Conmemoraciones: Monsiváis, Felguérez y Coen
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De la lucha por la libertad de ideales en las expresiones artísticas de la segunda mitad del siglo XX en México, surgieron figuras inolvidables y fundamentales como Carlos Monsiváis, Manuel Felguérez y Arnaldo Coen
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POR GERARDO ESTRADA
En las últimas semanas tres hechos importantes tuvieron lugar en la vida cultural de nuestro país. El primero fue el lamentable y triste fallecimiento de Manuel Felguérez, uno de los más brillantes miembros de la llamada “generación de la ruptura” que, como algunos autores han señalado recientemente, sería más justo y exacto llamarla “generación de la apertura” que derribara la “Cortina de Nopal” (José Luis Cuervas dixit), que encerraba a la creación artística mexicana en los limites del “nacionalismo revolucionario”.
Otro suceso importante y, en este caso afortunado acontecimiento, fue el cumpleaños 80 de uno de los miembros más jóvenes de esa generación: el Maestro Arnaldo Coen.
Finalmente, en la línea de acontecimientos lamentables, se cumplió el décimo aniversario del fallecimiento del gran Carlos Monsiváis, testigo y cronista comprometido con la vida social y política de la segunda mitad del siglo veinte mexicano.
Los tres fueron, al igual que otros creadores, protagonistas estelares de una época deslumbrante por innovadora en la cultura de México: Felguérez y Coen en las artes visuales, Monsiváis en la literatura, (alguna vez Octavio Paz dijo que Monsiváis había creado un nuevo género literario). Pero la influencia de Monsiváis se dio no sólo en el terreno de las letras sino que, como promotor cultural, influyó en el reconocimiento, difusión y conocimiento de las otras esferas artísticas de la creación (inclusive de sus expresiones populares), del cine y la vasta tradición cultural norteamericana. Además de su presencia y participación como militante y activista de prácticamente todos los movimientos sociales que ocurrieron durante su vida.
Toda esta renovación cultural tuvo, entre otras vertientes, como fuente de origen e inspiración la llegada a México de los científicos, intelectuales y artistas del exilio de la República Española, que vinieron a refrescar y dar nuevos aires a la cultura mexicana que empezaba a mostrar signos de agotamiento de sus fuentes originales: la Revolución de 1910 y el nacionalismo mexicano.
Nada expresa mejor los límites que se imponían por aquellos años a los creadores mexicanos como un conocido escrito de David Alfaro Siqueiros, uno de los tres grandes del muralismo nacional, publicado en 1945 y titulado “No hay más ruta que la nuestra”, que otorgaba valor exclusivamente al arte comprometido socialmente, cuya expresión final se acababa con el muralismo y nacionalismo en las artes, reivindicando los principios y valores de la Revolución de 1910 y del arte popular mexicano, particularmente de origen indígena.
A la presencia y movimiento de los jóvenes pintores se sumaba la apertura que ofrecía la UNAM, a través de la Dirección de Difusión Cultural, encabezada por Jaime García Terrés, quien dio sentido y orientación a la difusión cultural universitaria. Espacio donde encontraría terreno fértil la nueva visión de todas las artes y no sólo la plástica: teatro, literatura, música, etcétera, y daba la bienvenida al cine como una más de las expresiones artísticas.
En ese ambiente universitario esta generación pronunció un NO a las imposiciones de un sector de la comunidad cultural y del poder político de antaño, abriendo así nuevas alternativas y horizontes además de multiplicar las rutas de arte y la cultura en el país. La obra de Felguérez y Coen a la par con el trabajo de Vicente Rojo, José Luis Cuevas, Mathias Goeritz, Juan Soriano, entre otros, habla por sí solo del valor de las expresiones plásticas que dieron pie al nuevo arte mexicano. Tanto Carlos Monsiváis como José Emilio Pacheco y Fernando Benítez contribuyeron a difundir esa labor de apertura en todas las disciplinas que impulsó García Terrés desde la UNAM.
La vida de estos personajes a quienes rindo homenaje con estas líneas, está ligada indisolublemente a aquellos momentos de la historia de la cultura mexicana. Ellos se rebelaron en contra de aquello escrito por Siqueiros, confirmando que tanto en el arte como en la vida social y política nunca hay una sola ruta. La libertad, la pluralidad y el derecho a la discrepancia que reclaman los artistas, es la misma libertad que reclaman las sociedades.
No fue casual que estos movimientos artísticos precedieran a los reclamos de los jóvenes en 1968. Constituyeron en las naciones el inicio del camino hacia la democracia, del ejercicio pleno de los derechos ciudadanos que nunca debemos dar por ganados, pues siempre estarán amenazados por las tentaciones autoritarias que tiene todo poder político. Manuel Felguérez, Arnaldo Coen y Carlos Monsiváis ocupan un lugar fundamental en la vanguardia de las luchas libertarias del arte y de la sociedad mexicana.
Coyoacán, junio, 2020
FOTO: The Tepetatles: Julián Bert, Carlos Monsiváis, José Luis Cuevas, Alfonso Arau y Vicente Rojo. / Héctor García / Museo del Estanquillo
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