Miguel León-Portilla: ¿es posible escaparse del tiempo?

Oct 5 • destacamos, principales, Reflexiones • 6388 Views • No hay comentarios en Miguel León-Portilla: ¿es posible escaparse del tiempo?

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En 1952, el joven Miguel León-Portilla escribió La huida de Quetzalcóatl, su única pieza dramática que, luego de permanecer guardada durante décadas, fue llevada a la escena en 2017 por la Dirección de Teatro de la UNAM, trabajo artístico que fue ícono de la escena teatral de los últimos años

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POR MÓNICA RAYA

 

In memoriam Alejandro Meza

 

La Huida de Quetzalcóatl es la única obra dramatizada del historiador, filósofo e investigador mexicano Miguel León-Portilla. Se trata de un texto dialogado –escrito por un joven traductor del náhuatl en 1952 y publicado por un investigador de fama mundial en 2001–, el joven León-Portilla escribe una conmovedora disertación filosófica en la voz del mítico sacerdote Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcoátl, uno de los personajes históricos más ambiguos y contradictorios de Mesoamérica.

 

Tuve oportunidad de conocer a nuestro Profesor Emérito, en un evento para celebrar su cumpleaños. Cuando me preguntó a qué me dedicaba, le compartí que era arquitecta, que había hecho mi vida profesional en el teatro, y que era profesora de tiempo completo en la Facultad de Filosofía y Letras. El Dr. León-Portilla me compartió a su vez, que, entre otras cosas, había escrito una pequeña obra de teatro en su juventud y hablamos un buen rato sobre el tema. Me preguntó candorosamente si yo tendría interés en leerla y ponerla en escena. Evidentemente le contesté que sí.

 

El proceso agarró vuelo cuando el rector de la UNAM, Enrique Graue lo visualizó como un homenaje a la trayectoria humanista del doctor Miguel León-Portilla y como una oportunidad para estrenar en Teatro UNAM el primer montaje profesional de la obra.

 

Con la intención de abordar esta obra como una investigación en escena, y en sintonía con el entusiasmo de León-Portilla, convoqué a un grupo de actores, acróbatas y danzantes para indagar la performatividad del mito tolteca. Si el texto original está estructurado como un diálogo filosófico ¿Cómo hacerle frente al honroso pero difícil encargo? El proyecto, requirió un año de preparación documental y más de 300 horas de ensayos, pruebas y reuniones de trabajo. El resultado culminó en un planteamiento escénico arriesgado e impuro.

 

Dado que las fuentes originales son variadas y contradictorias me propuse hacer una reflexión sensorial y colectiva: ¿Qué tan espectacular puede ser la filosofía? Por tratarse de un material organizado de acuerdo al pensamiento náhuatl, donde la historia se ubica 500 años antes de la invasión española, decidí abstenerme de usar la palabra teatro y evitar, en lo posible, recurrir a la estética de occidente. La producción escénica fue realizada con la participación de más de 160 colaboradores y el evento se concretó gracias al apoyo de la Facultad de Filosofía y Letras, la Facultad de Arquitectura y la Dirección de Teatro a través de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM.

 

El texto se adaptó colectivamente, con el apoyo dramatúrgico de Diana Reséndiz y los cortes acordados con los actores del elenco, considerados co-partícipes en la re-construcción del texto. Se eliminaron reiteraciones y se redistribuyeron parlamentos para que la discusión filosófica fuera más dinámica entre los personajes. El contenido esencial del texto quedó intacto:

 

“En la ciudad de Tula, todo es abundancia. Los toltecas viven felices y en paz, gracias al gobierno del casto sacerdote Cé Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl. El dios del Tiempo, receloso de las ideas de eternidad y trascendencia del amado gobernante, decide mandarle un mensaje a través de tres hombres búho. Un espejo y una bebida serán los obsequios que ofrecerá el dios del Ahora para mostrarle al rey de Tula el significado del tiempo. Quetzalcóatl, afectado por el rostro avejentado de su reflejo, es orillado a probar ‘una bebida misteriosa’ que le permitirá ‘conocerse a si mismo’. El sacerdote, embriagado con pulque, pierde su castidad en el lecho de su hermana la sacerdotisa Quetzalpétatl. Durante esa noche, los forasteros se encargan de realizar terroríficos portentos, para demostrarle al vulnerado rey que la cultura de su Toltecáyotl está destinada a la destrucción. Arrepentido y humillado, y a pesar de las súplicas de Quetzalpétatl para aceptar su condición humana y pasajera, Quetzalcóatl decide dejar el reino y emprende su huida a Tlapalan, la tierra de color rojo, no sin antes prometer su regreso. Después de cruzar el mar, el rey de Tula, ataviado como el dios Quetzalcoátl, despide a su séquito y se inmola en una hoguera. El héroe cultural asciende a los cielos acompañado de pájaros multicolores para convertirse en estrella, encontrando la forma de escapar a su condición humana y volverse eterno en el tiempo”.

 

La Huida de Quetzalcóatl se presentó del 20 de octubre al 10 de diciembre del 2017, en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario. Fue un placer recibir a más de 10 mil espectadores, atraídos por el renombre del autor, a un evento escénico que los invitó a re-considerar su relación personal con las etnias y las culturas originarias de nuestro país.

 

Es verdad que existen muchas versiones del mito de Ce-Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl, pero la nuestra se imaginó como una creación en movimiento, un texto del cuerpo danzado y musicalizado. Fue el propio Dr. Alfredo López Austin, quien sin proponérselo, me impulsó a hacer una propuesta inédita sin miedo a la crítica académica, haciéndome ver que mi trabajo no pretendía ser un ensayo científico o histórico. ¿Era posible entonces trabajar desde un impulso de desobediencia y de-colonización teatral?

 

 

 

Para organizar el espacio escénico, imaginé una serie de elementos prismáticos que pudieran desplazarse para sugerir estructuras arquitectónicas monumentales. Imaginé un muro en donde pudieran desarrollarse ejercicios de danza vertical con apoyo de cuerdas y poleas y poner en acción la espacialidad bidimensional de los códices. También provoqué la contraposición luminosa entre maderas claras y oscuras y utilicé dos tipos de recubrimientos para poder experimentar con la proyección de la luz y con el gran ‘espejo negro de Tezcatlipoca’. Nuestra Toltecáyotl fue diseñada para performar y no para representar.

 

El vestuario y el maquillaje fueron diseñados, por encomienda explícita de León-Portilla, a partir del Códice Borbónico y el trabajo de ilustradores contemporáneos influyó para decidirme por un cargado uso del color y la forma. Hicimos muchas pruebas de materiales tomando en cuenta la movilidad de los danzantes, de los acróbatas y de los actores. Combinamos sin pudor, fibras naturales con tecnología textil contemporánea.

 

El día del estreno, entre los distinguidos invitados de León Portilla, estaba Miguel Sabido, el gran director de escena experto en montajes de teatro histórico mexicano. Sabido había montado “El Juicio Final” con 400 actores hablando en náhuatl y con asesoría de León-Portilla y Matos Moctezuma. Sabido es uno de los teatristas mexicanos que ha mostrado mayor ocupación en revisar fiestas, rituales y pastorelas mexicanas indagando raíces y hallando tesoros. Un extracto de sus observaciones acompaña estas líneas.

 

En ocasión de celebrar una vez más la trascendencia del trabajo transdisciplinario de León-Portilla me atrevo a señalar que su obra filosófica seguirá dando frutos en el tiempo, que su trabajo es un portento de rescate y desobediencia a la colonización cultural que se celebra una y otra vez y que, en un evento cultural como el que describo, los mexicanos podemos indagar, revisar, replantear y nutrirnos del conocimiento que ha sido preservado por el trabajo del historiador.

 

En la literatura dramática, la construcción de personajes complejos es uno de los grandes retos para la pluma de un buen dramaturgo. El Hamlet de William Shakespeare ha sido reconocido por el teatro mundial como un personaje nodal en la filosofía occidental con el dilema de ‘ser o no ser’. En mi opinión y en esta línea de pensamiento crítico, el Segismundo de Calderón de la Barca se hace preguntas filosóficas más profundas –en español– cuando reflexiona si ‘la vida es sueño’. El Quetzalcoátl de León-Portilla, basado en la poesía náhuatl de Nezahualcóyotl y los cantares mexicanos, se hace preguntas filosóficas dignas de la física cuántica: ¿es posible escaparse del tiempo?

 

Con motivo del homenaje de la Secretaría de Cultura al Dr. Miguel León Portilla y a pesar de los recelos del dios de Ahora, el investigador universitario, nuestro héroe cultural, hace tiempo que se convirtió en una luminosa estrella. Su legado filosófico seguirá abonando para fortalecer la dignidad de muchos mexicanos que seguiremos teniendo oportunidad de re-conocer y difundir la inigualable grandeza filosófica de la poesía de los pueblos indígenas. Mi agradecimiento para él y Chonita, a nombre personal y de todos los involucrados en el montaje, será eterno. Miguel nos ha dejado ya su Toltecáyotl, y su enorme legado estelar.

 

FOTO: Aspecto de la obra La huida de Quetzalcóatl, de Miguel León-Portilla, dirigida por Mónica Raya, producido por la Dirección de Teatro de la UNAM, 2017./ Especial

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