Pamela B. Green y el genio femipionero

Jul 10 • destacamos, Miradas, Pantallas, principales • 5331 Views • No hay comentarios en Pamela B. Green y el genio femipionero

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A pesar de que Alice Guy-Blaché fue condecorada con la Legión de Honor en 1953 , su legado cinematográfico fue soslayado durante décadas

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POR JORGE AYALA BLANCO
En Sé natural: la vida de Alice Guy-Blaché (The Untold Story of Alice Guy-Blaché, EU, 2020), revelador documental cinefílico de la superdiseñadora de créditos neoyorquina formada en Europa e Israel de 36 años Pamela B. Green (corto previo: Sólo en compacto 06), con guion suyo y de la historiadora cinematográfica Joan Simon, se abunda de manera contundente, fílmica y decisiva en el resurgimiento mundial de la cineasta francesa considerada la primera cinedirectora del mundo Alice Guy-Blaché (1873-1964), al margen aunque en muy buena compañía de numerosos ensayos de reivindicación feminista a su figura y libros biográficos o analíticos muy serios y bien documentados acerca de su obra, en especial los dos de Alison McMahan (Madame tiene sus antojos: Un análisis crítico de los cortos de Alice Guy-Blaché 97, Alice Guy, la visionaria perdida del cine 02) y los tres de Janelle Dietrick (Alice & Eiffel 16, Momentos iluminadores 17, El hada de las coles: Alice Guy y su jardín de sueños 17), así como la reimpresión y las traducciones de su Autobiografía de una pionera del cine, publicada inicialmente en 1976, cuando aún eran totales y absolutos tanto el ninguneo como el desconocimiento de su filmografía, mucho antes de que se editaran en DVD recopilaciones de varias decenas de sus películas, de inmediato subidas a internet, en donde permanecen para deleite universal y mayor gloria póstuma de la difunta, obligando a que la hegemonía patriarcal de historiadores, revisionistas o refriteadores del Sadoul y cinecríticos rutinarios dejara de funcionar con injusta eficacia contra éste hoy más que sorprendente genio femipionero.

 

El genio femipionero aplica en su laboriosa investigación y en su hurgamiento de archivos, el mismo método seguido por el formidable TVdocumentalista sueco indagador del rockero perdido Mark Bendjelloul en Buscando al Sugar Man (12), ahora destinado a exhumar y devolver su dimensión humana de una mujer de talento gigantesco y diverso, haciéndolo de entusiasta manera rimbombante, autopatética y pomposa, cual si todo lo presente fuera un descubrimiento personal, único, inesperado e intempestivo, sin apenas antecedentes culturales, siguiendo como guía la voz de Jodie Foster, interpelando velozmente a cineastas y productores minúsculos de ejemplar ignorancia mayúscula, reconstruyendo con glamour la primera función de los hermanos Lumière a la que asiste en la penumbra nuestra joven secretaria, viajando con largueza para exhibir algunos entrañables espacios domésticos, reciclando invaluables testimonios familiares, e invocando grandes nombres por encima de superlativos o vaguedades (“Con una mirada poética”: Martin Scorsese), para dejar que la efigie de la cinepionera y la energía de su cine se impongan con fortuna por sí mismas, más allá de una simple aunque profusa y totalizante antología divulgadora.

 

El genio femipionero hace renacer la figura creadora de una mujer modesta que sin embargo ejercía el rol de secretaria particular de su poderoso jefe empresario en una compañía de aparatos fotográficos cuando a fines del siglo XIX eso equivalía a cumplir las funciones organizadoras y administrativas de primer orden, una imaginativa joven inquieta a quien se le permitió dirigir siempre y cuando renunciara a sus actividades de secretaria, una dama longeva que falleció a los 94 años aunque su vida de guionista-directora-vestuarista resulta bastante breve si bien archiprolífica: mil vistas y minipelículas de 1897 a 1910 en Francia, 300 cintas de un rollo entre 1910 y 1913 en EU, y 15 largometrajes de 1914 a 1920 (nueve estrenados en México con títulos alternos y mediano éxito en su momento: Nacimiento, vida, pasión y pasión del redentor del mundo, 1906-14; La mujer visión, La espía rusa o Bajo el poder del zar y Una víctima del engaño de 1914; Corazón de una mujer pintada, 1915; Moulin Rouge, 1917; La emperatriz, 1917; La gran aventura, 1918, y Lenguas viperinas, 1920); aparte de una creativa emprendedora que fundó su propia compañía de producción con estudios ad hoc y los hizo competitivos incluso en la boca del lobo llamada Hollywood, una señora estoicamente escandalosa que se casó con el camarógrafo británico Herbert Blaché (empleado de la filial inglesa de la filmadora Gaumont) y años después se atrevió a divorciarse de él, una rara avis condecorada con la Legión de honor en 1953 y receptora de un homenaje prepóstumo de la Cinemateca Francesa en 1957.

 

El genio femipionero puede restituir entonces, con gran eficacia, la belleza, la armonía y la primigenia fuerza expresiva de un corpus de micropelículas que se adelantaron a su tiempo, aquellas que inventaron en conjunto y de golpe los fundamentos del relato fílmico en las primeras ficciones líricas con bebés brotando de las hortalizas del invernadero (El hada de las coles, 1897/1901), el truco visualista de la vuelta atrás, la imagen alucinada (Danzas serpentinas, 1897), el reportaje exoticoestético, el sonido sincrónico, los géneros fílmicos mayores (western, thriller, melodrama, sátira y realismo social), el cine dentro del cine, la intervención de la autora en su obra, el sonido sincrónico, el cine en color, el cine feminista ingenuamente autocrítico (ese desternillante intercambio de roles con los sumisos varones planchando y las tiránicas esposas fumando o leyendo el diario en Las consecuencias del feminismo, 1906), y hasta la prodigiosa reeducación del brutal marido inmigrante ucraniano para llevarlo a juicio y a trabajos forzados y así fundar una nueva masculinidad igualitaria (La factura de un ciudadano americano, 1912).

 

Y el genio femipionero se define pródiga en los dos sentidos del término: como una hija pródiga bíblica de regreso al redil que siempre fue suyo y pródiga en la inasible diversidad de sus talentos y resonancias actuales, dentro y más allá de los estudios de gender (“Nada hay en la realización de una película que no pueda ser hecho por una mujer”: Alice Guy-Blaché)

 

FOTO: Alice Guy-Blaché es considerada la primer directora de cine de ficción/ Crédito: Especial

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