundo del subconsciente, descubierto por Freud y aprovechado por los surrealistas, ahora provoca angustia en los lectores tradicionales, que huyen humillados y ofendidos de la nueva narrativa.

 

Jorge Luis Borges en su ensayo “Kafka y sus precursores” explora los antecedentes del escritor checo. Recuerda la paradoja de Zenón sobre la carrera de Aquiles y la tortuga. La relativa ventaja del reptil impide al héroe griego darle alcance porque primero deberá recorrer la mitad de la distancia que lo separa de él; después la mitad de la mitad y así hasta el infinito. En la dimensión espaciotemporal, ambos competidores asumen un ritmo que impedirá eternamente su intersección. Y el ritmo, por ser una vocación armónica de los cuerpos, representa la esencia del trabajo artístico.

 

 

 

FOTO: Un retrato de Mijail Bajtín en los años 20. El teórico nació en 1895, en el Imperio Ruso. /Tomada de http://ec-dejavu.ru/

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