Orlaineta entre el arte y el diseño

Oct 12 • Miradas, Visiones • 3498 Views • No hay comentarios en Orlaineta entre el arte y el diseño

POR ANTONIO ESPINOZA

El destino de la obra de arte es la eternidad refrigerada del museo; el destino del objeto
industrial es el basurero.
Octavio Paz, “El uso y la contemplación”, en Los privilegios de la vista, 1987.

Entrar en estos días a la Galería Helen Escobedo del Museo Universitario del Chopo, en la ciudad de México, es una experiencia estética…pero también lúdica. Ahí se presenta la exposición: La historia, ella misma y yo de Edgar Orlaineta (ciudad de México, 1972). Se trata de una megainstalación integrada por numerosos y diversos objetos: muebles modernos con adaptaciones lúdicas que subrayan su relación con el arte moderno. Al ser alterados (unos más que otros), estos objetos industriales perdieron su función utilitaria y se convirtieron en objetos escultóricos. Ya resignificados y dispuestos estratégicamente en la sala de exhibición, forman una especie de Wonderkammer lleno de sorpresas. Son objetos concebidos por diseñadores tan prestigiados como Harry Bertoia, Marcel Breuer, Charles y Ray Eames y Tapio Wirkkala, que dejan ver sus conexiones con obras de Alexander Calder, Joan Miró o Isamu Noguchi.

 

Una colega me ha dicho que la relación arte-industria está perfectamente documentada y que Edgar Orlaineta no nos enseña nada nuevo. Es cierto: abundan libros sobre el tema (el mismo Herbert Read publicó uno en los años treinta). Lo que me parece interesante en el caso de Orlaineta, artista egresado de La Esmeralda, no es que realizara una investigación sobre el diseño industrial y el arte vanguardista del siglo pasado, descubriendo múltiples conexiones entre uno y otro, sino que realizara un trabajo “arqueológico”, se apropiara de múltiples objetos usados o desechados y armara la exposición de arte contemporáneo que ahora nos ofrece. Su trabajo consistió en buscar por aquí y por allá “objetos con historia” (así les llama él) para reconfigurarlos, transformarlos en objetos escultóricos, exaltar sus propiedades y hablar sobre la historia del diseño y sus referentes en el arte moderno.

 

A propósito de esta exposición, no está de más recordar que la relación arte-industria no siempre fue amigable. Recordemos que Charles Baudelaire, en su célebre diatriba contra la fotografía (1859), asumió una postura antiindustrial. El poeta y crítico francés se lanzó contra quienes defendían la primacía de la industria sobre el arte, los partidarios de una industria artística o de una producción artística serial. “Al irrumpir en el arte, la industria deviene en su enemigo más mortífero”, afirmó contundente. A siglo y medio de distancia, sin embargo, podemos ver cuán inútil resultó la diatriba baudelaireana. Sucede que en el siglo XX la “industria” irrumpió con tal fuerza en el arte… que lo transformó radicalmente.

 

Bien conocido es el episodio, ocurrido en 1912, en el que Marcel Duchamp, junto con Constantin Brancusi y Fernand Léger, recorrieron una exposición de tecnología aeronáutica en París, quedando fascinados con todo lo que vieron. En un momento dado, señalando un instrumento (una hélice) y volviéndose hacia Brancusi, Duchamp le dijo que la pintura había muerto y le preguntó si alguien podría hacer algo mejor que esa pieza. Estas palabras son reveladoras: un joven pintor francés rechaza la estética al uso y expresa claramente su preferencia por los objetos producidos en serie, procedentes del mundo de la industria. Duchamp no tardaría mucho en llevar a la práctica esta predilección y apropiarse de objetos cotidianos y convencionales (una rueda de bicicleta, un escurridor de botellas, un urinario) para atacar el concepto tradicional del arte.

 

Pero no sólo fue Marcel Duchamp, el inventor del ready-made, quien se sintió atraído por los objetos industriales. Numerosos artistas vanguardistas también se sintieron fascinados por esos ingeniosos artefactos surgidos en el siglo XVIII para servirnos y facilitarnos la vida. Cubistas, expresionistas, futuristas, dadaístas, constructivistas, suprematistas y surrealistas, descubrieron valores estéticos en los objetos utilitarios. En conjunto, los movimientos vanguardistas impulsaron una nueva sensibilidad estética, lo que permitió ver al diseño como un producto cultural, lindante con lo artístico, perfectamente museable y contemplativo, más allá de su valor intrínsecamente histórico. De esta manera, solventaron la vieja contradicción arte-industria.

 

Al analizar la historia del diseño industrial, Edgar Orlaineta descubrió que los objetos utilitarios obedecen a un contexto histórico determinado, a una ideología específica, que buscaba redefinir la vida cotidiana y mejorarla en lo posible. Ahora, el autor mexicano nos presenta una exposición en la que juega con los objetos industriales ya convertidos en objetos escultóricos. Como no hay cédulas que nos permitan identificar las obras exhibidas, el espectador puede actuar por su cuenta, echar a volar la imaginación, descubrir conexiones entre las obras e inventarles cualquier nombre. Destaca la presencia de la silla Bertoia que simula un frutero. De que el artista se divirtió no hay duda.

 

 

*FOTOGRAFÍA: Cortesía/Museo Universitario del Chopo.

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